Extraña y poética película de Alice Rohrwacher que auna la más desoladora miseria y ruina junto a una enorme belleza emocional, porque en esta película de antigüedades, el mundo real es de una ruindad y fealdad desoladora que contrasta, y de qué modo, con la búsqueda de lo extraordinario que es el live-motiv del protagonista. Hay evidentes tributos a Emir Kusturica (personajes, situaciones) aunque la impactante y velocísima música balcánica es sustituida, menos mal, por Franco Battiatto. Isabella Rosselini, aún atractiva en su propia ruina de edad, atrae todas las miradas, y orienta al protagonista, verdadero Ulises moderno, en su lucha desesperada por volver a la Ítaca ignota donde una mujer, que no se llama Penélope, le espera también.
Es una película alejada de los estándares comerciales, algo lenta, para degustar plano a plano, en toda su crudeza (el expolio de tesoros etruscos) y toda su grandeza (la búsqueda imposible del amor perdido). No dejaría de verla, incluso una segunda vez, y se recomiendan las palomitas no ruidosas y alguna lágrima furtiva...