Las series de época suelen ser entretenidas y en este caso afirmaría que lo consigue al principio. Luego los episodios se suceden entrando en un carrusel de caras nuevas, muertes, idas y venidas que ofrecen tantos cambios que casi nada tiene que ver con la propuesta original. A mí estas cosas me irritan bastante. Si los actores se van o las tramas no dan para más, terminad la serie aunque siga dando buenos resultados. Pero eso de estirarlo es de lo peor. Os confieso que pasado cierto punto dejé de verla. Aunque tampoco he dicho la verdad del todo. Los bandoleros están hasta en la sopa. De hecho la serie no es muy mala pero el intento de glorificar a estos delincuentes en detrimento de guardias civiles, terratenientes y fuerzas del orden llegó a resultar vomitivo. Confieso que el grado de hipocresía, con Sara Reeves (una guapa Marta Hazas) a la cabeza, de cinismo, descaro y incoherencia me hacía verlos con una mezcla de rabia y asco. Son tal falsos que se tiran meses sin cometer un delito. Y hasta se convierten en mamporreros de la Benemérita. Indignante, más aún que la sarta de tópicos y las loas al anarquismo rural y al socialismo inicipiente.

De todos modos, "Bandolera" debería pasar a la historia por el elenco de secundarios más desastrosos de todos los tiempos. No recuerdo unos figurantes tan malos. Evidentemente, no están todos, pero me he permitido elaborar una especie de Oscar al mejor actor de reparto con sus cinco nominaciones y todo. Allá va. Primer candidato, el padre de Margarita Guerra (capítulos 43 y 44) por reflejar su indiferencia por el secuestro de su hija. Segundo, el gobernador Peña (capítulo 130) que no sólo se muestra imperturbable cuando es robado por los bandoleros, sino que está lamentable en todo. Tercero, el bandolero Gaviota (capítulo 144), por su "brillante" intervención "eso, eso, que está muy buena". Cuarto, el bandolero Pedro (capítulo 144) por su participación en una secuencia llena de violencia y sexo. Intento de violación en el que en vez de besar, gruñe. Quinto, el conductor dentudo de la diligencia donde va el Duque de Herrera (capítulo 257), por mostrar su total indiferente a los bandoleros que les asaltan. Ni siquiera se gira para mirarlos. Y el ganador es... el gobernador Peña. En serio, tenéis que verla. Se te saltan las lágrimas de la risa.

Mención muy, pero muy especial, merecen algunas mujeres de “Bandolera”, no sólo por guapas, que también, sino sobre todo por sus personajes. Como estamos en la década de 1880, pues tienen que ponerlas más o menos con los valores de aquella época. Por eso son más femeninas, recatadas, conservadoras o dependientes. Y eso gusto mucho de ver. Destaco a la cubana Martina (Laura Ramos), intrigante y sensual. Durante semanas soñé con que se trajera a una sobrina o algo así de la isla que sería... Ana de Armas. Eugenia Montero (Sara Rivero), entrañable, aunque se acaba echando a perder. Aún así, su caricatura de Sara Reeves no tiene precio. Julieta (Marta Guerras), muy simpática y con unos trajes de cantinera que quitan el hipo. Y la mejor de todas, una maravillosa Inés (una atractiva Laia Costa). Confieso que me volvía loco esta chica tan pava, tímida, infantil, consentida, delicada y dulce. Rozaba la perfección. Además me encantaba como vestía, incluyendo esas botas negras semifetichistas que lleva (capítulo 179). Claro que no contaba que con los guionistas fueran sádicos. Cómo se enseñan. Repugnante todo lo que le pasa (SPOILER).