Adaptación sin precedentes de la obra homónima del genio inglés, el Cervantes de la lengua anglosajona. No se siente como una de las muchas adaptaciones que se habrán hecho de Shakespeare gracias a su increíble producción y dirección de fotografía y arte que, junto a lo acertado de las localizaciones, el maquillaje y el vestuario, saben crear una atmósfera única y muy reconocible que nos transporta a la verdadera visceralidad de los actos y el extásis báquico de la obra y el teatro en su conjunto. Para mí no podría haber quedado mejor.

Y el "para mí" es aquí importante, pues el guión es casi 100% el texto original de Shakespeare. Ante esto hay dos reacciones: las de aquellos a que un lenguaje y expresión tan teatrales pueden sacarle de una producción cinematográfica, que sentirán tedio y cansancio narrativo, y las de aquellos (entre los que me incluyo) que siente gran predilección por los textos originales y aprecian que estén en tan grandes producciones visuales.

Sin embargo, la película merece la pena para todos solo por el increíble despliegue técnico; visual y sonoro.