Los escritores viven de su imaginación y esta, si es muy fecunda, puede trasladarlos virtualmente a otros lugares y tiempos, la toma de contacto con todo lo referente a aquello que se quiere contar puede ser de gran ayuda a la hora de ponerse a escribir frente a unos folios en blanco.

Woody Allen consigue nuevamente en esta película el poner en escena un planteamiento que exceda de los límites aceptados, entrando, en este caso, en el mundo de la fantasía, esa misma que da gasolina a las plumas de los buenos escritores para que se pongan en movimiento creando originales historias donde antes no había nada.

Bien Owen Wilson en su papel de escritor entregado a su causa y Rachel McAdams con la naturalidad y encanto que siempre le acompañan.