Nos encontramos ante una buena película, pero que por desgracia dista y mucho de la gran película que pudo ser. Entre sus virtudes, el realismo. Nada de acción desaforada, persecuciones alocadas, chascarrillos made in USA y cosas así (cosas que por cierto abundan en su remake). Ante nosotros vemos a un asesino de aspecto poco intimidante, incluso algo anodino, pero que resulta ser tan camaleónico y despiadado como el que más. Le vemos ir de un lado a otro, sin comprender el por qué de tanto trasiego, pero al final todo encaja y comprendemos el plan que ha trazado meticulosamente. Aunque eso sí, por otro lado tenemos un ritmo que a veces se pasa de pausado y en ocasiones la película se convierte casi en un documental sin narrador. Por otro lado, la tensión entre asesino y comisario, presa y cazador, apenas está esbozada, al preferirse el ritmo pausado a la vertiginosa persecución. Algo de tensión (en varios momentos más de los dos contados que hay) para crear una sensación de duelo entre altos oponentes no hubiera venido mal (aunque el uno sea un asesino de aspecto normalillo y el otro un policía rechoncho, ambos son cerebros astutos y buenos en su oficio). También mencionar que hay tramas que podrían haber dado juego y no se les dedica mucho (la infiltrada) y algunas cosas que necesitan más perfil (como las “aventuras amorosas”).
Pese a lo dicho, no es mala, es buena. Pero te da la sensación de que han creado unos buenos cimientos y una eficiente fachada, pero se han olvidado de decorar demasiadas habitaciones.