Geniales las dos protagonistas, en especial Bette Davis, que pese a tener 54 años durante el rodaje, aparenta muchos más. Se ve decrépita. Y clava sus escenas, ya tenga que hacer de borracha, de loca, de ingenua, o de sobria. Una actriz como la copa de un pino.

La historia es buena y matiene la tensión hasta el final. Resulta magistral la última escena de la playa, donde Baby Jane saca fuera toda su vanidad. Para mi gusto, sobra la confesión de la hermana. Es un golpe de efecto que estropea la película para tan solo plantearte cuál de las dos hermanas ha sido más malvada.

Un clásico cuya puntuación, esta vez sí, es merecidísima.