Ciertamente, trasladar a los personajes de Francisco Ibáñez a la gran pantalla no era una cosa sencilla de hacer. No somos un país de cómic, o al menos no tanto como EEUU, y adaptar a las glorias patrias del tebeo es algo que no suele dársenos bien (el recuerdo del crimen cometido contra Zipi y Zape en la adaptación del 81 aún atormenta a quien tuvo la desgracia de verla).
Ver esta película en un cine casi vacío a las 4 de la tarde -acompañado sólo por un anciano y su hija y unas chicas que entraron ya empezada la proyección- es realmente una experiencia de recogimiento incalculable. Quizás sea esa hipnótica situación lo que me ha hecho verla con mejores ojos, pero lo cierto es que no es tan mala como dicen y al lado de la de Zipi y Zape es hasta buena.
Hablando de la película en sí, pues decir que Fesser toma los personajes de Ibáñez y los hace suyos, algo que no se le puede reprochar y que tampoco es mal método (su humor, salvo en los momentos en que se pasa de escatológico, es aceptable -y supongo que a sus seguidores les gustará). Los efectos visuales están bastante logrados, dando un acertado aire de tebeo de los de antigua usanza. Los actores consiguen -salvo quizás un poco en el caso de Mortadelo y de Ofelia- que veamos en ellos a los personajes que interpretan, sobre todo Viyuela, todo un descubrimiento para mí.
Y por señalar el peor defecto, diría que es que unos hablan muy rápido, otros vocalizan mal y otros todo a la vez (Pocino se lleva la palma), haciendo que a veces cueste bastante enterarse del tema.
En cualquier caso, esta cinta constituye un entretenimiento digno y no es una afrenta contra los grandes detectives nacidos de la pluma de Ibáñez. Se puede ver (eso sí, sin exigencias).

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