Esta es una de esas películas que nos recuerdan el gran potencial expresivo de la fotografía en blanco y negro y cómo es posible crear una atmósfera solamente jugando con ella. Mucha gente la compara con los 400 golpes y yo estoy de acuerdo, pues subyace el mismo interés por desenmascarar y despreciar un modo de vida con la segunda guerra mundial ya en el horizonte y la contracultura apunto de estallar. El gran acierto del guión es combinar un retrato certero del british way of life (bastante gris, por cierto) y las penurias de un adolescente completamente perdido, que no sabe de donde viene ni le gusta demasiado adonde va, o más concretamente donde quiere llevarle la sociedad. Tom Courtneay está inolvidable en su papel de Collin Smith, dotándolo de una mezcla perfecta de rebeldía y desamparo. En resumen, película del Free cinema absolutamente hija de su tiempo, reflejo de las tribulaciones de toda una generación y con un gran final.

PD: la única pega, en mi opinión, es una banda sonora ciertamente cool en lo musical pero que en demasiados pasajes no casa bien con el dramatismo que transmite la historia. En este aspecto la de Truffaut es mucho más hábil.