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España España · bilbao
Voto de ernesto:
7
Drama Un caso sin resolver ocurrido en los alrededores de Paranoid Park, un parque público conflictivo de Portland, lleva a los detectives a investigar en un instituto de los alrededores. (FILMAFFINITY)
2 de agosto de 2009
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine de Gus Van Sant se divide entre sus contadas incursiones en el cine más accesible y comercial, siempre con notables resultados, y sus películas más independientes y transgresoras. Entre estas últimas, hay una diferencia bastante clara entre las dirigidas durante la década de los noventa, y las realizadas estos últimos años. Su forma de acercarse a las historias no resulta tan directa y seca como en Drugstore Cowboy. Su narración se vuelve más vanguardista y experimental consiguiendo películas inclasificables pero muy atractivas. Paranoid Park es la última e interesante muestra de este tipo de cine que viene haciendo Van Sant en los últimos años.
Si en Elephant Van Sant se adentraba en el universo adolescente para contarnos desde fuera, como un simple espectador, como fue la matanza de Columbine, en Paranoid Park vuelve a enfrentarse otra vez a ese mismo mundo. Pero esta vez desde dentro.
La película cuenta la historia de un adolescente, con la típica vida de los adolescentes americanos. Colegas, skate, novia e instituto. Pero un día, de forma inesperada e involuntaria, comete un acto que hará que su pequeño y tranquilo mundo se tambalee.
En esta ocasión el director se aleja un tanto de la fría disección que supuso Elephant para tratar de acercarse al interior del protagonista. Y lo hace con acierto. La narración más o menos desordenada a la que asistimos nos da una idea clara y precisa de la confusión y el miedo que siente el protagonista ante una situación que el ya no puede controlar. Y resulta, además, especialmente sutil, ya que si bien en un adulto el comportamiento sería completamente distinto, con un resultado que dramáticamente sería mucho más cinematográfico, Gus Van Sant no sucumbe a esta tentación y muestra al adolescente confundido y algo aturdido interiormente, pero que aparentemente actúa con la frialdad e indiferencia propia de su edad.
Y aunque hay momentos en los que parece que la película esta profundizando en la nada más absoluta (que algún momento de estos hay), siempre hay algo que describe las sensaciones y el estado de ánimo del protagonista de forma tan imperceptible como acertada. Y en esto tiene mucho que ver la atractiva y a ratos fascinante puesta en escena de Gus Van Sant. La combinación de sonidos y sobre todo canciones, nos da una idea clara de lo que pasa por la mente del chaval. También es cierto que, aunque estéticamente muchas de sus imágenes son deslumbrantes, no siempre tienen una finalidad dramática, y en muchos momentos es imposible no desconectar de la historia ante algunos alardes más propios de un documental que de una narración dramática.
ernesto
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