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España España · Santisteban del Puerto
Voto de SebastianVela:
3
Thriller. Acción. Aventuras Bond ha dejado el servicio secreto y está disfrutando de una vida tranquila en Jamaica. Pero su calma no va a durar mucho tiempo. Su amigo de la CIA, Felix Leiter, aparece para pedirle ayuda. La misión de rescatar a un científico secuestrado resulta ser mucho más arriesgada de lo esperado, y lleva a Bond tras la pista de un misterioso villano armado con una nueva y peligrosa tecnología.
8 de mayo de 2022
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de ver recientemente Spectre, que parecía (en su momento) ser la floja despedida de Daniel Craig en el papel de James Bond, me animé a ver esta película con la certeza ya conocida por toda persona medianamente interesada por esta saga de que, esta vez, SI era la última encarnación de Bond por Craig...y es que me pareció aún más floja que la anterior...solo que por motivos distintos.

Aquí el problema no es la pasividad del protagonista, ni su falta de evolución sentimental y/o emocional, ni tampoco la monotonía del ritmo o lo excesivamente clásico del relato de espionaje ofrecido...sino todo lo contrario: aquí, el protagonista es insufriblemente variable y desconectado de su esencia, debido principalmente a una evolución sentimental y/o emocional que no cuadra con la fuerza pragmática de su carácter. James Bond puede sentir y amar...pero debería saber (o al menos eso demostró en relatos anteriores) que no puede dar rienda suelta a sus deseos sin que alguien pague la cuenta muriendo o traicionándolo sin más remedio.

El ritmo de la producción evoluciona "in crescendo" hasta dejar atrás el vibrante episodio en Cuba, pero en cuanto Ana De Armas desaparece de la trama, el ritmo cae precipitadamente en un pozo de idas y venidas argumentales con un soporífero aroma a intervencionismo por parte de la producción y/o por parte de autoridades morales no identificadas:
Personajes sin carisma incluidos en el relato con calzador, subtramas anecdóticas sobre la vida privada de ciertos personajes sin que ello tenga trascendencia alguna en el devenir de nuestros protagonistas (pero si consecuencias nefastas en la duración e interés de la trama general) y líneas de diálogo que huelen a altanería y revanchismo, más propias de una tribuna política donde se nos enseñe como opinar, que de una obra de ficción supuestamente destinada a entretener con un relato inteligente que invite al espectador a plantearse preguntas pertinentes (y llegar por si solo a las respuestas que considere).

"Solo es un número", dicen en repetidas ocasiones nuestros protagonistas. Y es que a 007 le ha pasado lo que a otros personajes, sagas y películas míticas del pasado: se ha convertido en un atractivo escaparate en el que vender (e imponer) ideologías y dogmas.
Es más fácil ganar millones destruyendo la esencia de una franquicia exitosa, usándola como imán para las masas con el fin de adoctrinar, que arriesgarse a promover la creación de personajes nuevos, fieles a los cánones morales del momento, y correr el riesgo de fracasar en el intento.

Esa cobardía, que se ha ido abriendo paso en las altas instancias del cine (especialmente europeo y norteamericano) y que se ha visto justificada por los gustos manifiestos de una mayoría de espectadores, ha conseguido de nuevo transformar un espectáculo otrora divertido y hasta en ocasiones didáctico en una herramienta de propaganda más de un mundo occidental cada vez más falto de libertad como de criterio.
SebastianVela
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