No, no me refiero al cactus sino a la sensación que te deja la propia película. Es decir, al principio te cae bastante gorda por la combinación de postración femenina y descaro masculino. Una atractiva Goldie Hawn, es decir, Toni Simmons, que no se sabe si es más tonta que inocente o al revés, prendado por un vejestorio que le saca 25 años en la vida real, que encima va de Don Juan, "una mujer distinta cada día", será fantasmón, con azafatas australianas a su servicio y alguna más. Ni que Walter Matthau fuera Paul Newman o Marlon Brando. ¿A quién queremos engañar con estas fantasías? O mejor dicho, ¿a quién queremos emocionar?

Afortunadamente la cosa mejora así que el pinchazo no llega a hacer sangre. "Flor de cactus", que es la adaptación de una obra de teatro de Abe Burrows, que a su vez se basó en una película francesa del mismo nombre, se convierte en una comedia de enredo de manual. Falsas parejas, confusión, mentiras que sólo consiguen taparse con más mentiras, celos y un final hasta cierto con suspense, ¿con quién quedará cada cuál? forman los ingredientes de esta obra. No es que sea especialmente divertida, ni ingeniosa, ni siquiera original en su desarrollo, pero sí cuenta con algunas situaciones curiosas y personajes simpáticos.