Si hacemos la vista gorda con la excéntrica idea de traspasar el salvaje oeste a la España de 1875, nos toparemos con una serie con buena pinta, más por la apuesta por la aventura histórica, no muy habitual en nuestro país, que por su calidad, que no es mucha. Entretener es verdad que lo hace en estas tres temporadas siguiendo las andanzas por un lado, de los hermanos Bravo, unos ladrones que dejan de serlo, y por el otro, la de los hacendados del pueblo, los Lobo. Como suele pasar, al principio la trama está más trabajada, mezclando la acción, con la intriga y el romance, sino con sutileza, hay que ver las escenas subidos de tono, sí con energía para distraer al espectador poco exigente.

Pero claro, por costumbre, no sé si buena o mala, me gusta evaluar las series lo mismo que las películas, cuando terminan. Y lo que empieza de forma aceptable acaba degenerando en un conjunto de tramas improvisadas con un final completamente falso. Ya era sospechosa la pausa de casi dos años entre la segunda y tercera temporada pero no imaginé con la excusa de una merma en la audiencia nos iban a tomar el pelo con un desenlace que lo deja todo en el aire. Mira que he visto finales malos pero este, deliberadamente ambiguo, puede que sea el peor de todos, por encima de "El Barco" que ya es decir. Al menos, sirve para dar a conocer a la guapa Dafne Fernández y compañía.