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Tajikistan Tajikistan · Demonlandia
Voto de Neathara:
7
Acción. Romance. Fantástico Corre el año 859 d.C. y la dinastía Tang, una vez floreciente, ha entrado en decadencia. El malestar se extiende por todo el país, y el corrupto gobierno tiene que enfrentarse en todas partes con ejércitos rebeldes. El más poderoso es el de la "Casa de las Dagas Voladoras", que se está haciendo cada vez más fuerte gracias a un nuevo y misterioso líder. Dos capitanes, Leo y Jin, reciben la orden de capturarlo y para ello elaboran un ... [+]
18 de abril de 2009
37 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una pena que ya se nos hayan acostumbrado los ojos a la espectacularidad sin ambages en el cine, porque si bien "La casa de las dagas voladoras" es una ordalía visual de magnitudes épicas, me temo que antes ya habíamos visto "Hero" y "Tigre y Dragón" e incluso, sí, "El señor de los anillos" y la capacidad de quedarse con la boca abierta va disminuyendo con la costumbre. Pero esto no impide disfrutar a lo grande del despliegue de maravillas con las que se alimenta a nuestros ojos aquí.

Pero eso sí, hay que escarbar bien para separar el grano de la paja. Yo cometí el error (habitual en los espectadores occidentales) de tratar de entender el críptico culebrón chino del que supuestamente va la cosa, un incomprensible lío de razzias orientales perpetrado con gente de nombres imposibles de recordar como Txa-txo, Hso-Hsin o Puh-Tong, en el momento en que ya decidí que mi inteligencia no daba para tanto empecé a disfrutar de verdad de la película. Y es que hay mucho que disfrutar, mismamente habría que inventar el género combate poético para esas escenas de gente que parece hacer de todo -volar, bailar, hacer el amor- menos luchar.

La fealdad parece haber sido desterrada de este filme. No hay un solo momento ingrato para la vista, cada segundo parece haber sido calculado para enaltecer el equilibrio de elementos preciso y necesario para componer una imagen de hermosura perfecta. Todo parece estar en su sitio, cada movimiento, cada color, cada gota de agua. Puro feng-shui cinematográfico. A ratos más abrumador que balsámico.

Pero al final, conociendo que hay relleno como para surtir a una fábrica de almohadas, sólo me quedo con esa historia de amor que parece aún más grande cuando emerge del más puro sentido de la maravilla.
Neathara
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