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Voto de harryhausenn:
7
Comedia. Drama Christian, mánager de un museo de arte contemporáneo, se encarga de una exhibición titulada "The Square" en la que hay una instalación que fomenta valores humanos y altruistas. Un día le roban el móvil y la cartera en plena calle, incidente que causará más consecuencias de las esperadas.
18 de octubre de 2017
7 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vemos un grupo de transehúntes caminando a la izquierda de la pantalla, seguidos por la cámara. Entre el ruido de la calle, sin embargo, se adivina el grito de una mujer "¡Socorro!" Únicamente el personaje principal gira la cabeza contrariado. Mientras intenta encontrar el origen del suceso, nadie se para, la cámara sigue moviéndose al paso de los peatones. El hombre vuelve de nuevo la vista al frente y continúa caminando. "¡Socorro!" una segunda vez, una petición más clara y más audible, como demuestra el hecho que ahora sean varios viandantes quienes se giran, aunque no quienes se paran o cambian su rumbo, porque la cámara sigue en movimiento, siguiéndoles. Como no son capaces de encontrar el foco del alboroto, vuelven de nuevo la vista al frente e intentan olvidar el suceso. Pero es un tercer"¡Socorro!", ensordecedor y amenazante, que hace que todo el mundo se pare y se gire. Los personajes en pantalla miran a su derecha y según el prolongado estruendo aumenta en volumen, la gente, asustada, huye de la víctima que pide auxilio. Todos excepto nuestro protagonista, indeciso ante el terror, que se encuentra junto con otro hombre a deber calmar la mujer, que señala fuera de la pantalla a una amenaza que la acecha y ahora también, a los dos hombres que se han visto obligados a protegerla aunque uno de ellos no haya sido por decisión propia. No ha habido una reacción expresa para ayudar. Se ha encontrado el problema de frente y no tiene escapatoria: ha de ayudar.

El hombre al que vimos atrapado en este dilema moral, en esta escena más que efectiva, no es otro que el director del museo de arte contemporáneo de la ciudad, que actualmente trabaja en la presentación de una nueva obra, The square. Un metro cuadrado marcado en blanco en el suelo en cuyo interior se pretende crear un espacio de paz,justicia y armonía donde todo individuo puede protegerse del mundo. Ruben Östlund utiliza un cuadrado como metáfora para entregarnos una sátira acerca de los límites. Los de la ética y del arte, en apariencia, pero sobre todo los límites de la hipocresía de las clases burguesas. Para ello, presenta una sucesión de gags absurdos y prolongados, rodados con frialdad, marca de la casa del humor escandinavo, pero más eficaces que en la anterior película del director, Turists.

En la preparación de la obra que da título a la película, la promoción es crucial. Para atraer nuevos visitantes al museo, se necesita una imagen potente que aparezca en todos los medios, es por ello que el departamento de publicidad propone una polémica campaña que levantará ampollas en la sociedad sueca. Una campaña cruel, violenta, miserabilista que además va en contra del propósito de la propia obra. Primer dardo de Östlund hacia el marketing que impera hoy en los medios audiovisuales. Todo ha de ser viral, todo ha de provocar buzz, todo ha de generar hype, todo ha de tener likes, followers, shares y comments. A cualquier precio.

La mala gestión del asunto provoca un caos en el museo hasta el punto en que un periodista plantea una interesante pregunta ¿Dónde están los límites de la expresión artística? Cuya respuesta, o falta de ella, ponen en entredicho la élite cultural que se vanagloria de su status cultivado pero incapaces de un mínimo análisis moral. A lo largo de la película vemos vagabundos por todos los rincones de la ciudad, quedando así patente ambiente actual de emergencia social que estos personajes, demasiado ocupados en sus fiestas en castillos, ignoran. Peor aún, cuando hacen un gesto mínimo hacia algún pobre, se esperan una medalla como respuesta cuando en realidad es el coléra de la injusticia que les estalla en sus sorprendidas caras. Una élite ignorante, incapaz e inútil. La falta de empatía, es el desastre. Como ejemplo, el protagonista causa un revuelo en todo un bloque de viviendas para recuperar un smartphone, aunque las consecuencias, y su falta de reacción ante ellas, le provocarán remordimientos que le servirán como lección, o eso intuímos por su rostro desencajado hacia el final.

Todas estas cuestiones: los límites de la libertad de expresión, de la hipocresía y la incapacidad de reacción de las clases acomodadas, confluyen en la que será la escena más recordada de la película. La performance de un artista como gorila en la cena de gala de la nueva temporada del museo. Una bestia que ante cualquier movimiento brusco, responderá violentamente. Una imagen casi surrealista en la que vemos a toda la crema y nata, cabizbajos, casi sin respirar. Y de repente, al igual que al principio de la película otra mujer que pide ayuda sin que nadie reaccione. "¡Socorro!". Nada. "¡Socorro!" Nadie. "¡Socorro!" Ya es tarde.

hommecinema.blogspot.fr
harryhausenn
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