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Voto de Luis Guillermo Cardona:
8
Drama Una pareja de ancianos viaja a Tokio para visitar a sus hijos, pero ninguno de ellos tiene tiempo para atenderlos, por lo que deciden enviarlos a un balneario. Cuando regresan, la madre pasa una noche en la casa de una nuera, viuda de uno de sus hijos. A diferencia de sus cuñados, Noriko muestra afecto por sus suegros y conforta a la anciana. (FILMAFFINITY)
29 de junio de 2016
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pocas cosas son tan dolorosas como llegar a viejo y sentir de parte de los hijos desinterés, egoísmo y codicia. Se siente primero una profunda decepción -que quizás se confiese-, y después -sin confesarlo- por nuestra mente pasa una terrible sensación de culpa cuando surge la pregunta ¿Qué hice o qué dejé de hacer para que, mis hijos, se comporten así?

Sentimientos de este tipo, fácilmente llevan a la muerte, porque a todos, la conciencia nos dice que, nuestra responsabilidad, es lograr que los hijos se sientan orgullosos y comprometidos con sus padres en sus años de decadencia, pero, para que esto suceda, debemos haber formado seres sensibles, responsables y generosos.

Shukishi Hirayama y su esposa Tomi, han decidido viajar a Tokio para visitar a sus hijos Koichi, quien ahora es médico, y a su hija Kyoko que ahora vive con la familia de éste. No muy a gusto con la visita, Fumiko, la esposa del médico, pronto verá como sacudirse discretamente ‘el problema’, mientras que Noriko, la viuda de Soji, otro hijo muerto en la guerra, acogerá a su suegra con todo su corazón. El hijo menor, Keizo, anda de viaje de negocios y se espera que llegue para ver a sus padres.

Se convierte, éste, en una suerte de viaje final para recoger la cosecha… y un gran puñado de conmovedoras situaciones, de seguro, van a quedar plasmadas en nuestra mente y quizás en nuestro corazón.

“CUENTOS DE TOKIO” es una película inspirada en la estadounidense “Make way for tomorrow” que, Leo McCarey, realizase en 1937, en la que nos contaba la historia de Bark y Lucy Cooper, un par de ancianos que pierde su casa con un banco, justo cuando celebran sus bodas de oro, y entonces, se ven abocados a vivir con un hijo distinto cada uno.

El guion, fue escrito ahora por Kôgo Noda y Yazujirô Ozu, y éste último, la dirigiría logrando un filme humano hasta la médula, aunque rodado con esa habitual austeridad de recursos que da a la puesta en escena un aire casi neorrealista. Para facilitar el rodaje y la dirección de actores -como también lo hiciera Akira Kurosawa-, la cámara es ubicada al nivel del piso para que los personajes -que, en la cultura japonesa, siempre se sientan en el suelo-, queden en una suerte de contrapicado que los enaltezca. Las tomas, en su mayoría, se hacen en plano general, y esto distancia la gestualidad y vocalización, siendo luego en el doblaje donde las cosas se mejoran cuanto se puede.

Resultan, sin embargo, muy emotivas las actuaciones de Chishû Ryû y Chicko Higashiyama, como el par de ancianos que va viendo al cielo teñirse de gris y, en lo personal, me resulta maravillosa, Satsuko Hara, estrella de algunos de los mejores títulos de Ozu, quien, con su rol de Noriko (que se merece el mayor número de primeros planos), deja bien plantada la suerte de nuera que se guarda en el alma.

Es, “CUENTOS DE TOKIO”, una nueva demostración de la grandeza de lo simple, pues, con situaciones en nada extraordinarias, y podría decirse, excesivamente cotidianas, lo que aflora de dentro de cada personaje, más que lo que sucede, es lo que eleva marcadamente la fuerza dramática de la historia.

Por lo expuesto anteriormente, no me animo a decir que haya aquí una obra maestra, pero sin duda, estamos ante un filme de gran calidad humana que, los hijos, y también los padres, deberían ver.
Luis Guillermo Cardona
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