Western con toques de humor en el que Paul Newman encarna a un forajido evadido de la Justicia que cruza el río Pecos donde, más allá de su frontera no existe la civilización ni el orden ni la Justicia.
Recala en una sucia cantina donde, después de darle una monumental paliza, es desvalijado y expulsado. Este, entonces regresa para vengarse y después de limpiar el forro a todos, se nombra a sí mismo juez del territorio.
Interpretará la ley a su antojo y se convertirá en un juez muy particular.
La película tiene algunos momentos divertidos pero, en conjunto, resulta una obra muy irregular.
Paul Newman, encarna a uno de los arquetipos favoritos de John Huston. El perdedor, desarraigado, patético y heroico a partes iguales, pero la cinta, no alcanza, ni mucho menos, la maestría de otras obras de su director.
Se deja ver, incluso a ratos con una sonrisa, pero no es suficiente. REGULAR.l