Existe una tendencia moderna bastante difundida que encuentra especial delectación en destruir todos los mitos, toda la fantasía, toda la magia y convertirla en un refrito hortera calcado a la realidad, todo lo más vulgar y cotidiano posible. Si puede que el pistoletazo de salida lo diera el inefable "Shrek" destripando de forma cruel el cuento clásico, en esta ocasión "Monstruos, S.A" se encarga de demoler el miedo ancestral infantil (y no tan infantil) a los fantasmas de la oscuridad con un remedo de lo más ramplón de nuestro mundo real.

En realidad "Monstros S.A" se mantiene gracias a la presencia de Boo, una especie de Arale de "Dr. Slump" pero sin gafas, más pequeña pero con un asombroso poder de bilocación. Como la niña es mona tanto el espectador como Mike y Sully nos encariñamos con ella y eso hace que el visionado pueda ser soportable. Del resto, la historia es demasiado chorra, intrascendente o trivial como para tomártela en serio. Además el humor es casi inexistente y la trama sólo sirve para plantear una serie de situaciones que ni emocionan, ni entretienen. En fin, la película se ve con indiferencia y se olvida con más rapidez que con la que Sully regresa del Himalaya.

A vueltas con lo indicado al principio, "Monstruos SA" es tan mema que ni siquiera se les ha ocurrido emplear seres fantásticos de los que asustan a los niños. Adiós al hombre del saco, al coco y a toda la caterva de seres creados (¿o no?) por el folklore para asustar a pequeños y mayores desde hace milenios. En cambio, un puñado de bichos de lo más raro, la mayoría de los cuales da risa más que otra cosa, trabajadores de una empresa, sociedad anónima. En esta línea totalmente desmitificadora el propio desenlace no es más que la puntilla con la que los "amigos" de Pixar se cargan un mito más de nuestra cultura (SPOILER).