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Voto de TOM REGAN:
7
2009
Olivier Marchal (Creador), Olivier Marchal ...
7,0
674
Serie de TV. Thriller
Serie de TV. (2009-2016). A raíz de la condena injusta y el suicidio de su superior, cuatro policías de París deciden cruzar la línea roja de la ética policial, usando la violencia y la intimidación para vengar a su jefe. (FILMAFFINITY)
23 de mayo de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
111/15(21/05/18) Potente thriller galo en formato serie para Canal+, creada por Olivier Marchal (fue policía), de cuatro temporadas (2009-2011-2014-2016) de ocho capítulos cada una, desarrollando un drama criminal que recuerda indefectiblemente a la majestuosa serie estadounidense creada por Shawn Ryan “The Shield”, al igual que la americana aquí los protagonistas son un grupo de asalto que intentado vengarse por la muerte de su jefe Max Rossi (Olivier Rabourdin) cruzan una línea de la ley que solo hará hundirlos más y más en el fango, una huida permanente hacia adelante en la que se cruzaran con bandas y mafias de todo pelaje (armenios, rusos, turcos, hasta franceses,…), con unos métodos bastante discutibles intentan conseguir sus difusos objetivos. Asimismo se hará un fresco desolador de las autoridades corrompibles y moldeables, derivando todo esto en unos personajes que rebosan ambigüedad moral, anti-héroes donde predominan los grises, donde cuando se sobrepasa el código ético de la ley ya no hay marcha otras. Es una serie que rebosa crudeza, con una puesta en escena estupenda, con mucha violencia, un ritmo trepidante, con mucha acción, tiroteos, explosiones, peleas, muertes, secuestros, sexo, mucha sangre, exhibiéndonos el lado anti-glamuroso de París, una ciudad en permanente acoso de las fuerzas del mal, ello en hábiles guiones, sobre todo en la primera temporada, que saben atraparte, consiguen que empatices con estos falibles protagonistas, un muy entretenido producto, donde destaca el carisma de sus cuatro protagonistas Nicolas Duvauchelle como el bohemio Théo, Joseph Malerba como el duro y familiar Walter Morlighem, Karole Rocher como la adusta y mal-encarada Roxane Delgado, y sobre todo un Imperial Jean-Hugues Anglade como el líder del grupo Eddy Caplan. La primera temporada estableció audiencia récord para una producción original del Canal+, superando la de muchas producciones estadounidenses transmitidas por la cadena, esta inicial fue la mejor, extraordinaria como sabe emitir realismo, lástima que el showrunner Marchal dejara la serie y cambiara para las siguientes por Abdel Raouf Dafri (guionista de la saga Mesrine y del film “El profeta”), esto se nota en un viraje hacia la exageración que hace que en muchos casos se pierde la coherencia y autenticidad de la primera para las siguientes, con personajes que en algún caso llegan a la caricatura (caso de Vogel encarnado por un descontrolado pasado de vueltas a partir de la segunda temporada por Geoffroy Thiébaut). El nombre de la serie proviene de la palabra francesa braquage, significa robos a mano armada, particularmente de bancos.
Serie donde los protagonistas entrecruzan sus vidas profesionales con sus vidas personales, dualidad sostenida en un castillo de naipes siempre en constante peligro de colapsar, con un desarrollo tenso donde todos parecen vivir al límite, donde a cada problema la solución los lleva más y más lejos. Protagonistas que forman una familia, donde las dificultades de uno son las de todos, protagonistas matizados, con aristas, imperfectos, que en muchos casos sucumben a sus tentaciones, en clara consonancia con el cine noir tan de moda en los 60 y 70 en Francia, siendo los protagonistas émulos de los míticos roles encarnados por Delon, Belmondo o Ventura, donde la autoridad era ejercida por tipos rudos, individualistas, viscerales, hieráticos, en muchos casos confundiéndose con los criminales a los que persiguen, sirviendo este elemento como elemento de crítica al poder, en este caso extendido a los que vigilan a la policía (Asuntos Internos).
La primera temporada es sensacional, con dirección del propio creador de cuatro capítulos, arrolladora en su crudeza y autenticidad, con guiones incisivos, trenzados de modo inteligente, envolviendo a los protagonistas en halo de fatalismo, una telaraña que los embadurna de suciedad moral, que ya no se podrán quitar por mucho que intenten lavarse (redimirse), los protagonistas son aquellos que sumergidos en aguas pantanosas al intentar salir lo que consiguen es hundirse aún más, sus “buenas intencionesa2 les hacen circular más y más adentro de la ciénaga de la corrupción moral. Todo ello desarrollado con tensión, e intensidad, con situaciones de gran fuerza dramática, con emoción, con vigor narrativo, con unos actores que dan lo mejor de sí mimetizándose con sus roles, un placer entusiasta que te agarra queriendo más y más; Pero termina esta espectacular temporada de 10, y llega la segunda (y la tercer y la cuarta última), como he mencionado arriba con cambio de showrunner, y la bajada de calidad se nota, sobre todo por el listón tan alto que había dejado, y los elementos se anabolizan, parecen dopados en sus recursos, cayendo en excesos que rompen con lo visto hasta entonces, sigue habiendo momentos atractivos, situaciones potentes, ritmo vertiginoso, pero rozan el hiperrealismo, aumentado por villanos hinchados en su simpleza de cuasi-comic, hay tiroteos además de increíbles en las calles de París, mal planificados, por haber hay hasta lanzallamas, el argumento se retuerce hasta niveles inverosímiles, tiene que ver con un grupo de ex soldados de élite franceses que roba un cargamento de otro que quiere vender par a comprar armas para acometer su venganza contra el estado francés, rocambolesca trama. Las lagunas en su desarrollo son enorme, el modo en que salen de muchos aprietos los protagonistas atacan la razón, con lo que para verla hay que dar muchas licencias dramáticas; Lo peor es que en su cuarta y última temporada es que no saben cerrar de modo emocional la serie, me ha resultado anticlimática. Estas tres temporadas-secuelas no son malas, pero por sí solas quizás me hubiera bajado de terminarlas, pero el muy grato recuerdo de la primera me hace que mantenga la esperanza en la garra de esta mencionada temporada, esperanza no satisfecha.
Serie donde los protagonistas entrecruzan sus vidas profesionales con sus vidas personales, dualidad sostenida en un castillo de naipes siempre en constante peligro de colapsar, con un desarrollo tenso donde todos parecen vivir al límite, donde a cada problema la solución los lleva más y más lejos. Protagonistas que forman una familia, donde las dificultades de uno son las de todos, protagonistas matizados, con aristas, imperfectos, que en muchos casos sucumben a sus tentaciones, en clara consonancia con el cine noir tan de moda en los 60 y 70 en Francia, siendo los protagonistas émulos de los míticos roles encarnados por Delon, Belmondo o Ventura, donde la autoridad era ejercida por tipos rudos, individualistas, viscerales, hieráticos, en muchos casos confundiéndose con los criminales a los que persiguen, sirviendo este elemento como elemento de crítica al poder, en este caso extendido a los que vigilan a la policía (Asuntos Internos).
La primera temporada es sensacional, con dirección del propio creador de cuatro capítulos, arrolladora en su crudeza y autenticidad, con guiones incisivos, trenzados de modo inteligente, envolviendo a los protagonistas en halo de fatalismo, una telaraña que los embadurna de suciedad moral, que ya no se podrán quitar por mucho que intenten lavarse (redimirse), los protagonistas son aquellos que sumergidos en aguas pantanosas al intentar salir lo que consiguen es hundirse aún más, sus “buenas intencionesa2 les hacen circular más y más adentro de la ciénaga de la corrupción moral. Todo ello desarrollado con tensión, e intensidad, con situaciones de gran fuerza dramática, con emoción, con vigor narrativo, con unos actores que dan lo mejor de sí mimetizándose con sus roles, un placer entusiasta que te agarra queriendo más y más; Pero termina esta espectacular temporada de 10, y llega la segunda (y la tercer y la cuarta última), como he mencionado arriba con cambio de showrunner, y la bajada de calidad se nota, sobre todo por el listón tan alto que había dejado, y los elementos se anabolizan, parecen dopados en sus recursos, cayendo en excesos que rompen con lo visto hasta entonces, sigue habiendo momentos atractivos, situaciones potentes, ritmo vertiginoso, pero rozan el hiperrealismo, aumentado por villanos hinchados en su simpleza de cuasi-comic, hay tiroteos además de increíbles en las calles de París, mal planificados, por haber hay hasta lanzallamas, el argumento se retuerce hasta niveles inverosímiles, tiene que ver con un grupo de ex soldados de élite franceses que roba un cargamento de otro que quiere vender par a comprar armas para acometer su venganza contra el estado francés, rocambolesca trama. Las lagunas en su desarrollo son enorme, el modo en que salen de muchos aprietos los protagonistas atacan la razón, con lo que para verla hay que dar muchas licencias dramáticas; Lo peor es que en su cuarta y última temporada es que no saben cerrar de modo emocional la serie, me ha resultado anticlimática. Estas tres temporadas-secuelas no son malas, pero por sí solas quizás me hubiera bajado de terminarlas, pero el muy grato recuerdo de la primera me hace que mantenga la esperanza en la garra de esta mencionada temporada, esperanza no satisfecha.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Yo esperaba que con la cantidad de temporadas y capítulos se nos diera un fondo y hondura psicológica con referencia al pasado de los protagonistas, pero se nos hurta, parece que las vidas de los personajes empiezan con la serie, lo cual repercute y recortar matices a los protagonistas.
La puesta en escena resulta excelente, marcando la pauta la primera temporada, con el mugriento, sucio, y feista diseño de producción de Ambre Fernandez (“Asuntos pendientes” o “Los lioneses”), rodando mayormente en parís y alrededores, en la cuarta se amplían los escenarios naturales a Marsella, paseándonos por lugares sórdidos y tétricos en especie de reverso dela fachada esplendorosa de la Ciudad de la Luz, esto reforzado por la fotografía Denis Rouden (“Largo Winch” o “El secreto de Anthony Zimmer”), aportando un patinado de cromatismos fríos, grisáceos, negrunos, apagados, en muchos casos cielos nublados, en clara consonancia con el dramatismo imperante, además la cámara se erige en fundamental en sus ágiles movimientos a mano, todo esto en miscelánea con la edición adrenalítica de Raphaele Urtin (“Los ladrones” o “Los lioneses”).
En conjunto una serie desequilibrada por su brillante primera temporada, que en las posteriores emborrona parte de todo esto, pero aun así mantiene algunos de los elementos vivos para mantener la atención. Fuerza y honor!!!
Spoiler:
P.D. El modo tan chusco en que muere Eddy Caplan, de película de serie b mala, no puede ser que a un tío con tatas tablas, tanta calle, tanto mundo se le den de esa forma ridícula. Primero al malo malísimo una vez apresado le tienen que restregar que el hermano de Eddy está liberado, demasiado rebuscado, encima este villano está preso por los “buenos” pero no ha sido cacheado (que torpeza para alguien supuestamente inteligente), y luego Caplan se deja disparar sin respuesta, es que se ha tomado una valeriana y lo han omitido en el montaje? Final penoso para alguien tan duro como Eddy.
La puesta en escena resulta excelente, marcando la pauta la primera temporada, con el mugriento, sucio, y feista diseño de producción de Ambre Fernandez (“Asuntos pendientes” o “Los lioneses”), rodando mayormente en parís y alrededores, en la cuarta se amplían los escenarios naturales a Marsella, paseándonos por lugares sórdidos y tétricos en especie de reverso dela fachada esplendorosa de la Ciudad de la Luz, esto reforzado por la fotografía Denis Rouden (“Largo Winch” o “El secreto de Anthony Zimmer”), aportando un patinado de cromatismos fríos, grisáceos, negrunos, apagados, en muchos casos cielos nublados, en clara consonancia con el dramatismo imperante, además la cámara se erige en fundamental en sus ágiles movimientos a mano, todo esto en miscelánea con la edición adrenalítica de Raphaele Urtin (“Los ladrones” o “Los lioneses”).
En conjunto una serie desequilibrada por su brillante primera temporada, que en las posteriores emborrona parte de todo esto, pero aun así mantiene algunos de los elementos vivos para mantener la atención. Fuerza y honor!!!
Spoiler:
P.D. El modo tan chusco en que muere Eddy Caplan, de película de serie b mala, no puede ser que a un tío con tatas tablas, tanta calle, tanto mundo se le den de esa forma ridícula. Primero al malo malísimo una vez apresado le tienen que restregar que el hermano de Eddy está liberado, demasiado rebuscado, encima este villano está preso por los “buenos” pero no ha sido cacheado (que torpeza para alguien supuestamente inteligente), y luego Caplan se deja disparar sin respuesta, es que se ha tomado una valeriana y lo han omitido en el montaje? Final penoso para alguien tan duro como Eddy.