Poco puede decirse ya de Águila Roja sin caer en los clásicos tópicos. Pero, siendo honesto, uno tiene la sensación de que a esta producción se le pueden aplicar dos varas de medir. Por un lado, podemos compararla con el resto de subproductos televisivos nacionales, caso este en el que quizá quedaría algo sobre la media. Paro claro, uno luego ve Mad Men, Dexter, Juego de Tronos, etc... y piensa -"joer, es que esta peña ni se ha esforzado"-.

Ahora seamos sinceros, el hermano tonto de Ezio Auditore pegando saltos por Madird no es que sea mala idea, es más, creo que podría haber generado un producto realmente notable (y exportable) en otras manos. Pero claro, a un concepto muy original llega un lumbrera que dice -Venga, vamos a poner a un bufón que haga las mismas coñas que en Médico de Familia no tenían ni put* gracia- y termina siendo una nueva versión con relativos efectos especiales de la misma basura que la televisión española ha estado generando los últimos años. Y es que se le puede perdonar casi todo. Se le puede perdonar que las actuaciones sean pésimas, que la producción se quede coja, que los personajes sean más planos que el fondo de un Fórmula 1, que las tramas sean una sucesión de tópicos aderezada por las situaciones y personajes seudocómicos que ya llevan años aburriéndonos, pero lo que es imperdonable es que sea aburrida. Y lo es. ¿Como una serie de un ninja en el Madrid del s.XVII que lucha contra una conspiración secreta que pretende cambiar la faz de España y Europa puede ser aburrida? Pues esta serie lo logra, y ahí reside su mayor pecado.

Lo mejor: La idea, si bien demasiado parecida al Assassin´s Creed

Lo peor: Personajes y situaciones reciclados de las tradicionales españoladas y una trama absolutamente infantil.