Tratar de hacerle justicia a esta película (que, además, no lo necesita), se me antoja de una presunción terrible pero yo siento la necesidad de unirme a la legión de admiradores con los que cuenta porque me parece un prodigio de sensibilidad, humanidad, compromiso y honestidad, la película que todos los seres humanos que luchan (y no sólo en la guerra) merecían y un llamamiento al esfuerzo de tratar de comprenderles y acogerles en sus zozobras para los cuales la guerra no ha terminado y que, todavía, han de librar una batalla, quizá, la más difícil de todas; el regreso a casa.
En un ejercicio milimétrico, Wyler nos va a presentar a tres hombres que regresan después de la guerra y la difícil reinserción que les supone la vuelta al hogar.
La tipología está muy bien estudiada porque se dividen en tres arquetipos con los cuales todos los americanos podían sentirse identificados.
Uno, casado y con dos hijos, de mediana edad, clase media alta, banquero, ha servido en infantería en calidad de sargento.
Otro, joven y recién casado durante la contienda, de clase humilde, ha servido como piloto en las fuerzas aéreas alcanzando el rango de capitán, siendo condecorado en varias ocasiones convirtiéndose en héroe de guerra.
Y un tercero, de clase media, soltero pero con novia, perteneciente a la marina, ha perdido los brazos durante un bombardeo, su familia lo sabe pero no le ha visto todavía.
El retorno será increíblemente difícil para ellos, todo es nuevo, el mundo ha seguido girando y ya apenas lo reconocen.
Además, ellos ya no son los mismos, han cambiado y arrastran tras de sí los pedazos que quedan de ellos, son seres rotos físicamente y moralmente. ¿Cómo afrontar la vuelta a la normalidad si ya nada es como antes?
- "Me siento como si estuviera en el desembarco de Normandía"- dice Fredric March instantes antes de descender del vehículo que le deja en la puerta de casa.
No es para menos. La confusión, la inseguridad y el miedo han de ser parecidos.

Vamos a ver cómo se adaptan estos hombres y sus familias a su nueva situación pero también nos van a mostrar cómo acoge el mundo a estos soldados y donde Wyler no se olvida de lanzar críticas a la sociedad de manera bastante valiente para la época (los zascas a la banca que racanean mezquinamente con los créditos, el problema que se apunta de la dificultad de dar empleo a tantos millones de hombres que vuelven, el lavado de cara que hace el gobierno pretendiendo hacer algo por ellos con la concesión de créditos blandos que luego los banqueros deniegan por falta de avales, los empresarios hipócritas que felicitan a los bravos soldados por su heroísmo pero son incapaces de implicarse en ellos, las suspicacias de una sociedad egoísta que siente que sus empleos peligran tras la vuelta de los veteranos...)

El regreso a casa. Ni todo es fácil, ni todo es bonito, ni nada es como antes. Hay que volver a aprender a andar y a construir, levantar las ruinas y retirar los escombros. Después de la destrucción viene la reconstrucción. Algunos lo lograrán y otros no. Dura pero sensible. Incisiva pero comprensiva. Objetiva siempre. Muy, muy, emocionante.

Wyler, fuiste grande.