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España España · Barccelona
Voto de EL ALBATROS:
8
Bélico Año 1942, en plena Segunda Guerra Mundial en la Isla de Guadalcanal, en el Pacífico. Un grupo de hombres de la compañía de fusileros del ejército americano "C de Charlie" combate contra el ejército japonés por la conquista de una estratégica colina. Este grupo forma parte de las tropas enviadas para relevar a las unidades de infantería de la Marina, agotadas por el combate. (FILMAFFINITY)
8 de septiembre de 2017
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dentro de la división por géneros con la que solemos clasificar las películas, el bélico es uno de los géneros que más obras maestras ha dado. En los últimos años, quizás sea la obra de Terrence Malick una de las más interesantes por sus profundas reflexiones filosóficas, un testimonio sobrecogedor de la verdadera catástrofe que toda guerra supone. Malick se interroga y a la vez nos interroga a nosotros, espectadores, sobre el verdadero origen de unos comportamientos desquiciados y mezquinos. Su título hace referencia a la línea que separa la cordura de la locura, donde la realidad se convierte en pesadilla. Una película sugerente que invita a indagar sobre el alma humana. Sentimos con los personajes, padecemos con el sufrimiento de esos inocentes, víctimas en su mayoría de los designios de unos cuantos políticos y el alto estamento militar. El miedo recorre nuestro interior cuando vemos a lo que el hombre, sin saber muy bien porqué, es capaz de llegar.

En un conflicto bélico no hay buenos ni malos, ni vencedores ni vencidos, pues todos son perdedores de una u otra forma. “La delgada línea roja” es una oda a la naturaleza y al ser humano en toda su pureza, además de una crítica a la maldad que hay en cada uno de nosotros. La guerra no ennoblece a los hombres, sólo los convierte en bestias por no encontrar otra solución para resolver cualquier conflicto por grande que sea. Así pues, el hombre es desbordado por los acontecimientos y degrada todo lo que le rodea, jugando con cosas que no tienen remedio. La inclinación de Malick por la poesía visual en lugar de la narrativa clásica produce en el espectador una confusión inevitable a lo largo de casi tres horas, donde no hay acción bélica, ni grandes batallas, tampoco pasión patriótica ni heroicidades extremas, porque así lo quiere el cineasta. Rodeados de los paisajes más idílicos jamás retratados por una cámara de cine, los soldados que aparecen ante nosotros, sean de uno u otro bando, son una sola alma.

La Naturaleza es inmortal e indomable, el hombre es insignificante ante su inmensidad nos viene a decir Malick. Los comentarios y frases están llenos de metáforas e interpretaciones subjetivas que cuestionan valores universales. A pesar de su compleja estructura argumental, las ideas filosóficas y religiosas en el fondo son bastante simples aunque no en la forma. Goza de un excelente casting que se parece a una superproducción, pero que seguramente todos trabajaron por debajo de su sueldo habitual en aras al tema artístico. Adaptada muy libremente de una novela de James Jones mucho más pasional a la hora de detallar la batalla de Guadalcanal, el cineasta se inclina por una visión más personal de los hechos. Su puesta es escena es sugerente y brillante junto a su banda sonora y fotografía que se convierten en secundarios de lujo. Es por todo lo expuesto por lo que recomiendo este film para aficionados al cine adulto y reflexivo, que no quiere decir aburrido ni pedante, porque invitarnos a pensar sobre lo que somos (el hombre y su obstinación por autodestruirse) no me parece tedioso, más bien todo lo contrario.
EL ALBATROS
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