La historia sigue los pasos de Nikky (Kutcher), un joven de provincias llegado a California con la única vocación de disfrutar de la vida, y sobretodo de las mujeres. Contado en off por su propio protagonista, durante la hora y media escasa que dura el film, asistimos en primera fila a las técnicas seductoras de Niccky, con una nueva víctima (Anne Heche) que le permite seguir llevando adelante su forma de vida, saltando de mujer en mujer sin tener otras preocupaciones. Sin embargo, su fijación por una camarera (Margarita Livieva), le llevará a encontrar la horma de su zapato y significarán cambios en su forma de ver las cosas.

No se le puede negar que intente realizar un retrato honesto, como lo demuestra el distanciamiento con que retrata la figura de Nikky, sobre el que evita realizar juicios morales, y al mismo tiempo que el espectador sea partidario de éste, resaltando el cinismo e hipocresía del personaje. Pero lo cierto es que el hecho que el propio Kutcher figure como productor ejecutivo no nos deja lugar a dudas que se trata de un vehículo para el lucimiento propio. Su figura es la única con relevancia en todo el film, dejando muy de lado al resto de secundarios que aparecen en el film (incluida Heche cuya función en el mismo es básicamente retozar con Kusher en todo tipo de posturas y lugares).

Por otro lado, es imposible no darse cuenta, que en definitiva, el mensaje del film viene a ser el mismo de siempre. No deja de ser el típico personaje negativo que sufre en sus carnes la misma medicina que él da a los demás. Pese a que el realizador evita ponerse en una posición demasiado moralizadora, el resultado final del film destila la misma visión convencional del cine al que aparentemente no quiere parecerse. No se puede evitar ver el film desde el punto de vista conservador que predomina en Hollywood, que no ve con buenos ojos el libertinaje sexual, por lo que lo que le sucede a Nikky habría que verlo como un castigo (divino?) por sus prácticas sexuales, y por consiguiente, la redención deberá realizarse por el “camino correcto”: un trabajo, una pareja estable, etc..

No cabe duda que Kutcher exhibe una buena presencia a lo largo del film, favorecido por ser la única estrella del film, y sin ningún otro personaje que le haga sombra. Pese a todo, a diferencia de lo que le sucede en el film, no basta con tener una cara bonita y un buen cuerpo (que no duda en exhibir a la mínima oportunidad), para aguantar el peso de un largometraje sobre sus espaldas. No se le puede negar una cierta inteligencia a la hora de presentar esta propuesta, pero es complicado que pueda engañar a muchos espectadores con una historia que acaba siendo previsible desde el primer momento.