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Voto de TOM REGAN:
6
7,3
1.986
Drama. Romance
Melodrama que denuncia la hipocresía y los prejuicios morales de la sociedad a través de la historia de Marie St. Clair (Edna Purviance), un sencilla joven de un pequeño pueblo francés enamorada de un pintor. Primer drama del maestro Chaplin que dirigió para la United Artists, productora y distribuidora creada entre otros por él mismo. (FILMAFFINITY)
7 de enero de 2017
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
264/32(30/12/16) Atrevida y singular obra del genial Charles Chaplin, primero por su temática, se habla de mujeres vividoras y frívolas (prostitutas de lujo), hay fiestas bacanales, sexo presente en una clara referencia a orgías, esto provocó fuera en su estreno un escándalo, siendo prohibida en quince estados USA. Lo de singular es por ser la única cinta del polifacético artista en que todo es un drama sórdido, no hay atisbo (salvo un par de apuntes) de humor, sumándose como bien se encarga de decir el preámbulo de la cinta no actúa Chaplin (hace un cameo fugaz como portero en la estación de tren), solo dirige, Chaplin quería demostrar que estaba dotado para el melodrama. En la cinta con guión del propio Chaplin, inspirándose en una breve romance con una chica, Peggy Hopkins Joyce, seductora en serie que se casó seis veces y tuvo relaciones con varios hombres de alto perfil, incluyendo el propio Chaplin. El realizador habla de la doble moral de la sociedad, de su hipocresía, de su conservadurismo, de su clasismo, de nihilismo, de su superficialidad, y sobre todo de la decadencia de la clase alta, lo hace con un clásico relato de romance de manual, chico conoce chica, chico se enamora de chica, ..., en lo que es lineal y envejecido por el tiempo, salvando de lo escueto algunos momentos apreciables que dan fuerza a la cinta, pero que en su mensaje queda algo simplista, su final es muy burdo y chirriante, siendo un lastre penoso para el conjunto, desvirtuando lo visto. Chaplin le dio protagonismo a su musa Edna Purviance en un esfuerzo para ayudar a lanzarla en papeles dramáticos, siendo fracaso este intento, además de ser su última colaboración con Chaplin, jamás volvió a interpretar un rol de relevancia, si aprovechó sus minutos en pantalla Adolphe Menjou, papel que borda de sofisticado y cínico millonario. La cinta a pesar de tener buenas críticas fue un fracaso comercial en USA, aunque en Europa obtuvo buena taquilla. Chaplin la restauró dos años antes de morir con una nueva banda sonora, suprimió del inmaculado negativo del film, el rótulo inicial que decía: “La humanidad no se compone de héroes y villanos, sino de hombres y mujeres, y todas sus pasiones, buenas o malas, les han sido dadas por Dios. Su pecado es sólo ceguera y el ignorante condena sus errores, pero el sabio se apiada de ellos”. Soy de la opinión que si esta cinta no la hubiera hecho Chaplin se hubiera perdido en el tiempo, pues me es sobrevalorada, pienso como de Woody Allen cuando hace dramas sombríos, si tienes el Don de la comedia (como lo tenía Chaplin), no nos prives de él, explótalo con esa ingeniosa mezcla entre el humor y el patetismo que tan bien mezclaba este londinense.
Chaplin, aunque en tono dramático, vuelve a uno de sus mantras, colisionar diferentes estratos sociales, la clase alta frente a la baja, el conservadurismo frente al libertinaje, o la sencilla vida en los pueblos de provincia frente a la decadencia moral de las capitales. En su momento fue una cinta embestida de gran modernidad que alteró a la puritana opinión pública estadounidense, haciendo desfilar por la pantalla a mujeres autosuficientes que no dudan en tener amantes para que las mantengan sus lujos, fiestas en que la moral se distrae, asistimos incluso (en fuera de campo) a un striptease, ello para criticar a unos y a otros, al libertinaje decadente de la clase alta y al conservadurismo puritano. Chaplín convierte en anti-heroína a una mujer que se ha sentido rechazada por su familia (su padre, no sabremos nada de su madre), y por su novio (al menos eso creyó ella), y se rebela no dejando ya que el amor la gobierne, y solo el pragmatismo sea su modus vivendi, para ello debe ser una cortesana, pero Chaplin la enfrenta a la encrucijada de la nostalgia de la sencillez que representa su amor a Jean, en colisión con la comodidad (de dinero) le proporciona su amante Pierre. Este dilema moral queda bien reflejado, gran fuerza emocional en su primer encuentro en París en el modesto apartamento del pintor, en sus sensibles rostros, en cómo se enfrenta al cínico Pierre Revel, pero luego la catarsis que se produce me queda algo forzada, el súmmum es su conclusión.
Chaplin demuestra gran elegancia y saber cinematográfico en el estilo en que encara el film, aporta formidable elipsis temporal de un año, desde que Marie se sube al tren a París y la volvemos a ver elegante del brazo de Pierre Revel entrar en un lujoso restaurante, no nos hace falta ver el camino, si no el resultado final, esto aporta ritmo. Muy buena dirección de actores, sin histrionismos, todo sutilezas, describiendo emociones con discreción, destacando un Adolphe Menjou extraordinario, rol que podría haber caído en la caricatura simplona, aquí es un tipo mordaz, sin maldad, nihilista, frívolo, solo quiere disfrutar de la vida, no es un villano, es una opción de vida (gracias a su plata). Edna Purviance demuestra sensibilidad para emitir todo un arco de sensaciones que te llegan, atrapada entre el mundo superficial que ha construido para sí y la añoranza del amor perdido. Carl Miller cumple bien con el pintor que se debate entre dos amores, el de su antigua novia y el de su madre.
Destacable como Chaplin da importancia en este mundo decadente de la clase alta parisina a los sirvientes, los camareros, la masajista, sublime el gourmet cuando sirven trufas a los ricachones dice "una delicadeza para los cerdos (las trufas) y los caballeros", ya que son arrancados de la tierra por los cerdos. Hay un par de toques más incisivos humorísticos marca Chaplin, fusiona como él solo sabe el humor con el patetismo humano: Cuando Marie visita por casualidad a Jean en París, este busca un trapo que ofrecerle a Marie para no se ensucie, todos los que coge están rotos, ve uno doblado y se lo da a Marie, lo despliega y se lo pone en el regazo, Jean se da cuenta tiene un agujero, Marie no lo ve y charla relajada, Jean se lo quita distraídamente antes que se dé cuenta;... (sigue en spoiler)
Chaplin, aunque en tono dramático, vuelve a uno de sus mantras, colisionar diferentes estratos sociales, la clase alta frente a la baja, el conservadurismo frente al libertinaje, o la sencilla vida en los pueblos de provincia frente a la decadencia moral de las capitales. En su momento fue una cinta embestida de gran modernidad que alteró a la puritana opinión pública estadounidense, haciendo desfilar por la pantalla a mujeres autosuficientes que no dudan en tener amantes para que las mantengan sus lujos, fiestas en que la moral se distrae, asistimos incluso (en fuera de campo) a un striptease, ello para criticar a unos y a otros, al libertinaje decadente de la clase alta y al conservadurismo puritano. Chaplín convierte en anti-heroína a una mujer que se ha sentido rechazada por su familia (su padre, no sabremos nada de su madre), y por su novio (al menos eso creyó ella), y se rebela no dejando ya que el amor la gobierne, y solo el pragmatismo sea su modus vivendi, para ello debe ser una cortesana, pero Chaplin la enfrenta a la encrucijada de la nostalgia de la sencillez que representa su amor a Jean, en colisión con la comodidad (de dinero) le proporciona su amante Pierre. Este dilema moral queda bien reflejado, gran fuerza emocional en su primer encuentro en París en el modesto apartamento del pintor, en sus sensibles rostros, en cómo se enfrenta al cínico Pierre Revel, pero luego la catarsis que se produce me queda algo forzada, el súmmum es su conclusión.
Chaplin demuestra gran elegancia y saber cinematográfico en el estilo en que encara el film, aporta formidable elipsis temporal de un año, desde que Marie se sube al tren a París y la volvemos a ver elegante del brazo de Pierre Revel entrar en un lujoso restaurante, no nos hace falta ver el camino, si no el resultado final, esto aporta ritmo. Muy buena dirección de actores, sin histrionismos, todo sutilezas, describiendo emociones con discreción, destacando un Adolphe Menjou extraordinario, rol que podría haber caído en la caricatura simplona, aquí es un tipo mordaz, sin maldad, nihilista, frívolo, solo quiere disfrutar de la vida, no es un villano, es una opción de vida (gracias a su plata). Edna Purviance demuestra sensibilidad para emitir todo un arco de sensaciones que te llegan, atrapada entre el mundo superficial que ha construido para sí y la añoranza del amor perdido. Carl Miller cumple bien con el pintor que se debate entre dos amores, el de su antigua novia y el de su madre.
Destacable como Chaplin da importancia en este mundo decadente de la clase alta parisina a los sirvientes, los camareros, la masajista, sublime el gourmet cuando sirven trufas a los ricachones dice "una delicadeza para los cerdos (las trufas) y los caballeros", ya que son arrancados de la tierra por los cerdos. Hay un par de toques más incisivos humorísticos marca Chaplin, fusiona como él solo sabe el humor con el patetismo humano: Cuando Marie visita por casualidad a Jean en París, este busca un trapo que ofrecerle a Marie para no se ensucie, todos los que coge están rotos, ve uno doblado y se lo da a Marie, lo despliega y se lo pone en el regazo, Jean se da cuenta tiene un agujero, Marie no lo ve y charla relajada, Jean se lo quita distraídamente antes que se dé cuenta;... (sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
... Y cuando en un ataque de dignidad y orgullo discutiendo Marie con Pierre, para mostrarle ella a él que no le importan los lujos lanza un collar de perlas por la ventana a la calle, Marie ve un vagabundo que pasa por allí y lo coge llevándoselo, Marie corre afuera a perseguir al tipo para quitárselo, siendo a su vez perseguida ella por un perro; Sibilinas muestras del talento fascinante de Chaplin para con humor entrar en las mezquindades de la Condición Humana.
Chaplin aporta enorme sensibilidad visual, derrocha buen gusto: Como cuando al principio Marie espera en la estación de tren a Jean, la llegada del tren sólo se muestra por las luces reflejadas en las ventanas de la estación; Cuando Jean se prepara para ir a matar al Pierre, sólo se muestran las balas, no la pistola; Marie es masajeada mientras cotillea con sus amigas, vemos la escena en fuera de campo a través del rostro desaprobador de la masajista; Y es que la puesta en escena es brillante para los cánones de la época, con dirección artística de Arthur Stibolt, rodándose en los Estudios Chaplin de Hollywood, con algunas escenas exteriores filmadas en los apartamentos Ansonia y Lake Street (Los Ángeles, California), recreando el mundo hedonista de la clase alta, sus lujosos restaurantes, apartamentos, mansiones, vestimentas, todo realzado por la fotografía de Roland Totheroh (“La quimera del oro”), y Jack Wilson (“El chico”), muestran la sutileza arriba referida, con iluminaciones que beben del expresionismo alemán (sobre todo en la noche), con elegantes fuera de plano, con angulaciones pioneras para su tiempo, con expresivos primeros planos de los actores que extraen lo mejor de ellos,
Taras: Falta introspección a los protagonistas, no se sabe por qué Marie y Jean quieren huir a París, que ha sido de la madre de Marie, porque no se casan en su pueblo y después si quieren se van a la capital, porque el padre de él la rechaza a ella, porque el padre de ella la encierra en su dormitorio, porque Jean cuando va a la estación de tren con Marie no lleva consigo su equipaje, y tiene que volver a por él, forzado recurso. Porque ella no puede pensar que a Jean le ha pasado algo por el camino o en su casa con el padre, y piensa la han abandonado, tantos porqués en el primer tramo, un peso muerto; Luego su historia me parece convencional (chico encuentra chica, chico encuentra chica...), dilema moral de ella muy simplista, no me llega a emocionar, ella por una buscavidas y él un calzonazos de su madre; El remate es el final USA, menuda bazofia, en una absurda elipsis vemos a Marie y la madre de Jean llevando un hospicio en el campo (otra vez la grieta entre lo rural como bueno y lo urbano como malo) para niños, o sea dándole la razón a la madre que no quería a Marie por su disoluta vida, en realidad fue la madre la que provocó con su sinrazón el suicidio de su hijo, esta mujer no creía en la redención de las personas, muy rancio mensaje final, además de crujir más que las torres gemelas al desplomarse.
Spoiler:
Particularidad del film es que se distribuyó con dos finales diferentes. Para el público estadounidense, un final moral: Después del suicidio de Jean, Marie dejó París con su madre y comenzó un pequeño orfanato (intertítulo, «el secreto de la felicidad está al servicio de los demás». Para el público europeo un final inmoral con Marie volviendo a su vida de rica ociosidad con Pierre. Este final mucho más coherente y no tan mojigato, ñoño y políticamente correcto, da dimensión más realista y no de metida con calzador, dando la razón a la moral ultraconservadora de la época, una conclusión USA que se pega un tiro en el pie, precisamente el que he visto yo, desgraciadamente.
Sobrevalorada cinta, que quizás le tengo algo de inquina por sustraernos del humor “Chaplin”, lo que lo hacía único. Fuerza y honor!!!
Para leer sobre más sobre el film ir a: http://tomregan.blogspot.com/2017/01/una-mujer-de-paris.html
Chaplin aporta enorme sensibilidad visual, derrocha buen gusto: Como cuando al principio Marie espera en la estación de tren a Jean, la llegada del tren sólo se muestra por las luces reflejadas en las ventanas de la estación; Cuando Jean se prepara para ir a matar al Pierre, sólo se muestran las balas, no la pistola; Marie es masajeada mientras cotillea con sus amigas, vemos la escena en fuera de campo a través del rostro desaprobador de la masajista; Y es que la puesta en escena es brillante para los cánones de la época, con dirección artística de Arthur Stibolt, rodándose en los Estudios Chaplin de Hollywood, con algunas escenas exteriores filmadas en los apartamentos Ansonia y Lake Street (Los Ángeles, California), recreando el mundo hedonista de la clase alta, sus lujosos restaurantes, apartamentos, mansiones, vestimentas, todo realzado por la fotografía de Roland Totheroh (“La quimera del oro”), y Jack Wilson (“El chico”), muestran la sutileza arriba referida, con iluminaciones que beben del expresionismo alemán (sobre todo en la noche), con elegantes fuera de plano, con angulaciones pioneras para su tiempo, con expresivos primeros planos de los actores que extraen lo mejor de ellos,
Taras: Falta introspección a los protagonistas, no se sabe por qué Marie y Jean quieren huir a París, que ha sido de la madre de Marie, porque no se casan en su pueblo y después si quieren se van a la capital, porque el padre de él la rechaza a ella, porque el padre de ella la encierra en su dormitorio, porque Jean cuando va a la estación de tren con Marie no lleva consigo su equipaje, y tiene que volver a por él, forzado recurso. Porque ella no puede pensar que a Jean le ha pasado algo por el camino o en su casa con el padre, y piensa la han abandonado, tantos porqués en el primer tramo, un peso muerto; Luego su historia me parece convencional (chico encuentra chica, chico encuentra chica...), dilema moral de ella muy simplista, no me llega a emocionar, ella por una buscavidas y él un calzonazos de su madre; El remate es el final USA, menuda bazofia, en una absurda elipsis vemos a Marie y la madre de Jean llevando un hospicio en el campo (otra vez la grieta entre lo rural como bueno y lo urbano como malo) para niños, o sea dándole la razón a la madre que no quería a Marie por su disoluta vida, en realidad fue la madre la que provocó con su sinrazón el suicidio de su hijo, esta mujer no creía en la redención de las personas, muy rancio mensaje final, además de crujir más que las torres gemelas al desplomarse.
Spoiler:
Particularidad del film es que se distribuyó con dos finales diferentes. Para el público estadounidense, un final moral: Después del suicidio de Jean, Marie dejó París con su madre y comenzó un pequeño orfanato (intertítulo, «el secreto de la felicidad está al servicio de los demás». Para el público europeo un final inmoral con Marie volviendo a su vida de rica ociosidad con Pierre. Este final mucho más coherente y no tan mojigato, ñoño y políticamente correcto, da dimensión más realista y no de metida con calzador, dando la razón a la moral ultraconservadora de la época, una conclusión USA que se pega un tiro en el pie, precisamente el que he visto yo, desgraciadamente.
Sobrevalorada cinta, que quizás le tengo algo de inquina por sustraernos del humor “Chaplin”, lo que lo hacía único. Fuerza y honor!!!
Para leer sobre más sobre el film ir a: http://tomregan.blogspot.com/2017/01/una-mujer-de-paris.html