Un agente de policía es testigo de cómo su hija muere tras recibir un disparo a bocajarro, a partir de ese momento comenzará una búsqueda de la verdad fuera de los limites de la ley.
Argumento que esta hecho a la medida de su estrella principal Mel Gibson, que vuelve a ofrecer su lado más contundente y varonil, en un argumento de suspense, en el que la búsqueda de la verdad abrirá paso a la venganza.
Presenta un inicio demoledor e impactante, lleno de intensidad que se apoya en la desgarradora interpretación de Gibson para trasmitir en un solo grito todo el dolor que se puede sentir al perder a un ser querido.
La investigación que surge a raíz del crimen, se sigue con facilidad y desarrolla paulatinamente los verdaderos motivos que se esconden tras el asesinato.
Se toma ligeras licencias arguméntales, en la que algunos personajes se encuentran en una misma ubicación, sin haber quedado expuesta la citación o en la aparición de un personaje secundario neutral, del que no queda muy bien definido su posición en toda la historia.
Otro de los puntos flacos de la trama, es el empleo reiterativo de las visiones que tiene el protagonista recordando a su hija, llegando a alcanzar un desenlace que no encaja con el perfil de una trama de investigación y venganza.
Indudablemente lo mejor, es cuando el argumento no se desvía de lo que se espera de una película de estas características, y se centra en una investigación coherente y bien hilvanada, apoyándose en secuencias de verdadera tensión y peligro, inundadas por una seca y contundente violencia.
Cuando se sale del límite de las tradicionales historias de venganza y navega por otros géneros cinematográficos, pierde credibilidad y naufraga estrepitosamente.