Dicen que George Lucas se inspiró en el cine de samuráis y en los Westerns para crear Star Wars. Así que quien califique a “The Mandalorian” de Western espacial está totalmente en lo cierto. Y no hay nada de malo ni gravoso en admitirlo, esta serie es una vuelta a las esencias que hicieron grande a la saga estelar.

Que conste que no me considero un fan de Star Wars ni un experto. Pero he visto cada una de las películas y como le habrá sucedido a muchos de vosotros, tuvo un gran impacto en mi infancia y por tanto la nostalgia aquí también juega un factor importante.

Voy a aprovechar esta crítica, no solo para hablar de esta excelente serie, sino para expresar además mi opinión sobre la deriva de la saga cinematográfica en los últimos tiempos, ya que considero fundamental establecer dicha comparativa con la serie para darse cuenta hasta qué punto ha llegado la decadencia.

Porque tras ver el episodio IX “The rise of Skywalker” mi desprecio era tal y tantas las acertadas y certeras críticas, que ni me iba a molestar en decir una palabra sobre ella.
Afortunadamente poco después tuve la feliz idea de visionar “The Mandalorian” y puedo decir que finalmente he vuelto a reconciliarme con el universo Star Wars.
Resulta curioso como una serie basada en un protagonista principal al que no se le ve nunca (o casi nunca) la cara, de una facción-credo semidesconocido (los mandalorianos), en una historia relativamente pequeña en comparación con las óperas dramáticas y trascendentales de las películas donde poco menos que se está salvando la galaxia, se consigue más épica y mayor emotividad que en las últimas tres películas. Tres películas que han costado cientos de millones para contar una imbecilidad de historia infantil, a medio camino entre la fotocopia y el fan service rastrero, con pocas innovaciones, mal escrito, con muchas incoherencias, mal implementado, mal montado, montones de personajes superficiales y prescindibles y nada respetuoso con el lore del universo Star Wars.

“The Mandalorian” por su parte no es una historia excesivamente compleja pero es sólida, tanto como la coraza de su protagonista. Alguien que habla lo justo pero con una presencia imponente y el aplomo de un cazarecompensas experimentado. Un personaje digno de un Western de Leone. Gran trabajo de Pedro Pascal y de la dirección para dotar de carisma al protagonista pese a la limitación del casco.

Introduce adecuadamente a cada uno de los personajes que aparecen, los cuales poseen un trasfondo y unas motivaciones diáfanas. Se toma su tiempo para que los conozcamos, para presentar su historia. Tiene giros de guión que añaden cierto grado de sorpresa y tensión dramática, sin necesidad de inventar vodeviles familiares.

Las escenas de acción son espectaculares y al servicio del guión. Sin ir más lejos el tiroteo en plano secuencia que protagoniza IG-88 en el último capítulo es ESPECTACULAR.

A nivel artístico es también sobresaliente. Hay muchos planos verdaderamente brillantes, con un sabor añejo como el que no se tenía desde la trilogía original. A quien aprecie estos detalles puede deleitarse con los sketches artísticos en los créditos finales de cada episodio.

Y por supuesto el fenómeno “baby Yoda”. El personaje mcguffin. El producto de diseño para vender miles de peluches. La excusa para que la Fuerza vuelva a estar presente. Pero es que es imposible resistirse a su encanto… Es adorable, y a no ser que tengas un vacío muy grande en el pecho, te vas a encariñar con él sí o sí. De hecho me encanta la relación paternal con el protagonista, como lo humaniza y lo hace vulnerable. Es una pieza clave para que empatices con él.

En definitiva, me atrevería a afirmar que esta serie ha salvado el universo Star Wars de la mediocridad, y es con mucho, fuera de la trilogía original, el mejor producto de entretenimiento que he podido disfrutar desde los videojuegos de KOTOR.

This is the way. I’ve spoken.