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España España · bilbao
Voto de ernesto:
6
Drama Un matrimonio del norte de humilde condición suspira por tener un hijo, pero el destino les da una niña. Poco tiempo después, sin embargo, nace el ansiado varón. Un hecho terrible hará que madre e hija no se hablen durante quince años. (FILMAFFINITY)
21 de julio de 2011
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
El debut de Juanma Bajo Ulloa como director de cine no pudo ser más fulgurante. Cuando Alas de Mariposa se proyecto por primera vez en el Festival de Cine de San Sebastián hace veinte años, fue recibida como la gran revelación del festival y su director como una de las más personales promesas del cine español. Al final la película ganó la Concha de Oro.
Todo esto ocurrió hace veinte años, y no todas las películas soportan de igual manera el paso de tantos años. Lo que entonces, siendo muy joven, encontré innovador, original, transgresor y poético, ahora ha perdido gran parte de la fuerza que yo recordaba, y solo en su primera parte mantiene intactas alguna de esas cualidades que convirtieron a Alas de Mariposa en una película de culto.
Fernando Valverde y Silvia Munt forman un matrimonio que vive en una pequeña ciudad del norte. La principal ilusión de ella es la de traer un hijo varón al mundo, en una familia en la que solo nacen niñas. De ahí que su relación con Ami, su primera hija, sea distante, con forzadas muestras de cariño. En realidad Ami no es el hijo que a ella le hubiera gustado tener, y eso la niña lo nota. Cuando por fin nace el deseado niño las diferencias se acentuan. El exceso de protección hacia el recién nacido se manifiesta, siempre, en forma de rechazo hacia Ami. Solo su padre le muestra cariño y ternura, pero para una niña de ocho años eso no es suficiente.
Aquí es donde Alas de Mariposa juega sus mejores bazas. Los inquietantes ojos azules y el inmutable rostro de la niña Laura Vaquero, Ami, siembran la pantalla de una atmósfera enrarecida. El guión es conciso, va directo al grano y no da demasiadas explicaciones, y el director consigue rodearlo de elementos que acentuan esa sobriedad. El rostro de Ami es el principal, pero tambien ayudan una casa agobiante, los sonidos nocturnos de un bastón que golpea el suelo, y los esfuerzos de una madre por demostrar algo que no siente. La historia oprime y agobia, pero Juanma Bajo Ulloa consigue extraer una personal poesía de sus imágenes.
De pronto un giro brutal del guión cambia por completo el rumbo de la historia, y desgraciadamente también de la película. Pasan trece años, y aunque Ami mantiene su perturbadora mirada, ya no consigue inquietar, solo consigue incomodar. La historia se vuelve irrespirable, y la capacidad poética del director no ayuda al espectador, sencillamente ha desaparecido. Es a partir de ese salto en el tiempo donde más se nota que Bajo Ulloa es un novato que apunta maneras pero que tiene mucho que aprender, algo que el tiempo no ha terminado de confirmar.
Todo este drama pretende desembocar en un rayo de luz al final del camino, pero el trayecto ha sido tan tortuoso que cualquier intento de dar aire a los personajes se antoja ya forzado.
Al final queda el desafío de un director con posibilidades, la interpretación esforzada y dura de Silvia Munt, y sobre todo queda una niña de ocho años, su mirada penetrante y su necesidad de sentirse querida.
ernesto
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