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Voto de TOM REGAN:
7
7,8
8.534
Drama
En el Japón medieval, devastado por las guerras feudales, un vulgar ladrón es elegido para sustituir a un poderoso señor de la guerra, que acaba de morir. (FILMAFFINITY)
26 de septiembre de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
222/14(21/09/17) Sugestivo drama épico del maestro Akira Kurosawa, vuelca su vocación de artista pictórico en muchas de las escenas, en japonés el título (kagemusha) es un término usado para denotar un señuelo político, el relato guionizado por el director y por Masato Ide (“Barbarroja” o “Ran”) se establece en el período Sengoku de la historia japonesa y cuenta la historia de un criminal de clase baja al que se enseña a suplantar a un daimyō (soberano poderoso japonés) moribundo para disuadir a los señores opositores de atacar al clan vulnerable ante la falta de liderazgo, esto sirve para mostrar las luchas de poder, las intrigas palaciegas, el hedonista modo de vida de la aristocracia, de como este “kagemusha” se convierte en una reflexión sobre la verdadera identidad, sobre lo voluble de esta, de cómo el poder manosea a su antojo a los de “abajo”. El daimyō se basa en Takeda Shingen, y la película termina con la batalla culminante el 21 de mayo de 1575 de Nagashino (punto de inflexión del declive militar del clan Takeda), universo que AK mira con tanto afán crítico sobre su decadencia moral, como con cariño ante un tiempo pasado de grandeza. Film que se encuadra dentro de una trilogía no oficial sobre los Juegos de Tronos nipones en la Edad Feudal, esta entre “Trono de sangre” (1957) y Ran (1985), curiosamente estas dos bebiendo de William Shakespeare, y de esta que me ocupo no teniendo una base shakesperiana, se notan sus influencias en la narración embestida de diálogos profundos y cubriendo de un halo trágico su (demasiado extenso) metraje.Ganó la Palma de Oro en Festival de Cannes de 1980, siendo nominada al Oscar a Película de Idioma Extranjero. George Lucas y Francis Ford Coppola están acreditados al final de la película como productores ejecutivos en la versión internacional, esto es porque convencieron a 20th Century Fox para compensar un déficit en el presupuesto de la película cuando los productores originales, los Estudios Toho, no podían permitirse el lujo de completar la película, a cambio, 20th Century Fox recibió los derechos de distribución internacional de la película. La cinta adolece de falta de ritmo, de redundancia, de languidez en los usos protocolarios, lo cual repercute en estancamiento, le sobran minutos y le falta fluidez, aun así notable, pero pulir sus aristas la hubiera elevado. Se han trazado paralelismos entre el argumento y la vida de Kurosawa, por entonces atravesaba una depresión tras larga etapa que no encontraba apoyos para financiar sus proyectos, lo que llegó a provocar un intento de suicidio (el 22 de diciembre de 1971, se cortó las muñecas y la garganta varias veces), por lo que se entiende el velo de melancolía desesperanzada con que envuelve la historia. Shintarô Katsu fue el actor elegido para el papel principal, pero tras presentarse el primer día con una cámara de vídeo para grabar su actuación - con la intención de emplearla en las clases de interpretación que impartía - Kurosawa le despidió.
En período japonés de Sengoku, Takeda Shingen, daimyō del clan Takeda (notable Tatsuya Nakadai), se reúne con su hermano Nobukado (estupendo Tsutomu Yamazaki), y un ladrón sin nombre (Tatsuya Nakadai), que este último encontró por casualidad y salvó de la crucifixión debido a su asombrosa con Shingen. Los hermanos convienen en utilizarlo como kagemusha, doble a conveniencia del Shingen. Tendrán importancia en el relato los rivales de Shingen, Nobunaga Oda (Daisuke Ryû); Tokugawa Ieyasu (Masayuki Yui); y Uesugi Kenshin (Eiichi Kanakubo).
La cinta posee un arranque que marca el tono general de la película, un plano sostenido de seis minutos con tres personajes sentados l modo japonés frente a la cámara, los hermanos Takeda hablan sobre el tercero que está en silencio, del enorme parecido con Shingen, de donde lo ha encontrado Nobukado, de cómo lo pueden utilizar a su conveniencia, todo en un nivel pausado cuasi-litúrgico, esto mientras en segundo plano vemos al que está callado hacer tímidos gestos de desaprobación, hasta que de improvisto el que permanece mudo estalla de modo agrio, con aspavientos, marcando el contraste entre la clase alta fría y los modos de la clase baja, asimismo de cómo el poder puede disponer a su antojo de los más desfavorecidos, ello apelando a una manipulada lealtad de vida.
El film nos habla de temas como la dignidad, el despotismo, las falsas apariencias, el liderazgo, el honor, la valentía, el clasismo, la megalomanía, la ambición, o como el sentido de la vida, siendo el núcleo la metamorfosis que sufre el ladrón hacia convertirse en la persona que suplanta, ello lo hace de modo gradual, asistiendo a varios estados de ánimo en este viaje de transformación, incluso con momentos oníricos que proyectan los complejos de la sombra de su alter ego, del embrujo del poder y su sugestión. Para esta mutación es clave la impresionante batalla nocturna en que el suplantador sufre una epifanía al percibir la Grandeza de la persona a la que dobla, ello asumiendo como suya la pose de Montaña sentado impertérrito observando inmóvil la contienda, ello aunque guerreros enemigos se acercan para acabar con él, se mantiene firme en su asiento, mientras decenas de fieles de sus guardaespaldas lo protegen con su cuerpo, muriendo en la misión, al observar este sacrificio asume el significado de Shingen.
Ello en un desarrollo épico, exhibiendo la opulencia protocolaria de la alta aristocracia con profusa solemnidad, con elegancia y muchos punzantes silencios que desbordan tono intimista, con incisiva densidad, en su debe que esto se maximiza demasiado, derivando en cierta lentitud, y es que sus tres horas de duración son exageradas páralo que se cuenta.
Existe una intensidad muy marcada, un enfoque elegiaco mezclando lo lírico intimista con lo homérico de las batallas, de los movimientos de masas, de las excelentes coreografías bélicas, una visión crepuscular del declive de las antiguas formas japonesas,… (sigue en spoiler)
En período japonés de Sengoku, Takeda Shingen, daimyō del clan Takeda (notable Tatsuya Nakadai), se reúne con su hermano Nobukado (estupendo Tsutomu Yamazaki), y un ladrón sin nombre (Tatsuya Nakadai), que este último encontró por casualidad y salvó de la crucifixión debido a su asombrosa con Shingen. Los hermanos convienen en utilizarlo como kagemusha, doble a conveniencia del Shingen. Tendrán importancia en el relato los rivales de Shingen, Nobunaga Oda (Daisuke Ryû); Tokugawa Ieyasu (Masayuki Yui); y Uesugi Kenshin (Eiichi Kanakubo).
La cinta posee un arranque que marca el tono general de la película, un plano sostenido de seis minutos con tres personajes sentados l modo japonés frente a la cámara, los hermanos Takeda hablan sobre el tercero que está en silencio, del enorme parecido con Shingen, de donde lo ha encontrado Nobukado, de cómo lo pueden utilizar a su conveniencia, todo en un nivel pausado cuasi-litúrgico, esto mientras en segundo plano vemos al que está callado hacer tímidos gestos de desaprobación, hasta que de improvisto el que permanece mudo estalla de modo agrio, con aspavientos, marcando el contraste entre la clase alta fría y los modos de la clase baja, asimismo de cómo el poder puede disponer a su antojo de los más desfavorecidos, ello apelando a una manipulada lealtad de vida.
El film nos habla de temas como la dignidad, el despotismo, las falsas apariencias, el liderazgo, el honor, la valentía, el clasismo, la megalomanía, la ambición, o como el sentido de la vida, siendo el núcleo la metamorfosis que sufre el ladrón hacia convertirse en la persona que suplanta, ello lo hace de modo gradual, asistiendo a varios estados de ánimo en este viaje de transformación, incluso con momentos oníricos que proyectan los complejos de la sombra de su alter ego, del embrujo del poder y su sugestión. Para esta mutación es clave la impresionante batalla nocturna en que el suplantador sufre una epifanía al percibir la Grandeza de la persona a la que dobla, ello asumiendo como suya la pose de Montaña sentado impertérrito observando inmóvil la contienda, ello aunque guerreros enemigos se acercan para acabar con él, se mantiene firme en su asiento, mientras decenas de fieles de sus guardaespaldas lo protegen con su cuerpo, muriendo en la misión, al observar este sacrificio asume el significado de Shingen.
Ello en un desarrollo épico, exhibiendo la opulencia protocolaria de la alta aristocracia con profusa solemnidad, con elegancia y muchos punzantes silencios que desbordan tono intimista, con incisiva densidad, en su debe que esto se maximiza demasiado, derivando en cierta lentitud, y es que sus tres horas de duración son exageradas páralo que se cuenta.
Existe una intensidad muy marcada, un enfoque elegiaco mezclando lo lírico intimista con lo homérico de las batallas, de los movimientos de masas, de las excelentes coreografías bélicas, una visión crepuscular del declive de las antiguas formas japonesas,… (sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
… de la incursión occidental que se ve en los misioneros y evangelizadores cristianos y en los arcabuces con que los lusos proveyeron a los nipones, con lo que se convierte en una mirada amarga al progreso que aplasta las viejas costumbres.
El desequilibrado ritmo es su peor enemigo, amalgamando brillantes secuencias con otras que se sienten pesadas y remasticadas (innecesarias),los años y los fracasos fueron amargando el carácter del vitalista y humanista Kurosawa, y esto se refleja en esta obra, emitiendo amargura y con ello pesadez narrativa, provocando hastiar al espectador en ciertos tramos (por lo menos a mí).
La puesta en escena resulta sobresaliente para transmitir el estado de ánimo tristón, recreando con fastuosidad pictórica la era, con una excelente dirección artística de Yoshirô Muraki (“Ran” o “Los sueños de Akira Kurosawa”), rodando en Japón (Himeji Castle, Iga Ueno Castle, Kumamoto Castle, Gotemba, Hokkaido, Yuhara Plain, y en los Toho Studios-Tokyo), con castillos ampulosos y hermosos, con marchas militares y los estandartes mecidos por el viento, esta inmersión en la época reforzada por el bello vestuario creado por Seiichiro Hagakusawa. Esto enaltecido por la formidable fotografía de Takao Saitô (“El Infierno del odio” o “Ran”), con un tratamiento de los cromatismos espectacular, pintando cuadros de una beldad sibarita, sobre todo quedará para la eternidad la batalla nocturna narrada visualmente con momentos de surrealismo visual, con esos falsos fondos rojos, perfilando secuencias cual sombras chinescas (de las que seguramente bebió Coppola para su “Drácula”), con cielos rojizos (crepusculares), figuras perfiladas a contraluz, este surrealismo atomizado también en la escena de la pesadilla, jugando la cámara con los fueras de campo (ejemplo la batalla final), con las tomas estáticas cuasi-teatrales potenciado el intimismo, con tomas llenas de simbolismos (momento que el doble se levanta después de la escena con mujeres y se muestra mediante movimiento de cámara ascendente que la sombra le persigue), o como es reseñable el uso kurosawaiano (perdón por el palabro) de los elementos climáticos, epítome la lluvia en que es “despedido” el Kagemusha.
Spoiler:
Momento recordable: La recreación original de la histórica Batalla de Nagashino, el clímax del film, asistimos al enfrentamiento fuera de campo, desde la visión cerrada del nuevo Shingen, la nueva Montaña, vemos las cargas de caballería e infantería partir hacia el choque contra las tropas enemigas, oímos los sonidos de los disparos delos arcabuces defensores, vemos al kagemusha (vestido con harapos) escondido entre matorrales que observa la contienda, pero no vemos la lucha, la batalla concluye y la cámara se mueve al campo de batalla, entonces vemos la carnicería cientos de cuerpos yacen muertos y casi, caballos heridos o fallecidos, un panorama regado de sangre, el horror de la Guerra en toda su crudeza, despojada de heroísmo, entonces la cámara torna a la posición de la Montaña, esta se ha movido, no ha tenido la dignidad y orgullo no solo de su padre, tampoco de su alter ego, representativo de la decadencia moral. El kagemusha asolado por la caída del clan Takeda coge una lanza y corre hacia el enemigo de modo demencial, es disparado letalmente, tambaleante llega a un río, allí cae muerto y flotando pasa al lado del estandarte delos Takeda que yacen el agua, alegoría del Fin de un tiempo y un clan. Según Lucas, Kurosawa usó 5.000 extras para la secuencia final de la batalla.
Kurosawa trabajó para la compañía de Whiskey Suntory con el fin de conseguir financiación para este film. Hizo diversos anuncios para ellos en el mismo plató de Kagemusha.
Buen film del “Emperador” (así se conocía a Kurosawa), al que le falta tijera para que sea sólido y no se haga pesado de digerir en ciertos tramos, sintiéndose por momento un “Corte del Director”, versión alargada delo que debía haber sido. Fuerza y honor!!!
El desequilibrado ritmo es su peor enemigo, amalgamando brillantes secuencias con otras que se sienten pesadas y remasticadas (innecesarias),los años y los fracasos fueron amargando el carácter del vitalista y humanista Kurosawa, y esto se refleja en esta obra, emitiendo amargura y con ello pesadez narrativa, provocando hastiar al espectador en ciertos tramos (por lo menos a mí).
La puesta en escena resulta sobresaliente para transmitir el estado de ánimo tristón, recreando con fastuosidad pictórica la era, con una excelente dirección artística de Yoshirô Muraki (“Ran” o “Los sueños de Akira Kurosawa”), rodando en Japón (Himeji Castle, Iga Ueno Castle, Kumamoto Castle, Gotemba, Hokkaido, Yuhara Plain, y en los Toho Studios-Tokyo), con castillos ampulosos y hermosos, con marchas militares y los estandartes mecidos por el viento, esta inmersión en la época reforzada por el bello vestuario creado por Seiichiro Hagakusawa. Esto enaltecido por la formidable fotografía de Takao Saitô (“El Infierno del odio” o “Ran”), con un tratamiento de los cromatismos espectacular, pintando cuadros de una beldad sibarita, sobre todo quedará para la eternidad la batalla nocturna narrada visualmente con momentos de surrealismo visual, con esos falsos fondos rojos, perfilando secuencias cual sombras chinescas (de las que seguramente bebió Coppola para su “Drácula”), con cielos rojizos (crepusculares), figuras perfiladas a contraluz, este surrealismo atomizado también en la escena de la pesadilla, jugando la cámara con los fueras de campo (ejemplo la batalla final), con las tomas estáticas cuasi-teatrales potenciado el intimismo, con tomas llenas de simbolismos (momento que el doble se levanta después de la escena con mujeres y se muestra mediante movimiento de cámara ascendente que la sombra le persigue), o como es reseñable el uso kurosawaiano (perdón por el palabro) de los elementos climáticos, epítome la lluvia en que es “despedido” el Kagemusha.
Spoiler:
Momento recordable: La recreación original de la histórica Batalla de Nagashino, el clímax del film, asistimos al enfrentamiento fuera de campo, desde la visión cerrada del nuevo Shingen, la nueva Montaña, vemos las cargas de caballería e infantería partir hacia el choque contra las tropas enemigas, oímos los sonidos de los disparos delos arcabuces defensores, vemos al kagemusha (vestido con harapos) escondido entre matorrales que observa la contienda, pero no vemos la lucha, la batalla concluye y la cámara se mueve al campo de batalla, entonces vemos la carnicería cientos de cuerpos yacen muertos y casi, caballos heridos o fallecidos, un panorama regado de sangre, el horror de la Guerra en toda su crudeza, despojada de heroísmo, entonces la cámara torna a la posición de la Montaña, esta se ha movido, no ha tenido la dignidad y orgullo no solo de su padre, tampoco de su alter ego, representativo de la decadencia moral. El kagemusha asolado por la caída del clan Takeda coge una lanza y corre hacia el enemigo de modo demencial, es disparado letalmente, tambaleante llega a un río, allí cae muerto y flotando pasa al lado del estandarte delos Takeda que yacen el agua, alegoría del Fin de un tiempo y un clan. Según Lucas, Kurosawa usó 5.000 extras para la secuencia final de la batalla.
Kurosawa trabajó para la compañía de Whiskey Suntory con el fin de conseguir financiación para este film. Hizo diversos anuncios para ellos en el mismo plató de Kagemusha.
Buen film del “Emperador” (así se conocía a Kurosawa), al que le falta tijera para que sea sólido y no se haga pesado de digerir en ciertos tramos, sintiéndose por momento un “Corte del Director”, versión alargada delo que debía haber sido. Fuerza y honor!!!