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España España · ZARAGOZA
Voto de JABATIN:
8
Thriller. Drama Arthur Fleck (Phoenix) vive en Gotham con su madre, y su única motivación en la vida es hacer reír a la gente. Actúa haciendo de payaso en pequeños trabajos, pero tiene problemas mentales que hacen que la gente le vea como un bicho raro. Su gran sueño es actuar como cómico delante del público, pero una serie de trágicos acontecimientos le hará ir incrementando su ira contra una sociedad que le ignora. (FILMAFFINITY)
14 de octubre de 2019
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Donde reside la esencia de la locura?
¿cuando una expresión de afecto te convierte en debil?, ¿cuando el latido del corazón ante una sorpresa se transforma en incertidumbre?
El mundo “jokercitivo” es definido con pena telúrica; la inmanencia del que ya ha sobrepasado las fronteras del dolor, alguien sin referentes que no encaja en la sociedad, pero encaja golpe tras golpe.
La historia parece reirse de nuestro autocontrol, del humano que vende su alma al diablo por ser joven y bello pero recurre mindfulness para soportarse. Que acude al convencionalismo del coach de turno para no hablar con su padre de lo inútil que siente; el payaso, la sombra de la nuestra conciencia colectiva, es vigilado por el rabillo del ojo cuando antes era el espejo con el que hacímos cura de humildad.
Juguemos otra vez a poner etiquetas psicológicas al hombre, al pagano de turno, a nuestro vecino rarito.
Pongámonos a mirar con desdén al creador y al actor, a censurar una risa que nos parece despiadada, a oler emociones. Seamos así merecedores de tener un bufón, a recuperar el derecho de ser escupidos en la cara.
Muy oportuna la película. El Ahora es un tiempo difícil. Una época obscura, sin policromías emocionales, sin alma. La revolución ya no es rebeldía, sino que es depresión, incertidumbre. La comedia es mejor, mas arte, si es capaz sentirse atemorizada, juzgada, etiquetada, y ven como la moral pone precio a su supervivencia. El llanto del payaso es sordo, y se mezcla con sonrisas enmascaradas en la penumbra de la audiencia.
La peli nos trae de nuevo el viaje del héroe en una distopía sin banderas, sin iconografía. Ausente de referentes o líderes mágicos .
Tal vez Nietzsche, Hegel o Schopenhauer si verían esta peli como una gran comedia. Absurda y bella. La verdadera broma la gasta la puta vida. Siempre dispuesta a devolver pena, ineptitud y nihilismo, al ciudadano esforzado que socialmente acogido ya no encuentra razones para luchar y ”objetibiza” al otro del espejo.
Arthur es un niño eterno y enfermo que no tiene mas remedio y cree en sí mismo, lucha por la verdad. La misma causa de su debilidad, su madre, una auntentica trampa emocional que le acribilla con mensajes ambivalentes, le ha perpretado un secuestro mental durante 40 años, y, a través de un proceso de liberación, la locura le ha conducido a averiguar la gran mentira de su estructura psíquica, y esto solo ocurre cuando arrastrado por los acontecimientos, se rinde; entonces surge de su interior su verdadera naturaleza, renace a través de la oscuridad a La Luz de la verdad.
¿Para que se respeta a través de la violencia? Por ser la depresión una proyección de su agresividad, algo que libera y muestra al exterior. Un paso a la locura, una conquista de su madurez. Su depresión, su tristeza, reflejada en la oscuridad de Gotham es, al final, lo que da sentido épico y estético al film.
La moraleja del cuento es que, en verdad, en el caos, en la entropia que gobierna la naturaleza, nadie pierde, todo se equilibra y la justicia es el equilibrio de los opuestos. El Joker, la sombra de Wayne, le muestra todo lo que el héroe oculta de si mismo y que si no fuera por el villano, nunca podría integrar la violencia y soberbia de su padre. Su enemigo es su mejor maestro.
La película tiene el ritmo adecuado, una fotografía protagonista absoluta, y un actor convencido de la belleza de su mente. Además la intrahistoria de los colores del film me tiene enamorado. El guion es sencillo, sin trampas, evita los diálogos, (sustituidos por metonimia en el cuerpo de Phoneix), creo que abusa un tanto de los silencios, y, además, tiende a recordar excesivamente, dar muchas explicaciones. El director cree necesario recordar que existe un observador que ejerce su "función visual" de espectador; a mi esto me saca de las películas, una mania que tengo, vaya.
Considero que Fincher era realmente el hombre adecuado para dirigir esta historia. El maneja como nadie a los personajes con supuestos transtornos mentales. Esta aun a tiempo de hacer una precuela de Fleck-Wayne en la etapa del psiquiátrico. Tal y como demuestran Mindhunter o The Fight Club, existe una garantía en Fincher cuando trabaja para exponer la mente de un psicótico, de que los juicios, las máculas sociales y la falsa compasión, se las deja a los “descarriados” intelectuales o para egolatrías mainstream (vamos, un cristiano progresista en occidente).
JABATIN
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