Cuando inteligencia y diversión se dan la mano en el cine, los espectadores estamos de enhorabuena. Es entonces cuando nacen películas como Kiss Kiss Bang Bang, en principio una brillante parodia de las películas clásicas de detectives, pero que se resiste una y otra vez a cualquier etiqueta. Su descacharrante punto de partida y su cierto tufillo pretencioso (la voz en off omnipresente) en el primer cuarto de hora pueden descolocar a algún despistado, pero poco a poco, la película de Shane Black va cogiendo cuerpo, va rearmando sus partes y va trazando una intrincada historia donde nada es lo que parece.
Pero ahó no acaba todo. La gran baza del film, sin duda, es la insólita pareja que forman Robert Downey Jr. y Val Kilmer, compañeros a la fuerza, el primero un torpe ladrón de poca monta metido a actor por casualidad, y el segundo un detective gay que asesora a actores para sus papeles. De Robert Downey Jr. no esperaba menos, está genial como suele estarlo siempre; del que tenía mis dudas es de Val Kilmer, un actor que nunca me ha inspirado confianza, pero que aquí borda su papel. Sin duda, una de las parejas cinematográficas más curiosas de los últimos años.
Kiss Kiss Bang Bang es una de esas películas con las que pasar un buen rato sin necesidad de mandar a las nauronas de paseo. Su planteamiento y su factura son inteligentes, su ritmo es ágil, y su humor disparatado; todo ello mezclado con una historia que oscila de manera genial entre realidad y ficción, entre lo creíble y lo extravagante. Suficientes razones, creo yo, para darle una oportunidad a esta película. Seguro que no dejará de sorprender a nadie.