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Primera plana

Comedia Chicago, 1929. Earl Williams, convicto del asesinato de un policía, espera en la cárcel el momento de su ejecución. Mientras tanto, en la sala de prensa del Tribunal Supremo, un grupo de periodistas espera el indulto o la confirmación de la sentencia. Hildy Johnson, el cronista de sucesos del Chicago Examiner, que tendría que cubrir la información, está a punto de contraer matrimonio y abandonar su trabajo; pero Walter Burns, el ... [+]
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Críticas 95
Críticas ordenadas por utilidad
14 de mayo de 2007
192 de 251 usuarios han encontrado esta crítica útil
“- ¡Extra! ¡extra! ¡Wilder vuelve a elevar la comedia un peldaño más!
- Dame uno de esos.
- Un momento, aquí no dice nada de Billy Wilder, ¡vuelve aquí!”
Sale corriendo tras el niño y durante la persecución se topa con un periódico en el suelo donde sí aparece algo sobre Wilder.

Lo coge y ojea su PRIMERA PLANA.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Grandine
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10 de febrero de 2007
98 de 111 usuarios han encontrado esta crítica útil
De todas las versiones que existen sobre “The Front Page” esta es la que más me gusta, o quizá la que más cariño tengo. Todas las demás están muy bien, incluso una versión que lleva por título “Interferencias” con Kathleen Turner, Burt Reynolds y Christopher Reeve que recomiendo también y es que cuando hay un buen texto hay que ser muy malo para estropearlo, eso sí sin un buen guión hay que ser muy bueno para compensarlo.

Con “Primera plana” asistimos a la última gran película del que quizá es el mejor director de comedia de la historia del cine. Porque aunque haría un par de películas más no están a la altura del resto de su carrera. De todas formas esta película fue muy despreciada en su día, se la consideró un mero remake de un clásico del cine como “Luna nueva” que carecía de importancia, y eso afectó profundamente a Wilder que se retiró momentáneamente del cine y ya nunca más sería el mismo.

La película apenas tuvo reconocimiento, un par de nominaciones a los globos de oro y sobre todo el Premio Especial del Jurado en la SEMINCI de Valladolid y para de contar. Muy poco para una de las mejores comedias de los setenta. También hay que entenderlo, esa década le pilló con el pie cambiado a Wilder, la comedia al igual que el western ya no interesaban, ahora la gente quería terror y cine urbano, lo underground se imponía. ¿Qué pintaba una película como “Primera plana” en el 1974? Porque en realidad “Luna nueva” es menos clásica que “Primera plana”, sobre todo si vemos cada una es su contexto, mientras la primera era moderna para la época la segunda es antigua para el momento.

Incluso los guiños al cine mudo están son constantes en la película de Wilder como esas memorables persecuciones de los coches de policías. Pero aún así prefiero esta versión, sobre todo por la pareja protagonista, Jack Lemmon y Walter Matthau, quizá la mejor pareja del cine cómico de la historia de Estados Unidos, que realizan unas interpretaciones magníficas sobre todo el segundo. No perderse tampoco a una primeriza Susan Sarandon que sale guapísima.

Doctor: Dígame, señorrr Williams: ¿tuvo usted una niñez desgrrraciada?
Earl: Pues no, tuve una niñez perfectamente normal.
Doctor: Ja, deseaba matar a su padrrre y dormir con su madrrre.
Earl: ¡Si va a empezar a decir guarradas...!

Nota: 8,8.
vircenguetorix
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18 de junio de 2006
63 de 75 usuarios han encontrado esta crítica útil
Primero fue Lewis Milestone, en 1931, quien adaptó con soltura la obra teatral. Hawks hizo su "remake" en 1940 –menciono esto porque he detectado en mis "investigaciones de campo" que hay gente que valora más la versión de Hawks porque creen que es la primera–, mejorando el resultado gracias al talento de Cary Grant y a algunos retoques más. Pero la mejor versión, para mí –las he visto todas, evidentemente–, es la de Wilder. Retomando el espíritu sarcástico, crítico y alocado de su magnífica "Uno, dos, tres" –que es otra adaptación–, consigue que la compenetración entre Lemmon y Matthau nos ofrezca algunos de los momentos más graciosos que recuerdo en una película. Los ácidos chistes arremeten, además de contra la actitud carroñera del periodismo, contra la pena de muerte.
La vi casi accidentalmente durante los últimos días de vida de mi antiguo vídeo VHS. Además, la cinta, que me había pasado un colega, estaba cascadísima, con lo que la imagen se veía distorsionada y el sonido apenas era audible. Bueno, pues, a pesar de todo, automáticamente se convirtió en una de mis películas favoritas. Esa tarde por poco me tienen que ingresar del ataque de risa que me invadió. El ritmo es aceleradísimo ya desde los magníficos títulos de crédito; no te da tiempo a respirar entre carcajadas.

Lo mejor (de entre "lo mejor" que es la película en sí): la dupla protagonista; las pintas allenianas del condenado, Earl Williams, quien se alegra de que le ejecuten ¡sólo por poder salir de una celda en la que hace mucha corriente!; los intentos de Matthau por retener a Lemmon –llega a hacerse pasar por inspector y a acusarle de exhibicionista–; las lucubraciones del doctor Eggelhofer, un psicólogo obsesionado con los traumas sexuales (su libro más conocido se titula "Masturbación y comportamiento antisocial") y para el que todos los americanos son unos "inverrtidos" y unos "marricas" ("¡¡¡No confío en los médicos amerricanos!!! ¡¡¡Denme un espejo y el instrrumental parra que pueda operrarme a mí mismo!!!" ); la desorganización policial ("¡Atención todas las unidades: Williams ha sido visto remando en el lago Michigan vestido de monja!"); las cursiladas de Bensinger, el periodista amanerado; el final.

Inevitable volver a visitarla cada cierto tiempo.
jastarloa
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21 de noviembre de 2009
46 de 50 usuarios han encontrado esta crítica útil
La engrasada máquina Wilder-Diamond acometió “Primera plana” con una doble referencia: por un lado las anteriores versiones del original teatral “Front Page” (la popular de Milestone y la excelente de Hawks), ambas protagonizadas por un jefe y una reportera, y por otro el éxito industrial de “El golpe” (1973), de George Roy Hill.

Se insiste en la época: Chicago años veinte, gangs y corrupción, desempleo y tensiones sociales. Y en alinear dos actores estelares en punta con un reparto de eficaces secundarios. Pero la pareja protagonista no son dos galanes encantadores sino dos caníbales, de profesión periodistas, encargados de diálogos vitriólicos.

El periodismo es presentado como un quehacer de bajos fondos. La sala de prensa del presidio donde un activista de muy pocas luces va a ser ahorcado es una timba desde la que, entre póker, whisky y cánticos, se transmiten a las salas de redacción informaciones descaradamente manipuladoras y sensacionalistas. Unos de esos depredadores, encarnado por Lemmon, es el as del ‘Examiner’, a cuyo director interpreta Matthau, ambos en su registro idóneo, el histriónico. El reportero quiere retirarse, vía matrimonial, y su jefe, posesivo y misógino, intentará toda clase de trapacerías para impedirlo, sin resquicio ético.

Pero esos periodistas, capaces de vender a su madre por un titular a cinco columnas y un aumento de la tirada, no son peores que los demás encartados. El alcalde y el sheriff, corruptos y mafiosos, están dispuestos a cualquier crimen que en sus cálculos electorales pueda procurarles un puñado de votos.

Las instituciones de la época son sometidas a una demolición sin concesiones, que alcanza hasta la actualidad: desde luego la prensa, y asimismo la justicia, la democracia por sufragio, la autoridad penitenciaria y política, con su paranoia antibolchevique, pero también la militancia anarquista y el psicoanálisis vienés, en sátira arrolladora que no se para en límites de corrección y se ceba en el homosexual cursi y la arrastrada prostituta, a quien sin embargo se asignan las únicas reacciones dignas y elevadas de toda la jauría.

En un planteamiento ya muy perfeccionado, Wilder y Diamond sacan de esta visión tan escéptica y sombría una cáustica comicidad, y la empujan a ritmo progresivo, jugando para ello todas las bazas que la trama ofrece, siempre con una carta preparada para la sorpresa y el gag, y apurando hasta el último segundo previo al The End.
Archilupo
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8 de febrero de 2007
41 de 45 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tronchante ridiculización del ser humano y de sus bajezas. Los periodistas, los policías, el psicólogo, el sheriff, el alcalde... Ninguno duda en falsear la realidad para obtener interés o beneficio, aun cuando la realidad sea que está en juego la vida de otro ser humano.

Los periodistas, cuyo código ético es puesto por los suelos, prefieren el lenguaje y los asuntos que llamen la atención en detrimento de los contenidos honestos con la verdad. Wilder hace más de un más de un barrido en primer plano de los periodistas que cubren el ajusticiamiento de un anarquista asesino. La combinación de sus rostros, graves y grotescos, y de las noticias que transmiten a sus periódicos, distorsionadas y delirantes, es un ácido juicio sobre la petulancia del ser humano: no es solo que la mezquindad sea moneda corriente, es que, para más inri, todos se creen con legitimidad para proceder como les venga en gana, sin importar si otro es crucificado. Menos mal que es una comedia.
Kick'Em Ars
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