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Voto de jastarloa:
9
Comedia Chicago, 1929. Earl Williams, convicto del asesinato de un policía, espera en la cárcel el momento de su ejecución. Mientras tanto, en la sala de prensa del Tribunal Supremo, un grupo de periodistas espera el indulto o la confirmación de la sentencia. Hildy Johnson, el cronista de sucesos del Chicago Examiner, que tendría que cubrir la información, está a punto de contraer matrimonio y abandonar su trabajo; pero Walter Burns, el ... [+]
18 de junio de 2006
63 de 75 usuarios han encontrado esta crítica útil
Primero fue Lewis Milestone, en 1931, quien adaptó con soltura la obra teatral. Hawks hizo su "remake" en 1940 –menciono esto porque he detectado en mis "investigaciones de campo" que hay gente que valora más la versión de Hawks porque creen que es la primera–, mejorando el resultado gracias al talento de Cary Grant y a algunos retoques más. Pero la mejor versión, para mí –las he visto todas, evidentemente–, es la de Wilder. Retomando el espíritu sarcástico, crítico y alocado de su magnífica "Uno, dos, tres" –que es otra adaptación–, consigue que la compenetración entre Lemmon y Matthau nos ofrezca algunos de los momentos más graciosos que recuerdo en una película. Los ácidos chistes arremeten, además de contra la actitud carroñera del periodismo, contra la pena de muerte.
La vi casi accidentalmente durante los últimos días de vida de mi antiguo vídeo VHS. Además, la cinta, que me había pasado un colega, estaba cascadísima, con lo que la imagen se veía distorsionada y el sonido apenas era audible. Bueno, pues, a pesar de todo, automáticamente se convirtió en una de mis películas favoritas. Esa tarde por poco me tienen que ingresar del ataque de risa que me invadió. El ritmo es aceleradísimo ya desde los magníficos títulos de crédito; no te da tiempo a respirar entre carcajadas.

Lo mejor (de entre "lo mejor" que es la película en sí): la dupla protagonista; las pintas allenianas del condenado, Earl Williams, quien se alegra de que le ejecuten ¡sólo por poder salir de una celda en la que hace mucha corriente!; los intentos de Matthau por retener a Lemmon –llega a hacerse pasar por inspector y a acusarle de exhibicionista–; las lucubraciones del doctor Eggelhofer, un psicólogo obsesionado con los traumas sexuales (su libro más conocido se titula "Masturbación y comportamiento antisocial") y para el que todos los americanos son unos "inverrtidos" y unos "marricas" ("¡¡¡No confío en los médicos amerricanos!!! ¡¡¡Denme un espejo y el instrrumental parra que pueda operrarme a mí mismo!!!" ); la desorganización policial ("¡Atención todas las unidades: Williams ha sido visto remando en el lago Michigan vestido de monja!"); las cursiladas de Bensinger, el periodista amanerado; el final.

Inevitable volver a visitarla cada cierto tiempo.
jastarloa
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