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Voto de TOM REGAN:
7
23 de febrero de 2023
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
50/21(21/02/23) Entretenido y solaz, aunque con sus desequilibrios este film dirigido y guionizado por el madrileño Edgar Neville, tras un ingenios prólogo, que parece embebido del arranque de la hitchcockiana “Murder” (1930), con esa calle popular que se llena de gente tras los gritos derivados de un crimen, para luego pasar al grueso de la trama narrada en flashback, luego desembocar en el presente en un divertido juicio, donde además se incrusta un flash back jugoso en que se da otro punto de vista del crimen. Mezcla (no siempre acertadamente, sobre todo en el apartado musical que descarrila más que el tren del Puente sobre el rio Kwai), el costumbrismo castizo madrileño, el drama, el policiaco, el drama judicial, la comedia y el musical, con sentidos giros de argumento que alimenta el atractivo. Basada libremente en una historia real sobre un famoso crimen en C/ Fuencarral 109 pero debido a la rígida censura se cambió a la calle Bordadores, en 1985 se rodó otra versión de los hechos para la serie RTVE “La Huella del Crimen: El Crimen de la Calle Fuencarral” de Angelino Fons y protagonizada por Carmen Maura, esta última basada en los hechos ocurridos el 1 de julio de 1888. Esta que abordo es considerado un ‘Sainete criminal’, perteneciente a la trilogía de Edgar Neville junto con “La Torre de Los Siete Jorobados” (1944), y “Martes De Carnaval” (1945).
Es un film con muchos puntos a su favor, desde ese reflejo del Madrid cañí de finales de SXIX, con buenos decorados, con los chulapones, las mujeres con mantones de manila, los organillos, los rizos postizos de tocados, los bares populares, las zarzuelas, el cante jondo, los chotis en La Bombilla (al son de Con una falda de percal planchá), los serenos (típicamente gallegos con sus frases alegóricas al grito de ‘Abajo Pontevedra!’, y respondidas en los tipismos con un: ‘Brindo por Galicia, en general’), los espectáculos en la Puerta del Sol de ‘juglares’ (en este caso Benigno Calatrava desglosando en viñetas el crimen) relatando en prosa crímenes famosos, paseos en calesa por el retiro, y todo ello adornado con personajes castizos, con su habla chulesca.
Roles pintorescos que aportan sustancia, desde un sensacional Manuel Luna como el gañán vividor Miguel, actor carismático, dueño de la pantalla en cada aparición, su viscosidad y modo de manipular resultan vibrantes, un pícaro que pretende vivir de las mujeres para ser un alegre mujeriego, sensacional su naturalidad, lástima que en el tramo final quede un tanto al margen; Tenemos a una bella chulapona Lola ‘La Billetera’ encarnada por una enérgica Mary Delgado, da vida a la Lola con mucha espontaneidad y raza; Una ricachona altiva Mariana a la que da vida una vigorosa Julia Lajos, estupenda como la insegura mujer de alta sociedad; Y Antonia Plana que embiste a una caída en desgracia criada Petra, la actriz está demasiado teatral, algo sobreactuada; Un microcosmos de personajes notablemente marcados entre el canallismo, las miserias, el patetismo, la mezquindad, los engaños, el azar, los celos, criticando la superioridad moral de las clases altas, estas fácilmente manipulables por desaprensivos. También hay lugar para la crítica a los medios de comunicación, en este caso a los periódicos del tiempo, ello sobre todo en una escena de reunión de reporteros en una sal que recuerda indefectiblemente a “Luna Nueva” (1940) de Howard Hawks.
Todo ello destilando en muchos momentos fresco humor, con mucho diálogo mordaz ingenioso en su réplicas y contrarréplicas, para derivar en un rush final un tanto insatisfactorio al ser complaciente. Casi 80 años después de su estreno (no sé si entonces) resultan chirriantes los fuera de lugar números musicales que se alargan sin sentido (notorio y de parón sonrojante es el tramo del tablao flamenco, donde incluso se hace el risible comentario, “que tendrá el flamenco que gusta a todo los españoles!”, propio de la oficina de turismo española), frenando en seco el buen ritmo del film, supongo eran concesión populista para amenizar las veladas de cine, pero hoy día resultan grimantes, te saca de la historia.
Posee un ritmo ágil, solo roto por los mencionados insertos musicales, que sin contar nada original, si lo hace con desparpajo y mucho sentido del humor, con mucho gracejo en las relaciones. Dando importancia Neville a esos momentos de cruces en las escaleras y rellanos, propio de cineastas como Fritz Lang o Hitchcock.
En este sentido es delicioso el tramo en el bar con Miguel y sus amigos con las muchachas, los ‘acercamientos’ depredadores de estos a ellas y las respuestas de estas, coronado esto con una pelea de celos fenomenal en su exposición cruda, aunque me sobra la canción (cantar el habanero Soldadito de Chiclana, compuesto expresamente para esta película por el maestro José Muñoz Molleda) que entona ‘La Billetera’, resulta descolocante. También son destacables en el apartado risas la declaración (creo se llamaba así) Don Matias (José Franco) relatando a los jueces su testimonio de los hechos con todo detallismo jocoso, o la gran aparición de la divina Julia Caba Alba en el patio de acusadas comentando el caso, con el divertido colofón final.
Es curioso el modo de afrontar el carácter de la mujer que tiene el film, lo vemos en diferentes vertientes. Tenemos a la ricachona Mariana, una viuda arrogante, clasista, envidiosa de la juventud de otras; Está la criada de Mariana, Petra, mujer que ha vivido mucho, teniendo un pasado triste, propio de un folletín, con un embarazo fuera del matrimonio por el que tuvo que abandonar a su hija, siendo adalid del cerril pensamiento de la sociedad;… (sigo en spoiler)
Es un film con muchos puntos a su favor, desde ese reflejo del Madrid cañí de finales de SXIX, con buenos decorados, con los chulapones, las mujeres con mantones de manila, los organillos, los rizos postizos de tocados, los bares populares, las zarzuelas, el cante jondo, los chotis en La Bombilla (al son de Con una falda de percal planchá), los serenos (típicamente gallegos con sus frases alegóricas al grito de ‘Abajo Pontevedra!’, y respondidas en los tipismos con un: ‘Brindo por Galicia, en general’), los espectáculos en la Puerta del Sol de ‘juglares’ (en este caso Benigno Calatrava desglosando en viñetas el crimen) relatando en prosa crímenes famosos, paseos en calesa por el retiro, y todo ello adornado con personajes castizos, con su habla chulesca.
Roles pintorescos que aportan sustancia, desde un sensacional Manuel Luna como el gañán vividor Miguel, actor carismático, dueño de la pantalla en cada aparición, su viscosidad y modo de manipular resultan vibrantes, un pícaro que pretende vivir de las mujeres para ser un alegre mujeriego, sensacional su naturalidad, lástima que en el tramo final quede un tanto al margen; Tenemos a una bella chulapona Lola ‘La Billetera’ encarnada por una enérgica Mary Delgado, da vida a la Lola con mucha espontaneidad y raza; Una ricachona altiva Mariana a la que da vida una vigorosa Julia Lajos, estupenda como la insegura mujer de alta sociedad; Y Antonia Plana que embiste a una caída en desgracia criada Petra, la actriz está demasiado teatral, algo sobreactuada; Un microcosmos de personajes notablemente marcados entre el canallismo, las miserias, el patetismo, la mezquindad, los engaños, el azar, los celos, criticando la superioridad moral de las clases altas, estas fácilmente manipulables por desaprensivos. También hay lugar para la crítica a los medios de comunicación, en este caso a los periódicos del tiempo, ello sobre todo en una escena de reunión de reporteros en una sal que recuerda indefectiblemente a “Luna Nueva” (1940) de Howard Hawks.
Todo ello destilando en muchos momentos fresco humor, con mucho diálogo mordaz ingenioso en su réplicas y contrarréplicas, para derivar en un rush final un tanto insatisfactorio al ser complaciente. Casi 80 años después de su estreno (no sé si entonces) resultan chirriantes los fuera de lugar números musicales que se alargan sin sentido (notorio y de parón sonrojante es el tramo del tablao flamenco, donde incluso se hace el risible comentario, “que tendrá el flamenco que gusta a todo los españoles!”, propio de la oficina de turismo española), frenando en seco el buen ritmo del film, supongo eran concesión populista para amenizar las veladas de cine, pero hoy día resultan grimantes, te saca de la historia.
Posee un ritmo ágil, solo roto por los mencionados insertos musicales, que sin contar nada original, si lo hace con desparpajo y mucho sentido del humor, con mucho gracejo en las relaciones. Dando importancia Neville a esos momentos de cruces en las escaleras y rellanos, propio de cineastas como Fritz Lang o Hitchcock.
En este sentido es delicioso el tramo en el bar con Miguel y sus amigos con las muchachas, los ‘acercamientos’ depredadores de estos a ellas y las respuestas de estas, coronado esto con una pelea de celos fenomenal en su exposición cruda, aunque me sobra la canción (cantar el habanero Soldadito de Chiclana, compuesto expresamente para esta película por el maestro José Muñoz Molleda) que entona ‘La Billetera’, resulta descolocante. También son destacables en el apartado risas la declaración (creo se llamaba así) Don Matias (José Franco) relatando a los jueces su testimonio de los hechos con todo detallismo jocoso, o la gran aparición de la divina Julia Caba Alba en el patio de acusadas comentando el caso, con el divertido colofón final.
Es curioso el modo de afrontar el carácter de la mujer que tiene el film, lo vemos en diferentes vertientes. Tenemos a la ricachona Mariana, una viuda arrogante, clasista, envidiosa de la juventud de otras; Está la criada de Mariana, Petra, mujer que ha vivido mucho, teniendo un pasado triste, propio de un folletín, con un embarazo fuera del matrimonio por el que tuvo que abandonar a su hija, siendo adalid del cerril pensamiento de la sociedad;… (sigo en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Y tenemos a Lola, mujer segura de sí misma, trabajadora, honesta, muy sobre todo visceral e impulsiva, como lo demuestra en la ‘gloriosa’ escena de la pelea de gatas, comienza llevando a su ‘pareja de baile’, la brasileña Teresa (en realidad la actriz gala Monique Thibaut) a un almacén, distraídamente se quita los pendientes, tras lo que comienza una batalla descacharrante que tuvo que ser muy transgresora en su momento, con tirones de pelos (arranque de moños incluidos), tuvo que despertar los bajos instintos en su momento, con ese colofón jocoso de ‘La Billetera’ sobre la ‘brasileña’ dándole de cachetes en el culo sobre los pololos mientras esta patalea; Asimismo, en este sentido ‘picarón’ impropio del año 46 es cuando Lola relata en el juicio lo que hizo la noche de autos al llegar a su residencia, como se desvistió, lo cuenta de forma cual, si lo estuviéramos viendo en plan striptease, ello mientras la cámara repasa los rostros de los leguleyos a los que solo les falta el hilo de saliva cayendo de la comisura de los labios.
Entre los defectos está el jugar con el azar hasta llegar a tener que suspender los niveles de credulidad (por supuesto alejados del caso real en que se basa). Esta vertiente (el que vea el film sabrá a que me refiero) hace que la parte final caiga en lo telenovelesco en su peor vertiente lacrimógena, hasta desembocar en un epílogo que es un tiro en el pie queriendo emocionar de modo manipulador. Aun así, no puede contrarrestar todo lo bueno visto hasta entonces.
El rodaje tuvo lugar en los estudios Madrid y Ciudad Lineal, también Neville filmó en varias calles madrileñas: Puerta del Sol, Plaza de la Cebada, entre otras.
Spoiler:
La película juega con el factor azar de forma exagerada cuando primero escuchamos la historia de Petra que le cuenta a su jefa, y posteriormente oímos a Lola entrelazar esto para demostrar ser la hija de esta. Esto hace que, en el juicio, cuando petra ve que van a inculpar a Lola, esta decida decir la verdad para dejarla libre a su hija. Oímos del juez que si hubiera un vínculo entre Petra y Lola sería un eximente (lo cual no entiendo), pero petra para mantener la mentira ante Lola de que su madre murió en un naufragio calla, siendo por esto condenada a muerte. Hay una elipsis uy vemos a Petra en su celda esperando la ejecución, y llega a visitarla Lola con su (formal) novio, esta le agrádese a Lola la salvara de ser ajusticiada. Petra es feliz de sentir el cariño de su hija, aunque esta no sabe que lo es. Se marcha Lola y Petra le dice al capellán que nunca ha sido más feliz, esto sería un buen final, algo folletinesco, pero con calado emocional, pero Neville coloca un epílogo sonrojante cuando antes que haya marchado por el pasillo Lola llega su abogado gritando que ha sido indultada, con lo que Lola se vuelve y se abraza a Petra, esto además de muy acomodaticio, resulta un insulto a los hechos reales en que se inspira, pues la verdadera (llamada realmente Higinia, y tenía solo 28 años, nada que ver con la mujer mayor que vemos) asesina fue ejecutada en el garrote vil el sábado 19 de julio de 1890 (Cerca de veinte mil personas asisten al acto. En los momentos previos a su muerte, Higinia gritó "¡Dolores, catorce mil duros!", frase cuya interpretación nunca ha sido satisfactoria).
‘El director Edgar Neville, conde de Berlanga de Duero, fue considerado uno de los mejores cineastas de la época franquista. Fue un notorio dramaturgo, guionista y director, Edgar optó por un humor no comprometido políticamente, cultivó en todos los géneros: teatral, poesía, novelas, cine, pintura y otros. Desde sus posiciones privilegiadas criticó sin dureza las costumbres de la burguesía de la época, a la que pertenecía Neville así como el kitsch y los hábitos absurdos.’
Buen film de entretenimiento y con gran espíritu costumbrista, de los que recuerdas con buen regusto, aun con sus lastres. Gloria Ucrania!!!
Entre los defectos está el jugar con el azar hasta llegar a tener que suspender los niveles de credulidad (por supuesto alejados del caso real en que se basa). Esta vertiente (el que vea el film sabrá a que me refiero) hace que la parte final caiga en lo telenovelesco en su peor vertiente lacrimógena, hasta desembocar en un epílogo que es un tiro en el pie queriendo emocionar de modo manipulador. Aun así, no puede contrarrestar todo lo bueno visto hasta entonces.
El rodaje tuvo lugar en los estudios Madrid y Ciudad Lineal, también Neville filmó en varias calles madrileñas: Puerta del Sol, Plaza de la Cebada, entre otras.
Spoiler:
La película juega con el factor azar de forma exagerada cuando primero escuchamos la historia de Petra que le cuenta a su jefa, y posteriormente oímos a Lola entrelazar esto para demostrar ser la hija de esta. Esto hace que, en el juicio, cuando petra ve que van a inculpar a Lola, esta decida decir la verdad para dejarla libre a su hija. Oímos del juez que si hubiera un vínculo entre Petra y Lola sería un eximente (lo cual no entiendo), pero petra para mantener la mentira ante Lola de que su madre murió en un naufragio calla, siendo por esto condenada a muerte. Hay una elipsis uy vemos a Petra en su celda esperando la ejecución, y llega a visitarla Lola con su (formal) novio, esta le agrádese a Lola la salvara de ser ajusticiada. Petra es feliz de sentir el cariño de su hija, aunque esta no sabe que lo es. Se marcha Lola y Petra le dice al capellán que nunca ha sido más feliz, esto sería un buen final, algo folletinesco, pero con calado emocional, pero Neville coloca un epílogo sonrojante cuando antes que haya marchado por el pasillo Lola llega su abogado gritando que ha sido indultada, con lo que Lola se vuelve y se abraza a Petra, esto además de muy acomodaticio, resulta un insulto a los hechos reales en que se inspira, pues la verdadera (llamada realmente Higinia, y tenía solo 28 años, nada que ver con la mujer mayor que vemos) asesina fue ejecutada en el garrote vil el sábado 19 de julio de 1890 (Cerca de veinte mil personas asisten al acto. En los momentos previos a su muerte, Higinia gritó "¡Dolores, catorce mil duros!", frase cuya interpretación nunca ha sido satisfactoria).
‘El director Edgar Neville, conde de Berlanga de Duero, fue considerado uno de los mejores cineastas de la época franquista. Fue un notorio dramaturgo, guionista y director, Edgar optó por un humor no comprometido políticamente, cultivó en todos los géneros: teatral, poesía, novelas, cine, pintura y otros. Desde sus posiciones privilegiadas criticó sin dureza las costumbres de la burguesía de la época, a la que pertenecía Neville así como el kitsch y los hábitos absurdos.’
Buen film de entretenimiento y con gran espíritu costumbrista, de los que recuerdas con buen regusto, aun con sus lastres. Gloria Ucrania!!!