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España España · Madrid
Voto de Orestes:
8
Drama Crónica de la vida en la Maze Prison, una cárcel de máxima seguridad de Irlanda del Norte, a través de los emotivos acontecimientos que tuvieron lugar en 1981 con motivo de la huelga de hambre del IRA, liderada por Bobby Sands. La película describe lo que ocurre cuando se obliga al cuerpo y a la mente a ir más allá de sus límites. Celebrada ópera prima del director y guionista Steve McQueen. Obtuvo el Premio Cámara de Oro en el certamen ... [+]
5 de diciembre de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Steve McQueen dio sus primeros pasos en el mundo del largometraje con esta compleja, dura y controvertida cinta. La película desconcierta desde el principio, por lo que si uno no conoce la historia puede sentirse un poco perdido. La sucinta introducción no contextualiza el desarrollo de los hechos ni favorece la comprensión del mensaje para alguien ajeno al tejido histórico en el que se ambienta. Estamos en Irlanda del Norte, en el año 1981. Desde principios de los 70, y ante la incapacidad del parlamento unionista de Stormont para contener el conflicto armado entre los grupos paramilitares republicanos (católicos y nacionalistas, el IRA, en sus dos facciones, la oficial y la provisional, y el INLA) y lealistas (protestantes y leales a la Corona Británica, el UVF y la nueva UDA), el gobierno británico decide suspender la autonomía del parlamento norirlandés y hacerse cargo de la situación. A fin de restar importancia a estos movimientos paramilitares y mermar su trascendencia y apoyo social, una de las medidas tomadas en 1976 fue eliminar el estatus político de sus presos, siendo desde ese momento juzgados en los tribunales Diplock courts, cuyo objetivo era asimilar los delitos paramilitares a los crímenes comunes. Las mayores reivindicaciones vinieron desde el bando republicano, pues contaban con mayor número de presos, iniciando dos protestas carcelarias. La denominada Blanket protest consistía en negarse a vestir el uniforme ordinario de prisiones, prefiriendo cubrir su cuerpo desnudo únicamente con una manta. Mediante la Dirty protest se opusieron a limpiar sus celdas de excrementos y orines y a mantener su propia higiene, poniendo en riesgo la salubridad de sus pabellones carcelarios y su propia integridad física. Todo esto culminó en una fallida huelga de hambre en 1980. En 1981, también en la Maze Prison y encabezada por Bobby Sands, tendría lugar una segunda huelga de hambre con mayores repercusiones, momento éste en el que McQueen nos sitúa.

Esta película habría que emparentarla, por temática general, al díptico de los noventa En el nombre del padre y En el nombre del hijo (magnífica colaboración de ambos directores, Jim Sheridan y Terry George, intercambiándolos papeles de dirección y guión de una a otra). No en vano, en En el nombre del hijo, Terry George ya centraba la atención en el sufrimiento de dos madres que ven como sus hijos, paramilitares del IRA, son encerrados en la Maze Prision y se unen a las reivindicaciones en pos de un status político que habían iniciado otros presos. McQueen aquí nos traslada al mismo lugar y al mismo momento, pero exonera de responsabilidad dramática a los familiares (presentando a los padres de Bobby Sands como impasibles observadores de su sufrimiento) y decide trasladar directamente al espectador la responsabilidad de asumir dicho dramatismo.

Al igual que ya hiciera Terry George, McQueen intenta mantenerse neutral ante el posicionamiento político, siendo su cinta más bien una denuncia del sufrimiento derivado del sinsentido de las imposturas políticas. Cintas como Omagh, de Pete Travis, o Bloody Sunday, de Paul Greengrass, ya nos mostraban los estragos del conflicto en el pueblo llano, tanto por parte de los grupos paramilitares (el autodenominado IRA auténtico) en la primera, como por parte del ejército británico en la segunda. En la película de McQueen en realidad no hay buenos ni malos. Hay carceleros y presos, y conceptos como reivindicación, miedo, abnegación o sacrificio. Pero por encima de todo esto hay sufrimiento y dolor.

El intimismo carcelario de los presos y el minimalismo escenográfico de sus celdas qué duda cabe que bebe del cine francés de Bresson, encontrando su mejor fuente de inspiración en Un condenado a muerte se ha escapado. Sabida es la admiración de McQueen por el grupo de la Nouvelle Vague, revelándose esta cinta como un epígono de los postulados defendidos por el movimiento francés de finales de los 50. Además de esta mirada al realismo visual de Bresson, también se aprecian en la película implícitos otros aspectos del movimiento francés, como es la búsqueda de nueva formas de “ver”, la libertad de ataduras formales a favor del naturalismo expresivo, la especial atención al montaje y finalmente un interés por ahondar en los recovecos de la condición humana cuando ésta es aislada del aburguesamiento social.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Orestes
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