Jamal lo sabe todo. Un chico criado entre las ratas y la suciedad del suburbio más inmundo está a punto de arrasar en el concurso "¿Quién quiere ser millonario?", y eso es algo por lo menos sospechoso. Sea como sea, hay que descubrir dónde está el truco, la trampa. Pero cuando Jamal empiece a contar su historia, sabremos que su vida ha sido la que le ha dado las respuestas...
Desde esa premisa, original donde las haya, parte Slumdog Millionaire. En el fondo, es la historia de supervivencia y superación de un chico pobre en la India más profunda. Podría parecer típico, pero Danny Boyle hace todo lo posible para salirse del esquema esperable.
Gran parte del éxito de Slumdog Millionaire es su estructura. Una estructura que concatena el presente del concurso donde participa Jamal con la narración de su vida, dos líneas que inevitablemente terminarán por converger. Por otra parte, encontramos una mirada occidental sobre Oriente, lo cual contribuye a que un mundo desconocido para la mayoría se muestre accesible (con todo lo bueno y lo malo). Y por último, tenemos a un Danny Boyle que no renuncia a su estilo a pesar de firmar una película que está en las antípodas de lo que suele ser su cine.
En mi opinión, ésas son las claves del éxito. Una película filmada con ritmo, con una gran historia, unos personajes atrayentes y bien interpretados, una factura visual potente y la posibilidad de conocer otros mundos. Cierto que su gran problema, o su gran virtud, pueda ser esa "mirada occidental" que desvirtúe o que trate con condescendencia su materia prima, pero Slumdog Millionaire es, sin duda, una película maravillosa, que te enamora por uno u otro lado. Y sí, a mí también me parecen excesivos 8 Oscars.