Han pasado dos años desde que nuestro analista favorito de la C.I.A. tuvo que enfrentarse a aquellos terroristas irlandeses para proteger aquello que más quería, su propia familia.
Ahora Jack Ryan tiene otra misión mucho más peligrosa y decisiva, donde se pondrá en juego la seguridad y el interés del pueblo americano: acabar con una enorme red de narcotráfico, los cárteles de la droga de Colombia.

"Juego de Patriotas" se convirtió en un gran éxito de taquilla en el momento de su estreno, gozando de una recaudación que cuadruplicaba su presupuesto y contando con el beneplácito de la crítica, asegurando al australiano Phillip Noyce su primer petardazo en la industria hollywoodiense; entre los pocos que cargaron contra la película se encontraba Tom Clancy, quien había quedado más que insatisfecho por los severos cambios de guión que sufrió la adaptación de su novela. Pese a todo, los beneficios hablaron por sí solos.
No había que ser adivino para predecir las intenciones de los productores Robert Rehme y Mace Neufeld cuando vieron la tan buena respuesta del público, así que, tras esperar a que Harrison Ford terminase "El Fugitivo", se pondrían manos a la obra para llevar a la gran pantalla otra novela sobre las correrías de Ryan, y esta vez le tocaría el turno a "Clear and Present Danger", uno de los trabajos más vendidos y aclamados del escritor, de nuevo con Noyce tras las cámaras después de saborear la hiel del fracaso con "Sliver" (aunque fue bastante lucrativa) y con un guión de John Milius que de nuevo acabó boicoteado por los productores, para desgracia de Clancy.

Un hombre y su familia han sido asesinados en un yate con dos narcotraficantes colombianos a bordo interceptado por la guardia costera, un hombre llamado Hardin que era amigo del presidente de la nación; la situación que se vive por culpa del tráfico de droga y la violencia de los cárteles deja a éste con pocas opciones, y una de ellas es arrancar el mal de raíz, con lo que el consejero de Seguridad Nacional y el director de operaciones de la C.I.A. reciben órdenes de iniciar el plan Reciprocity, que consiste en organizar un comando experto de élite para ser enviado a Colombia y destruir la red de narcotráfico, liderada por Ernesto Escobedo.
Si en la anterior se apostaba por convertir al analista en un hombre familiar y a la vez temerario, listo para la acción, acorde a la personalidad de Ford, aquí se mantiene la línea pero dejando el asunto personal al margen y haciendo de Ryan una especie de salvador de la nación, un justiciero a la antigua usanza velando por la bandera y los principios que ésta representa. La obra de Clancy es, ante todo, un ataque directo y explícito contra la ignorancia de los procederes políticos de la América de la época, el abuso del poder militar y el cinismo de los que se autodenominan protectores de su comunidad (tanto más aún cuanto que la novela se escribe en pleno asunto Irán-Contra).

Todas esas situaciones no han sido informadas a Ryan, ahora ascendido a director de la C.I.A. y quien descubre que el difunto amigo del presidente se mantenía en colaboración con los mismos cárteles que éste quiere erradicar; Ryan debe investigar a todos los implicados en el asunto mientras que el comando se precipita a una misión suicida y los fondos negros de Hardin ascienden a más de 600 millones de dólares, codiciados tanto por el presidente como por Escobedo. Una aventura que ciertamente se haya en las antípodas de la que vimos en "Juego de Patriotas".
Esto conlleva a que la historia de "Peligro Inminente" se sitúe en un problema tan actual como es el de la guerra contra la droga, amenaza para unos, beneficio en la sombra para otros, aunque en realidad todos pertenezcan al mismo equipo. La amarga crítica se extiende hasta una significativa escena en la que la senadora realiza una peligrosa comparación, la inestabilidad vivida entre EE.UU. y Colombia y la Guerra de Vietnam, una comparación de lo más clara y presente a posteriori (los que organizaron secretamente la operación cortarán los hilos, los chicos del comando serán abandonados a su suerte en una jungla y nadie se acordará de ellos). Las alusiones a la fallida invasión de la Bahía de Cochinos también resultan evidentes.

Volviendo a la película, no se puede decir otra cosa salvo que es un excelente "thriller" de intriga que mantiene en tensión desde el mismísimo comienzo, demostrando Noyce nuevamente su habilidad para transportar al espectador al corazón de la acción y aprovechando el buen trabajo de montaje de Neil Travis, que no da un momento de respiro, veloz pero no vertiginoso, concentrándose tanto en los personajes como en la trama, que mezcla sabiamente suspense, aventuras y cine de acción con fondo político del más clásico y auténtico.
Ford se destapa inteligente, carismático, indestructible en la piel del protagonista, el mejor Jack Ryan adaptado al cine, seguido de unos brillantes Willem Dafoe (pocos saben expresar la rabia y la indignación como él), Joaquim de Almeida, Donald Moffat como el presidente (¿álter-ego de Bush?), y James E. Jones en su última y gran aparición como Greer. Cualidades que llevarían a la película a recaudar (de nuevo) cuatro veces más de su presupuesto en la taquilla.

Ocho años más tarde, la próxima aventura de Jack Ryan estaría protagonizada por un muy improbable Ben Affleck en su piel. Ni que decir tiene que las dos mejores entregas de la saga son las dirigidas por Noyce y que nadie queda mejor en pantalla como Ryan que Harrison Ford.
Lo digo para los que se derriten viendo a John Krasinski en la recién estrenada y absurda serie sobre el analista.