Está crítica tenía que existir aunque sólo fuera para poder usar el título de la cabecera.

Pero no, no es sólo coña, es una jodida peli de Tarantino. Y eso significa garantías.
Garantías de que habrá buenos diálogos, buena música, sangre, tensión dramática y personajes memorables, algunos de ellos estrambóticos.

No falta ni uno sólo de los ingredientes mentados. De acuerdo que no es la película más redonda del director.
Pero se ve, entretiene y por momentos se disfruta.

No os dejéis engañar por su estética de Western, es un mero disfraz. En realidad es más una película de intriga y crímenes.
Y cómo en toda buena película de crímenes (nunca me gustó la listilla de Agatha Christie y sus trampas argumentales) hay un elemento que se ha ocultado deliberadamente para que te devanes los sesos inútilmente intentando encontrar al culpable.
Pero no se preocupen, al final todo encaja, y verdaderamente tampoco es que importe demasiado.

No es una historia especialmente compleja, es puro teatro Tarantiniano. Su único pecado es gustarse demasiado y quizá alargarse más de la cuenta. Aun así Tarantino es un narrador experimentado que sabe dosificar los momentos dramáticos en el metraje para mantener entretenido al espectador, aunque este dure cerca de las 3 horas.

De todos modos ver trabajar a ese pedazo de reparto, al bueno de Samuel en su salsa, al renacido Kurt Russell y a la increíble bruja novata de Jennifer Jason Leigh apaleada, ensangrentada y con muy mala idea es suficiente recompensa.

Nada odioso. En absoluto. Véanla sin prisa, la ventisca va para largo.