The Skulls es una pena. Y no porque sea mala, que también, sino porque se intuye lo que pudo ser y no fue.
Me pregunto qué saldría de una película en la que un director serio cuente con un buen guión que hurgue en los más negros secretos del siempre inquietante y sectario mundo de las sociedades secretas. Y cabe preguntárselo porque lo que hace Rob Cohen es una simple, muy simple película para adolescentes. Diálogos malos, situaciones absurdas (ojo a ese todoterreno que no es capaz de coger a un tío corriendo por la calle) y ninguna tensión ni suspense adornan una trama bastante aburrida. Claro que, qué cabía esperar del director de la primera The Fast and the Furious, xXX, Stealth, Obsesión o La Momia 3 (vaya joya de filmografía, por Dios...).
Los actores tampoco funcionan. Paul Walker, convertido en leyenda por su trágica y prematura muerte y por su estatus de cierto culto por la saga Fast & Furious, tiene la misma expresión pétrea durante toda la cinta, mientras que Joshua Jackson hace lo que puede, que no es poco con la desgracia de guión que le han dado, pero seguimos viendo a Pacey Witter en cada uno de sus gestos. De los secundarios mejor no hablar.
En definitiva, una película de lo más sosa que desaprovecha de forma sangrante la oportunidad de hacer un buen thriller verdaderamente escalofriante sobre la sociedad que pretende retratar. Lo peor no es que lo que cuenta sea verdad o no (a buen seguro lo es), sino que está tan mal contado que al espectador le da todo igual.

Lo mejor: La ambientación, quizá, y el esfuerzo de un voluntarioso Joshua Jackson.
Lo peor: Es aburrida y no tiene ninguna tensión verdadera.