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Voto de Chris Jiménez:
5
Terror. Thriller. Intriga Cuando John Halloran muere de un infarto, su esposa teme no cobrar la herencia. Escribe entonces una carta al resto de la familia anunciando que John ha tenido que viajar a Nueva York por negocios. Cuando se traslada a la casa familiar buscando un modo de quedarse con el dinero, descubre que la familia celebra un morboso ritual... Primer largometraje de Coppola. (FILMAFFINITY)
23 de febrero de 2017
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A veces las grandes carreras no empiezan con sucesos grandiosos, apasionantes romances, épicas aventuras o batallas históricas.
A veces empiezan desde el más humilde e inimaginable rincón, quizás desde los pasadizos oscuros de un castillo o con un psicópata que se dedica a desmembrar inocentes...

Y así es. Son los años '60, el momento en que futuros maestros del cine dan sus primeros pasos; casi al mismo tiempo aparecen Scorsese, Polanski, DePalma, Allen y también el más tarde responsable de joyas inmortales como "El Padrino", "La Ley de la Calle", "Cotton Club", "Apocalypse Now". El de Michigan ha realizado algunas comedias picantes muy de su época, emparentadas con lo ofrecido por Russ Meyer; se convierte entonces, al igual que tantos otros, en uno de los protegidos de Roger Corman (en la cumbre de su carrera gracias a las adaptaciones de Allan Poe).
Durante la filmación de "The Young Racers" le surge la idea de realizar, entre medias, un pequeño film de terror, pero dicha tarea se la encarga a Coppola, quien trabaja para él como operador de sonido, dándole un presupuesto limitadísimo, actores prestados y muchos escenarios que él ya había usado; es su primera obra oficial, escrita en pocos días y realizada en el transcurso de dos semanas, la cual, contra los deseos de su productor, termina siendo algo que no le gusta en absoluto y que modificará según le parezca. Al cobijo de la noche y en un lugar poco fiable, así empieza "Demencia 13", con una especie de prólogo que nos ponga en la situación de Louise Haloran.

Maniobra engañosa desde el primer momento. El director, de 24 primaveras, presentándonos un inicio de este orden y los hechos desde la total perspectiva de la mujer, apunta directamente a la influyente "Psicosis", estrenada tan solo tres años antes; pero donde Marion no era más que una cobarde asustada y mediocre, el personaje interpretado por la carismática (y no poco repelente) Luana Anders se traza como una "femme fatal" pérfida, conspirativa y diabólica, y lo peor de todo es que se sabe pronto. El detonante de la intriga parece ser una herencia de la familia de su recién fallecido marido, sin embargo todo esto es humo...
Aquí, y desde las sombras, emerge la presencia de Kathleen, hija de la familia, muerta tiempo atrás; y si lo más importante para una obra de suspense es la atmósfera, Coppola la modela divinamente, pese a lo ínfimo del presupuesto. En el escenario del castillo irlandés, y bajo la mirada de los espíritus, se nos ahoga en esferas de oscuridad perpetua e inquietante, donde absolutamente nada es lo que parece y las verdades surgen de esquinas mohosas y lagos de agua fétida; aquél tirará realmente del cordón umbilical de "Psicosis" cuando la que creíamos protagonista deja de serlo de forma repentina.

Sí, Hitchcock es la principal referencia, pero para su intriga Coppola mama del cine de William Castle, no poco del propio Corman, y se empapa bien del terror de la Hammer, en especial de Terence Fisher, incluso Edgar Ulmer podría ser otra buena estela a seguir. Aunque un servidor opina que, en muchas ocasiones, el joven realizador se acerca a las imágenes y estilo de Mario Bava, a su ambientes de esencia gótica, a su brutalidad sin inhibiciones; sin saberlo, y por la expresa orden de su mentor de añadir más violencia, "Demencia 13" será una de las dignas precursoras de eso que habrá de llamarse "slasher".
Aquí un asesino desconocido recorre los jardines y pantanos empuñando un hacha y dando caza a todo bicho viviente; pero no tan desconocido como uno pudiera pensar, y es que la presencia de un revelador "flashback" acerca de la muerte de Kathleen pone las cartas boca arriba rápidamente. Puede que no sea la más reciente muerte lo importante de la trama, sino la acontencida tiempo atrás, pero la incógnita tiende a resolverse por sí sola sin mucha complicación (¿qué quieren ustedes?, ¡el guión se escribió en un par de días!). Incluso está para ayudarnos otro personaje ambiguo de primeras, ese escalofriante doctor Caleb (Patrick Magee genial como siempre).

Un añadido con calzador, la verdad, porque si bien es él quien toma el protagonismo hacia el final su presencia farragosa no nos hace ninguna falta para averiguar la identidad del culpable de todo lo sucedido. La película se sostiene por su clima angustioso, sucio y pleno de dualidades, que Coppola intensifica gracias a la fuerza de sus primeros planos y al dinamismo de su cámara; encomiable además los claroscuros expresionistas de la fotografía de Charles Hannawalt y la música tintineante y presagiadora de Ronald Stein.
Aceptable esfuerzo de horror y suspense, pero el productor no está contento; debido al escaso metraje y a la falta de instantes cruentos, encarga a otros filmar nuevas escenas de asesinatos y uno de los prólogos más imbéciles de la Historia del cine. Sin embargo, para el joven director, además de conocer a la que será su futura esposa (Eleanor Neil, encargada del diseño artístico), éste es su trampolín.

Aquí empieza de verdad su carrera.
Chris Jiménez
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