Soy leyenda entra dentro de una categoría particular que podría denominarse "películas de riesgo calculado". Son esas pelis que parece que ofrecen algo diferente, que incluso parecen querer dar un paso adelante y arriesgarse con algo que seguramente no complacerá a todo el mundo, pero que al final saben recular y quedarse en un terreno intermedio en el que dar una dosis justa de todo para que la audiencia, por definición heterogénea, tenga algo que llevarse a la boca en cualquier caso.
Me explico. Uno ve Soy leyenda y dice "Madre mía, una película con un único personaje (y el perro, magnífico), con una ciudad desolada, él solito buscándose la vida, todo eso es complicado". Hasta ahí sí. Y eso era más o menos la novela de Matheson. Pero Hollywood, como buen sinónimo de dinero que es, necesita mayor rentabilidad, necesita más gente en el cine. Entonces es cuando entra Will Smith en escena (contra el que no tengo nada) y los monstruitos que le persiguen; también entran ahí las persecuciones, los tiros y el fallido final con toque religioso que tanto gusta en los USA.
Así hay para todos. Los que busquen el retrato de la desolación, de la soledad y del aislamiento, lo tienen. Los que busquen acción, tiros, persecuciones y sentimentalismo fácil, también lo tienen. Todos contentos. ¿Algún problema? Sí. Que el que mucho abarca poco aprieta. Que se nota esa bipolaridad de la película. La película se basa en: momento de tranquilidad/reflexión/psicología del personaje - momento de acción bestial, tiros a mansalva y volumen a toda leche. Todo está tan medido que no parece natural. Está tan diseñada para ganar que pierde todo el espíritu de la historia.
Nadie negará que este Soy leyenda se deja ver y tiene buenos momentos, pero la historia se ha desvirtuado y convertido en el típico producto para las masas. Will Smith, nombrado actor más rentable, defiende bien su papel. La dirección es vibrante y la puesta en escena correcta, a pesar de ciertas incoherencias palpables y absurdos varios.
Pero una historia como la de Soy Leyenda daba para más. Eso sí, sin el aderezo hollywoodiense, tal vez no hubiera recaudado lo que recaudó. Cosas del cine.