Bueno, pues otra más. De nuevo el cine (con Netflix a la cabeza) al servicio de la agenda woke, de nuevo cine que no es cine sino propaganda. Propaganda feminista, claro.
¿Qué nos venden esta vez? Pues lo de siempre: las mujeres son mejores en todo que los hombres, si no han hecho nada memorable en la historia es porque no las han dejado, los hombres son torpes y estúpidos y en todo inferiores a las mujeres. Muy edificante todo, muy constructivo e inspirador. Pero, oh paradoja, resulta que para lanzar sus mensajes y sus reivindicaciones feministas, tienen que parasitar grandes obras literarias y pisotear personajes icónicos masculinos para ponerlos por debajo de una mujer. Esa es la capacidad creativa de esta gente, que igual te hacen un Aquiles negro, que un rey Arturo mulato, que te sacan una hermana woke de Sherlock Holmes. ¿Pero eso no era apropiación cultural? O sea la obra cultural de la civilización europea SÍ puede ser parasitada, instrumentalizada, pervertida y pisoteada por la secta woke, pero mucho ojo con pintarte la cara de negro.
Y una cosita más ¿a qué viene tanta necesidad de reivindicarse las mujeres como mejores que los hombres? Porque, para mí, lo que denota es un complejo de inferioridad terrible. Cuando uno necesita reivindicarse haciendo de menos a otros o tomándose una revancha absurda y extemporánea con el sexo opuesto, malo. Dime de que presumes... Mucho complejo es lo que hay en este tipo de películas que, en lugar de crear personajes femeninos interesantes, dotarlos de profundidad, interés y personalidad (que sería lo suyo), tienen que estar continuamente midiendo a sus heroínas perfectas (y sin ningún interés, por tanto) con hombres, a los que por supuesto superan en todo.
Siendo por lo tanto un producto ideológico y propagandístico, los aspectos cinematográficos pasan a un segundo plano. Se trata en todo caso de una obra ágil y bien ejecutada, aunque bastante estereotipada y sin personalidad alguna. La actriz principal conserva el carisma y la fuerza que vimos en Stranger Things, pese a encarnar a un personaje con la profundidad y complejidad de un sandwich de atún, un absoluto cliché que parece obligatorio en estos tiempos, (mujer fuerte, luchadora, ultracompetente e independiente). Menos convincente es la elección de Henry Cavill, cuya contundencia y atractivo físicos están bastante alejados de la imagen que podamos tener de Sherlock Holmes. La narración es razonablemente efectiva, pese a algunos giros o acertijos demasiado forzados y artificiosos. Probablemente gustará al público juvenil, a quienes claramente se dirige, y dejará fríos a los más adultos
Conclusión, tenemos la desgracia de vivir una época absurda de falta de libertades y de omnipresente ideología "woke" que no es sino la manifestación de enormes narcisismos colectivos, vinculados a nuevos identitarismos. El resultado es una cultura inerte, ideologizada y encorsetada en los estrechos límites de la corrección política y la ideología dominante. La parte buena es que esto se acabará, la moda pasará y nadie se acordará de ello. Volvemos y volveremos una y otra vez al cine clásico, a los 80, incluso a los 90... pero cuando esto pase nadie se acordará de estos productos cinematográficos representativos de un época ridícula y triste.