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España España · West Coast
Voto de Dabi:
5
Thriller. Drama Desesperado por salvar a su mujer, Willard Russell convierte sus oraciones en un sacrificio. Las acciones de Russel llevan a su hijo Arvin a pasar de ser un niño que sufre abusos en el instituto a convertirse en un hombre que sabe cuándo y cómo ha de pasar a la acción. Los acontecimientos que se dan lugar en Knockemstiff (Ohio) desatan una tormenta de fe, violencia y redención que se desarrolla a lo largo de dos décadas.
17 de septiembre de 2020
42 de 58 usuarios han encontrado esta crítica útil
El diablo a todas horas es el cuarto largometraje de Antonio Campos, director norteamericano que en los últimos años se ha ido labrando un nombre en los círculos independientes gracias a trabajos como la interesante Christine y la incómoda Afterschool, trabajos que, lejos de ser redondos, dejaban entrever el talento latente de Campos para retratar atmósferas enrarecidas y personajes torturados. Esperaba que su nueva película fuera su consolidación como voz a tener en cuenta en el panorama estadounidense, pero por desgracia no ha terminado de ser el caso.

El diablo a todas horas es una película sin duda ambiciosa, pero, a fin de cuentas, preocupantemente monocromática, escrita con la elegancia de un rodillo. Basada en la novela homónima de Donald Ray Pollock, nos cuenta los eventos acaecidos a lo largo de veinte años en dos pequeños pueblos del sur de Estados Unidos, eventos enraizados en la violencia y el pecado e interconectados entre sí a través de varios personajes. Los abundantes saltos cronológicos son, a ratos, toscos y embarullados, resintiendo la fluidez del resultado. Varias secuencias se me hacen innecesarias, especialmente cuando hablamos de un trabajo de duración tan abultada. Su gusto por la sangre y la muerte sorprenden bastante durante la primera media hora, pero con el paso de los minutos se acaba volviendo algo rutinario. Si la idea era entumecer al espectador ante la violencia, objetivo cumplido, pero no estoy muy convencido de que esa fuera la intención.

Si algo llama la atención en El diablo a todas horas, eso es sin duda su espectacular elenco de actores jóvenes. Súper reparto. Y a veces, súper desaprovechado, como es el caso de Haley Bennett y Mia Wasikowska, quienes apenas tienen nada con lo que trabajar, y es una lástima. Por lo demás nos encontramos con una galería de personajes pintorescos (los hermanos Coen pero sin el humor, Martin McDonagh pero sin la profundidad psicológica), acentos sureños pasadísimos de rosca e interpretaciones de calidad variable. A Robert Pattinson lo llevo defendiendo años, y por suerte ya mucha gente se ha dado cuenta de que es un actor fantástico y lo de Crepúsculo fue simplemente un bache, pero su trabajo en esta película, siento decirlo, no me gusta nada. Se me hace tremendamente exagerado y caricaturesco. A Harry Melling (el primo cabrón de Harry Potter para los amigos) también se le va demasiado la olla, en mi opinión. Solo tolero a un predicador sobreactuado, y ese es el Eli Sunday de Pozos de ambición (del que, y todo sea dicho, los de esta película parecen copias baratas).

Con el resto de actores todo bien, no tengo quejas. Muy bien Bill Skarsgård como Willard. Su mirada ligeramente ida me convence de lo tocado que le ha dejado la guerra, tema que, desgraciadamente, no exploran tanto como me habría gustado. El dúo psicópata de Jason Clarke y Riley Keough también funciona bastante bien. La medalla de oro, sin embargo, se la lleva Tom Holland, única actuación comedida en medio de un desfile de rarezas estrafalarias. Su Arvin nos mantiene anclados en algo que se asemeja remotamente a la realidad, y menos mal, porque cuando tu desarrollo de personajes se limita a "voy a hacerlos muy raros", un protagonista como Arvin se agradece bastante.

Por lo demás, El diablo a todas horas no funciona mal. La violencia gráfica no me parece un problema, y dado el material que se está adaptando, yo diría que es necesaria. La fotografía, sofocante en sus colores cálidos, rústica y ligeramente estilizada, crean el clima apropiado para la historia. Las canciones de banda sonora también están muy bien elegidas y contribuyen bastante a la hora de establecer el tono de la película.

En general, El diablo a todas horas no me parece una película mala, pero sí bastante mejorable. Posee un buen elenco, talento tras las cámaras y el germen de una buena idea, pero le falta color al guion y desarrollo a muchos de sus personajes, y a veces parece saber cuáles son los temas que quiere abordar pero no cómo abordarlos, decidiendo sustituirlos por una suerte de escenas chocantes que, debido a la escasa introspección de los personajes que pululan por la historia, acaban por resultarme apáticas y poco interesantes, y si a esto le sumas que es estúpidamente larga con sus casi dos horas y media de duración, nos acaba quedando un producto de evidente potencial pero ejecución, en líneas generales, insatisfactoria. Una pena, la verdad.

Calificación: Pasable
Dabi
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