No tiene desperdicio, y no me refiero a que todo cuanto sale en esta película sea reciclable, lo digo porque es la primera sensación que me arranco de la consciencia al ver un desborde tan indiscutible de brillantez, todo absolutamente todo se inunda verdad. Hay tantos personajes, tantas historias, tantos hechos, tantos sucesos, tantas circunstancias y tantos detalles, que uno se siente desbordo por un mar de sensaciones asombrosamente naturales, encadenadas una tras otra, de extraordinaria autenticidad y originalidad y realismo, que impregnan cada segundo de esta enorme película.

Destacar una sola interpretación es imposible, cada personaje encierra dentro de sí mismo un interior tan profundo que interpretarlo es un verdadero regalo, el elenco de actores sabe sacarle un partido enorme a cada papel, haciendo crecer la historia exponencialmente, algo que se nota en pantalla.

Sobre la dirección mejor no hablar, atengámonos a los hechos, Martin McDonagh director de cine, toca el techo con su opera prima (Escondidos en Brujas), rebasa la estratosfera con su segundo film (Siete psicópatas), y con este último “Tres anuncios a las afueras” en su también “tercera” película, directamente se pasea por el espacio sideral, (que tío que barbaridad) este tipo es un monstruo detrás de la cámara y un talentazo escribiendo sus propias historias. Bravo.

En el cine se han hecho grandes obras maestra absolutas, y se siguen haciendo a día de hoy.
Gracias, gracias, gracias, es todo cuanto puedo decir después de ver una películas como esta.

(No puedo abstraerme de hacer un comentario personal; le tengo tanto aprecio a "Woody Harrelson" que verlo en pantalla, aunque solo sea en un pequeño papel, no tiene precio).