Ayer, al regresar a uno de los lugares donde menos incomprendido me siento, inmerso en un medio de transporte con el que no suelo coincidir, volví a barruntar acerca de los motivos que hacen que una película contenga insistentes y contundentes dosis de calidad, o apelando a la modestia incluida en la cuestión; que hace que personalmente me interesen, gusten y finalmente, como en este caso, consiga, además pasar un rato verdaderamente disfrutable.
No parece complicado dilucidar sobre ello, sobretodo cuando la mayoría de las piezas que forman el engranaje que sustenta la obra, funciona con sólida precisión.
Suelo recurrir a los comentarios y críticas de esta página para intentar pertrecharme de cierta pulsión orientativa que, junto con distintos elementos, me impulsen con determinación a ver (o empezar a ver, al menos) o no una peli. Después de ver varias a las que fui con actitud positiva, la cual, por un motivo u otro no tardaría en empezar a languidecer, en ocasiones, a pasos agigantados, me hizo temer que volviera a ocurrir lo mismo con esta que me disponía a ver, y así pareció suceder durante los primeros minutos, donde más bien, tanto prejuicio acumulado parecía ganar terreno. Pero al poco, la perfecta distribución de tareas, quedó patente con gusto y buen hacer exquisito. Como, partiendo de un edulcorado casi nada, diálogos que, blandamente, al poco de empujarlos, acaban deshaciéndose, todo acaba adquiriendo consistencia, ritmo, un guión perfectamente trabado, sin resquicio para la duda o una previsible o pequeña decepción. A medida que la trama va desarrollándose va adquiriendo mayor interés o, al menos, lo mantiene en su mejor nivel si atisbo de decaer y menos, de fatal desprendimiento. Una peli que se ve con agrado, sensación, claro, que ayuda a prevalecer los momentos que van más allá y logran extraerte con suavidad una sonrisa, cuando no regocijarte. Y, por supuesto, hacerte reflexionar levemente sobre el tema de fondo planteado o que tú haces emerger al dotarle de un mayor empaque trascendente mientras te vas dando cuenta de lo que, de manera tan agradable, vas viendo. Y todo ello transmitido, ofrecido en bandeja de plata por grandes y accesibles interpretaciones. Qué carita Goldie Hanw, me hizo recordar.