La capacidad de Natalie Wood para componer personajes que llenen la cruda realidad de sueños y de magia, por no aguantar la crudeza de ésta y su estado deplorable en un mundo donde no tienen salida sus ambiciones para no caer en la depresión más absoluta y en una vida oscura toma relieve en la obra de Tenesse Williams "Propiedad condenada".

La condena cae sobre la hermosa Alva Starr, quien siendo una marioneta de su disoluta madre quien la vende al mejor postor sobrevive con su pequeña hermana en una pensión que arrenda habitaciones de mala muerte a los trabajadores del ferrocarril.

La manipuladora madre, Hazel interpretada de forma magistral por Kate Reid es rotunda, más propia de una madrastra, con un aire dictador y de pérdida, de decadencia que intentará inculcar en sus dos hijas de forma egoísta y sucia.

De Charles Bronson se usó su nombre para salir prácticamente en los créditos y dar más publicidad a esta película en cartel, pues su personaje salvo resoplar como un toro lujurioso poco más hace.

Allí conocerá a Owen Legate, encargado de la contratación y el despido de los trabajadores del tren, quien pondrá en solfa todo cuanto antes tenía claro.

Al igual que su personaje de Daisy en "La rebelde" donde curiosamente también aparece acompañada por Robert Redford, Natalie Wood nos representa cómo los sueños, esos pobres sueños que tiende a tener la mitad del planeta difícilmente se cumplen por muy poca cosa o mucho que uno haga porque se cumplan en muchas ocasiones, obligándonos a enfrentar el mundo con lo que nos viene, ya sea poco, nada, o mucho aunque no lo que esperábamos.

Wood quiso transmitir sensibilidad y si hay una actriz vulnerable que lo consiguió fue ella, pero de un temperamento fuerte a la vez, anidaba en ella esa doble variante.
Esta obra de Williams es la más brillante.

Su realismo, su magnetismo.

El amor entre Redford quien brilla como una moneda dorada recién acuñada, siendo el sueño de cualquier mujer con un par de ojos, cercano pero a la vez con un toque incluso de frialdad en esta ocasión y Wood nos sumergen en una canción de Lana del Rey, donde solo queda la desilusión, el dolor, la tragedia de saber que todo lo que imaginamos ni se realizará ni es como lo habíamos pensado.

Es esta película un film que consume, incluso a la pequeña hermana de Alva, Willie, el testigo silencioso.