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Voto de Ferdydurke:
3
6,3
1.628
Comedia. Drama
Lluis de Serracant es un joven abogado que desciende de una familia burguesa catalana, lo cual no le impide llevar una sorprendente doble vida: mientras que por el día se ocupa de los asuntos de su trabajo, por la noche se transforma en "Flor de otoño", conocido travesti que actúa en un pequeño cabaret. (FILMAFFINITY)
12 de febrero de 2022
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
El mar, el mar. América, América.
Le dan una paliza de padre y muy señor mío, le destrozan la cara, sangra como un gorrino, le descerrajan varias patadas malvadas en las costillas que están a punto de sentenciarle para los restos, de mandarle al otro barrio y... al/en el siguiente plano... nada, de verdad, lo juro, ni un puto rasguño, ni mercromina, ni escayola, tirita o ingreso hospitalario alguno, como un bebé, como recién levantado de la cama, cierto, no miento ni invento.
¿Y cómo es posible todo eso? ¿Cómo puede despreciarse tanto el género que has elegido libremente, se supone, ese realismo sucio lírico, para contar tu historia? ¿O en realidad Sacristán es o era Ethan/Tom Cruise salvando el mundo de nuevo, por enésima vez, viajando en el tiempo hasta la España de la dictadura de Primo de Rivera, en la Cataluña de los pistoleros aviesos, la de La verdad sobre el caso Savolta, ese aire cargado de familia/época, partiendo la pana, a tutiplén, a contrapelo?
Bueno, podría ser también una versión libre de la vida de Jaime Gil de Biedma, por supuesto, burgués, catalán de buen gusto, artista de la pista, comunista o anarquista, casi, casi que nos da lo mismo, de empresa fabricante boyante económicamente pimpante, de derivas descaradamente homosexuales, de trágicos derroteros, de familia conservadora de mucho orden y concierto obviamente también religioso, desdoblado, con el corazón partío entre lo privado y lo público, entre el sentimiento y la máscara, cortado como un trozo de jamón al sol, todo eso, otra vez, bueno.
Pero es realmente y sobre todo un homenaje ciego o aciago a Verano azul ya que ellos tres son en verdad Pancho, Javi y Quique, me sacas de una duda, ménage à troi, haciendo de las suyas, el lado bestia de la vida, la otra cara de la luna de aquellos zagales virginales tan corridos, aquí como esos mozalbetes o chavalotes en plena aventura, en busca de la isla del tesoro, comparten ambas el aire juvenil/pueril, didáctico, simplón, al por mayor, a grandes trazos, agradable, increíble, levemente moralmente solemne.
Y Sacristán, claro, inmenso, es cierto que se deja llevar un tanto o poco/mucho por su tendencia a la pesadumbre turrera/sermoneadora, lo triste, el dramón, la perorata o discurso que lo parte desde tal vez las pelis de Garci, ese hombre que marca tanto, a fuego, degollado cordero, víctima propiciatoria, héroe en la sombra, nuestra conciencia, con el destino del hombre carga, ese mochuelo, sobre sus hombros.
La película es simpática, bastante entretenida, pero le falta de todo, peso, verosimilitud, vuelo, rigor, muchas veces sentido, engarzar con claridad y coherencia sus diferentes temas/tramas o asuntos, que los personajes secundarios, sobre todo los dos colegas o amigos, no parezcan solo el coro, la excusa necesaria para que Sacristán se luzca; son demasiado sonsos o cortos, no tienen apenas iniciativa o inteligencia, nunca se enteran de nada, ponen cara de no pillar ni una, les tiene que estar explicando constantemente todo, sin cabeza pollos.
Le dan una paliza de padre y muy señor mío, le destrozan la cara, sangra como un gorrino, le descerrajan varias patadas malvadas en las costillas que están a punto de sentenciarle para los restos, de mandarle al otro barrio y... al/en el siguiente plano... nada, de verdad, lo juro, ni un puto rasguño, ni mercromina, ni escayola, tirita o ingreso hospitalario alguno, como un bebé, como recién levantado de la cama, cierto, no miento ni invento.
¿Y cómo es posible todo eso? ¿Cómo puede despreciarse tanto el género que has elegido libremente, se supone, ese realismo sucio lírico, para contar tu historia? ¿O en realidad Sacristán es o era Ethan/Tom Cruise salvando el mundo de nuevo, por enésima vez, viajando en el tiempo hasta la España de la dictadura de Primo de Rivera, en la Cataluña de los pistoleros aviesos, la de La verdad sobre el caso Savolta, ese aire cargado de familia/época, partiendo la pana, a tutiplén, a contrapelo?
Bueno, podría ser también una versión libre de la vida de Jaime Gil de Biedma, por supuesto, burgués, catalán de buen gusto, artista de la pista, comunista o anarquista, casi, casi que nos da lo mismo, de empresa fabricante boyante económicamente pimpante, de derivas descaradamente homosexuales, de trágicos derroteros, de familia conservadora de mucho orden y concierto obviamente también religioso, desdoblado, con el corazón partío entre lo privado y lo público, entre el sentimiento y la máscara, cortado como un trozo de jamón al sol, todo eso, otra vez, bueno.
Pero es realmente y sobre todo un homenaje ciego o aciago a Verano azul ya que ellos tres son en verdad Pancho, Javi y Quique, me sacas de una duda, ménage à troi, haciendo de las suyas, el lado bestia de la vida, la otra cara de la luna de aquellos zagales virginales tan corridos, aquí como esos mozalbetes o chavalotes en plena aventura, en busca de la isla del tesoro, comparten ambas el aire juvenil/pueril, didáctico, simplón, al por mayor, a grandes trazos, agradable, increíble, levemente moralmente solemne.
Y Sacristán, claro, inmenso, es cierto que se deja llevar un tanto o poco/mucho por su tendencia a la pesadumbre turrera/sermoneadora, lo triste, el dramón, la perorata o discurso que lo parte desde tal vez las pelis de Garci, ese hombre que marca tanto, a fuego, degollado cordero, víctima propiciatoria, héroe en la sombra, nuestra conciencia, con el destino del hombre carga, ese mochuelo, sobre sus hombros.
La película es simpática, bastante entretenida, pero le falta de todo, peso, verosimilitud, vuelo, rigor, muchas veces sentido, engarzar con claridad y coherencia sus diferentes temas/tramas o asuntos, que los personajes secundarios, sobre todo los dos colegas o amigos, no parezcan solo el coro, la excusa necesaria para que Sacristán se luzca; son demasiado sonsos o cortos, no tienen apenas iniciativa o inteligencia, nunca se enteran de nada, ponen cara de no pillar ni una, les tiene que estar explicando constantemente todo, sin cabeza pollos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
- Cómo se nos explica el proceso deductivo que lleva a los polis a relacionar a Sacristán con el posible atentado terrorista está, como poco, cogido por los pelos, ni Sherlock Holmes en sus buenos o mejores tiempos.
- ¿Es Almodóvar Lola Nicaragua, el rey de las bananas, dando tal vez bastante pena?
- Lo de la madre está bonito y triste, pero también muy subrayado y demasiado teatralizado y exagerado y lloroso, le falta algo de humor a esa relación, costumbrismo del bueno.
- Parecieran tres camaradas en una barra de bar a las tantas de la madrugada que, borrachos como cubas, se pusieran a decir chorradas a cada cual más gorda hasta que uno suelta o se le ocurre lo del magnicidio, a ver si hay cojones de ir a matar a, quién si no, Donald Trump, y allá que se cogen el barco rumbo a norteamérica a poner la maldita bomba, un movimiento sensual, un movimiento muy sexy, una mala broma, ni siquiera es una película esa ocurrencia, más digna de gañanes o truhanes que de guionistas con tanto fundamento.
- Sí, en cambio, me gustan dos de las frases finales de Sacristán que tenían o tuvieron, por fin, cierta retranca; cuando comenta que "vaya noche que les está dando el pelma del cura" y cuando responde al llamado definitivo, "Es la hora", con un "Si usted lo dice... " muy bueno. Bravo.
- Los interludios cantables o cantados, sin desmerecer al gran Pepe, son muy largos y tediosos, como quizás diría la gran Otxoa, la que tiene raja, tiene toda la ventaja. La recreación del garito en cuestión es cutre, todas las relaciones sentimentales/sexuales, bastante penosas por lo abruptamente expresadas y poco o mal desarrolladas. Armengol tiene cierta gracia, pero no tiene sentido su comportamiento, da bandazos como un memo. El chulazo Ricar de Pep, igual o peor, Kid Surroca, lo mismo, meros convidados de piedra los acompañantes como ya dijimos, majetes y puestos por el ayuntamiento, puro funcional relleno.
- La cuestión política está, para variar en el cine español, muy simplificada, apenas caricaturesca.
- Homosexualidad y sordidez van aquí de la mano de lo grotesco, pasaba/pesaba mucho ese concepto, esa mirada siniestro cómica. Ay, Eloy, por ejemplo, de la Iglesia.
- La transición y el destape (moral). Vientos de libertad hasta que llegó el PSOE, el comandante González a los mandos, y mandó parar, hombre blanco hablar con lengua de serpiente, cuervo ingenuo no fumar la pipa de la paz con tú, por Manitú, por Manitú.
- La muerte recuerda cinematográficamente a la de Lorca en otras ocasiones patrias.
En definitiva, una querible película muy pobre en casi todos los sentidos, que se te cae a pedazos de ternura y disparate, como un cómic sin fuste, lleno de viñetas barbilampiñas, salvo el gesto bonito como punto de partida, las mejores intenciónes, y Pepe, sí.
Manifiesto naíf contra la hipocresía social y familiar a través de un personaje que para escapar de la cárcel de amor/oro de la madre que representa el poder o control coercitivo no tan paradójicamente cariñoso, solo encuentra la salida del suicidio idealista bruto asesino, de la eutanasia asistida por el estado, en lugar de Edipo se vuelve Kamikaze ya que en el poco fondo es un personaje reprimido, cobarde (no se atreve por mucho que lo anuncie o proclame a los cuatro vientos ni a enfrentarse de verdad a su madre) en lo esencial, atrapado en la tela de araña de la comodidad y la inercia, o, decíamos que hablábamos de la jodida transición, por qué no, ninguna comparación es odiosa, y que es también un trasunto un tanto chusco, toda la película entera, de la historia de los Panero, el desencanto, de Leopoldo María y Felicidad Blanc en los dos casos con ese padre, a pesar de toda la propaganda o lo que diga la versión oficial, terrible ya muerto como ominoso contexto y esa relación de dependencia/rechazo entre la madre y el hijo en una España, qué raro, de miedo.
Suma y sigue. Camina o revienta.
De todas las historias de la Historia la más triste sin duda es la de España, porque termina mal.
- ¿Es Almodóvar Lola Nicaragua, el rey de las bananas, dando tal vez bastante pena?
- Lo de la madre está bonito y triste, pero también muy subrayado y demasiado teatralizado y exagerado y lloroso, le falta algo de humor a esa relación, costumbrismo del bueno.
- Parecieran tres camaradas en una barra de bar a las tantas de la madrugada que, borrachos como cubas, se pusieran a decir chorradas a cada cual más gorda hasta que uno suelta o se le ocurre lo del magnicidio, a ver si hay cojones de ir a matar a, quién si no, Donald Trump, y allá que se cogen el barco rumbo a norteamérica a poner la maldita bomba, un movimiento sensual, un movimiento muy sexy, una mala broma, ni siquiera es una película esa ocurrencia, más digna de gañanes o truhanes que de guionistas con tanto fundamento.
- Sí, en cambio, me gustan dos de las frases finales de Sacristán que tenían o tuvieron, por fin, cierta retranca; cuando comenta que "vaya noche que les está dando el pelma del cura" y cuando responde al llamado definitivo, "Es la hora", con un "Si usted lo dice... " muy bueno. Bravo.
- Los interludios cantables o cantados, sin desmerecer al gran Pepe, son muy largos y tediosos, como quizás diría la gran Otxoa, la que tiene raja, tiene toda la ventaja. La recreación del garito en cuestión es cutre, todas las relaciones sentimentales/sexuales, bastante penosas por lo abruptamente expresadas y poco o mal desarrolladas. Armengol tiene cierta gracia, pero no tiene sentido su comportamiento, da bandazos como un memo. El chulazo Ricar de Pep, igual o peor, Kid Surroca, lo mismo, meros convidados de piedra los acompañantes como ya dijimos, majetes y puestos por el ayuntamiento, puro funcional relleno.
- La cuestión política está, para variar en el cine español, muy simplificada, apenas caricaturesca.
- Homosexualidad y sordidez van aquí de la mano de lo grotesco, pasaba/pesaba mucho ese concepto, esa mirada siniestro cómica. Ay, Eloy, por ejemplo, de la Iglesia.
- La transición y el destape (moral). Vientos de libertad hasta que llegó el PSOE, el comandante González a los mandos, y mandó parar, hombre blanco hablar con lengua de serpiente, cuervo ingenuo no fumar la pipa de la paz con tú, por Manitú, por Manitú.
- La muerte recuerda cinematográficamente a la de Lorca en otras ocasiones patrias.
En definitiva, una querible película muy pobre en casi todos los sentidos, que se te cae a pedazos de ternura y disparate, como un cómic sin fuste, lleno de viñetas barbilampiñas, salvo el gesto bonito como punto de partida, las mejores intenciónes, y Pepe, sí.
Manifiesto naíf contra la hipocresía social y familiar a través de un personaje que para escapar de la cárcel de amor/oro de la madre que representa el poder o control coercitivo no tan paradójicamente cariñoso, solo encuentra la salida del suicidio idealista bruto asesino, de la eutanasia asistida por el estado, en lugar de Edipo se vuelve Kamikaze ya que en el poco fondo es un personaje reprimido, cobarde (no se atreve por mucho que lo anuncie o proclame a los cuatro vientos ni a enfrentarse de verdad a su madre) en lo esencial, atrapado en la tela de araña de la comodidad y la inercia, o, decíamos que hablábamos de la jodida transición, por qué no, ninguna comparación es odiosa, y que es también un trasunto un tanto chusco, toda la película entera, de la historia de los Panero, el desencanto, de Leopoldo María y Felicidad Blanc en los dos casos con ese padre, a pesar de toda la propaganda o lo que diga la versión oficial, terrible ya muerto como ominoso contexto y esa relación de dependencia/rechazo entre la madre y el hijo en una España, qué raro, de miedo.
Suma y sigue. Camina o revienta.
De todas las historias de la Historia la más triste sin duda es la de España, porque termina mal.