Una de las mejores obras de Akira Kurosawa, no sólo uno de los mejores directores japoneses, sino uno de los mejores de toda la historia del cine, que aquí alcanza una cumbre para el cine negro.

El guion es excelente y la película puede decirse que tiene dos partes claramente diferenciadas, en la primera, se abre una diatriba moral que de forma muy teatral, plantea las diversas aristas filosóficas y éticas de forma ejemplar, con un Toshiro Mifune simplemente perfecto.
En la segunda, se desarrolla la investigación policial, y los detalles están tan cuidados y tan bien tratados y con tanta inteligencia, que para un servidor solo está parte ya sería una de las mejores policíacas de la historia.

Además cuenta con una fotografía excelente y la obra es tan redonda que es imposible añadirle o quitarle nada, pero Kurosawa lo hace sencillo (o es tan grande, que lo parece).