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Voto de claquetabitacora:
6
11 de agosto de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
[...] Como ya iba siendo costumbre, la película está dividida en dos partes / mediometrajes con dos historias bien diferenciadas y con Pepito Grillo como hilo conductor aunque cada historia tenga su propio narrador. Todo comienza con la aparición de este famoso personaje utilizándolo, además, como una especie de reclamo pues la gente simpatizaría de lleno con él al ser uno de los personajes más famosos de “Pinocho”, de la factoría Disney en general. Aunque recordemos que la película basada en el cuento atemporal fue otro de los tantos fracasos taquilleros de la compañía [...]. La primera historia o primera parte trata sobre “Las aventuras de Bongo“. En un principio la historia del oso circense se tenía pensado realizarla como una especie de secuela de “Dumbo” (sin ir más lejos el tren, el circo, las carpas, el estilo del dibujo, etc. todo es muy deudor o parecido a la película del elefante). Bajo la narración melódica de Dinah Shore, todo gira en torno a Bongo, un osezno que es la estrella del circo al que pertenece. Su función sobre un monociclo es un auténtico reclamo y eso lo convierte en un animal enjaulado que vive las mieles de su éxito pero es maltratado en cierto modo pues siempre está encerrado en una jaula y atado con un grillete en el cuello para que no se escape. Sin lugar a dudas, como siempre suele suceder, en Disney nunca se deja escapar elementos tristes o funestos para empatizar con el protagonista ante la situación penosa que le ha tocado vivir. El mensaje no se hace esperar: la libertad se encuentra fuera de sus grilletes. El mundo del circo es un mundo opresor y siendo una bestia salvaje como es necesita vivir en el campo, lugar idílico y propicio para cualquier animal que se precie de serlo.
Sin esperar mucho logra escapar del tren y en pocos segundos se encuentra en medio de su ansiada libertad, rodeado de animales, respirando aire puro y gozando de la vida en el campo. Lógicamente la vida allí, una vez aparece la realidad de la letra pequeña, no será tan fácil, ni tan sencilla ni tan atractiva. Pero cuando aparece la osezna Lulubelle todos los problemas desaparecerán. A partir de este instante el corto se torna romántico y lógicamente, hasta cierto sentido, empalagoso. Bongo y su nuevo amor flotarán por el cielo entre nubes rosas y ositos a modo de Cupidos (el diseño de éstos es lo mejor de todo el mediometraje) que con una canción melódica irán sembrando las claves de lo que el amor encierra. Siendo Disney y con la naturaleza en su estado más primigenio aparecerá el clásico rival a quien nuestro protagonista deberá combatir. En este caso se trata de un oso enorme llamado Malamuerte. Es aquí donde el equipo introduce un elemento surrealista a la par que chocante. El modo de conquistarse que tienen los osos es a través de golpes, tortazos y bofetones entre ambos sexos, más aún con la canción que acompaña la escena: “Pega un bofetón”. Hoy sería completamente imposible tan sólo plantear la idea. Lógicamente malos entendidos, peleas de machos, damas en apuros y lugares límite como un tronco y una cascada para enfatizar la batalla final tendrán lugar. Un mediometraje que enfatiza el tagline de que nada puede acabar con el amor.
El corto guarda las constantes y la esencia de la animación de los cortos Disney y no se aparta mucho del estilo que llevaba cosechando cierto éxito durante la década de los 40. Pero “Las aventuras de Bongo” cuenta con un problema imposible de sortear. Es muy flojo en su resultado. Tristemente no aporta nada nuevo o interesante y si bien hubiese sido un corto aceptable con una duración de apenas 10 minutos es dilatado hasta la media hora haciéndolo funcionar a trancas y barrancas. La presentación de Bongo y su maltrato es interesante pues aún siendo animación no abandona su pequeña crítica hacia el mundo de los animales y su penosa situación como animal de circo. Su aparición en el entorno natural como contraste entre la vida salvaje y la de ciudad junto con el proceso de aclimatación / descubrimiento de la felicidad que se supone ofrece el campo es atractivo, guardando además cierta similitud con el tramo de Blancanieves cuando ella aparece en el bosque y sus habitantes se descubren como seres amistosos y agradables. El siguiente tramo donde descubrimos que la noche cobra vida es menos acertado pues aparte de copiar / beber de casos como “El viejo molino” y “Fantasía”, donde las inclemencias del tiempo son amenazas constantes, todo lo que viene después se torna predecible, tópico, plano y carente de interés.
Una de las razones del porqué todo lo restante con Bongo no funciona es que es indefinido, no cuenta con un tono concreto. Sí, entendemos que el pobre osezno no conoce las costumbres de sus congéneres y de ahí el malentendido pero lo veo más un “salirse por peteneras” para provocar el clásico enfrentamiento entre machos por la lucha de la hembra en cuestión que algo con personalidad propia. Su animación es muy parecida a la de los cortos de Goofy o Donald (incluso el diseño de los osos serviría más tarde para crear uno de los personajes más entrañables y divertidos de la factoría Disney como es Humphrey el oso, el cual acabaría teniendo una serie de cortos propios con cabecera incluida). De haber tenido una orientación más definida o como mínimo más enfocada podríamos estar hablando de algo más destacable. Tampoco ayuda que Bongo sea un personaje sin un carácter más trabajado. Aunque le vemos hacer muchas cosas no tiene el carisma ni el tono adecuado para ser protagonista a pesar de serlo a tenor de las situaciones acontecidas. Definitivamente la primera parte del largometraje es muy irregular, sin apenas nada destacable. Si acaso algún momento puntual pero que por la forma y el fondo nunca logrará quedar en la memoria colectiva y que si es descubierto es más por completismo cíclico que por sus valores animados y cinematográficos.
- continúa en spoiler -
Sin esperar mucho logra escapar del tren y en pocos segundos se encuentra en medio de su ansiada libertad, rodeado de animales, respirando aire puro y gozando de la vida en el campo. Lógicamente la vida allí, una vez aparece la realidad de la letra pequeña, no será tan fácil, ni tan sencilla ni tan atractiva. Pero cuando aparece la osezna Lulubelle todos los problemas desaparecerán. A partir de este instante el corto se torna romántico y lógicamente, hasta cierto sentido, empalagoso. Bongo y su nuevo amor flotarán por el cielo entre nubes rosas y ositos a modo de Cupidos (el diseño de éstos es lo mejor de todo el mediometraje) que con una canción melódica irán sembrando las claves de lo que el amor encierra. Siendo Disney y con la naturaleza en su estado más primigenio aparecerá el clásico rival a quien nuestro protagonista deberá combatir. En este caso se trata de un oso enorme llamado Malamuerte. Es aquí donde el equipo introduce un elemento surrealista a la par que chocante. El modo de conquistarse que tienen los osos es a través de golpes, tortazos y bofetones entre ambos sexos, más aún con la canción que acompaña la escena: “Pega un bofetón”. Hoy sería completamente imposible tan sólo plantear la idea. Lógicamente malos entendidos, peleas de machos, damas en apuros y lugares límite como un tronco y una cascada para enfatizar la batalla final tendrán lugar. Un mediometraje que enfatiza el tagline de que nada puede acabar con el amor.
El corto guarda las constantes y la esencia de la animación de los cortos Disney y no se aparta mucho del estilo que llevaba cosechando cierto éxito durante la década de los 40. Pero “Las aventuras de Bongo” cuenta con un problema imposible de sortear. Es muy flojo en su resultado. Tristemente no aporta nada nuevo o interesante y si bien hubiese sido un corto aceptable con una duración de apenas 10 minutos es dilatado hasta la media hora haciéndolo funcionar a trancas y barrancas. La presentación de Bongo y su maltrato es interesante pues aún siendo animación no abandona su pequeña crítica hacia el mundo de los animales y su penosa situación como animal de circo. Su aparición en el entorno natural como contraste entre la vida salvaje y la de ciudad junto con el proceso de aclimatación / descubrimiento de la felicidad que se supone ofrece el campo es atractivo, guardando además cierta similitud con el tramo de Blancanieves cuando ella aparece en el bosque y sus habitantes se descubren como seres amistosos y agradables. El siguiente tramo donde descubrimos que la noche cobra vida es menos acertado pues aparte de copiar / beber de casos como “El viejo molino” y “Fantasía”, donde las inclemencias del tiempo son amenazas constantes, todo lo que viene después se torna predecible, tópico, plano y carente de interés.
Una de las razones del porqué todo lo restante con Bongo no funciona es que es indefinido, no cuenta con un tono concreto. Sí, entendemos que el pobre osezno no conoce las costumbres de sus congéneres y de ahí el malentendido pero lo veo más un “salirse por peteneras” para provocar el clásico enfrentamiento entre machos por la lucha de la hembra en cuestión que algo con personalidad propia. Su animación es muy parecida a la de los cortos de Goofy o Donald (incluso el diseño de los osos serviría más tarde para crear uno de los personajes más entrañables y divertidos de la factoría Disney como es Humphrey el oso, el cual acabaría teniendo una serie de cortos propios con cabecera incluida). De haber tenido una orientación más definida o como mínimo más enfocada podríamos estar hablando de algo más destacable. Tampoco ayuda que Bongo sea un personaje sin un carácter más trabajado. Aunque le vemos hacer muchas cosas no tiene el carisma ni el tono adecuado para ser protagonista a pesar de serlo a tenor de las situaciones acontecidas. Definitivamente la primera parte del largometraje es muy irregular, sin apenas nada destacable. Si acaso algún momento puntual pero que por la forma y el fondo nunca logrará quedar en la memoria colectiva y que si es descubierto es más por completismo cíclico que por sus valores animados y cinematográficos.
- continúa en spoiler -
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Una vez termina la narración damos paso al segundo mediometraje y a su vez el mejor de los dos [...]. Pepito Grillo descubre (y nosotros con él) que la casa donde nos encontramos es de la pequeña actriz Luana Patten, cuyo debut fue en “Canción del Sur” y cuya carrera cinematográfica estuvo ligada a la compañía durante muchos años. Ella no está en la casa sino que está celebrando su cumpleaños en casa del artista Edgar Bergen, famoso ventrílocuo que apareció en muchos medios como televisión, radio, cine y demás y cuyos muñecos más conocidos, Charlie McCarthy y Mortimer Snerd, son los únicos invitados [...]. El mediometraje es toda una delicia tanto en forma como en fondo. Es un festival repleto de detalles y un enfoque perfecto en la esencia de la aventura pura. Contamos con la presencia del trío por antonomasia de la compañía Disney: Mickey, Donald y Goofy [...]. Si por algo destaca esta pieza es porque juega muy bien con varios géneros implicados: la fantasía, el drama, el terror, la aventura, etc. El lugar en el que nos encontramos es Valle Feliz. La razón es simple: todo el mundo está feliz porque un arpa mágica canta y cuando esto sucede todo funciona. Pero tristemente será secuestrada y la vida en su concepto más esencial irá pereciendo. La siguiente escena es formidable pues muestra la pobreza en su máximo esplendor. Nuestros tres protagonistas tienen que repartir lo poco que tienen entre los tres [...].
Lo que más destaca por encima de todo, más allá de una animación bien dibujada, es el tono porque sabe repartir muy bien los minutos para que nada se torne aburrido o cansino. En apenas un momento pasamos de la alegría a la tristeza, del drama al suspense incluso al terror y de ellos nos alejamos para adentrarnos por completo en la aventura más fantástica. Las habichuelas del título se transforman en una planta que crece y que asciende envuelta en una banda sonora milimétrica. Música y movimiento en perfecta simbiosis, como si hubiesen convertido a “Fantasía” en un episodio apto para todos los públicos. Una vez llegamos a nuestra próxima parada el juego de perspectivas y medidas son tan sólo la punta de un iceberg enorme [...].
Es el último tercio donde se presenta, en todo su esplendor, al villano de la función: Willie, el gigante tontorrón pero de carácter agresivo destructivo [...]. El momento donde el gigante se despierta consigue barrer de un plumazo todo el concepto entrañable para aparecer como el auténtico gigante despiadado que es. La interacción entre nuestros protagonistas y él es lo mejor hasta la fecha de todo el metraje. Los animadores vuelven a conseguir una plasmación de perspectivas perfecta como el momento donde Mickey escala por el hilo o cuando se mete en el bolsillo del gigante, algo que volvería a salir más adelante en casos como “La Cenicienta” y el personaje de Jack. El ritmo en la persecución, la sensación de peligro constante, la velocidad vertiginosa de los movimientos y las acciones al igual que la dirección para el conjunto hacen de este mediometraje todo un lujo y se convierte por derecho propio en el mejor de todos los respectivos a las películas paquete con permiso y ayuda de “La leyenda de Sleepy Hollow” [...]. Aún así, “Las aventuras de Bongo, Mickey y las judías mágicas” es un largometraje menor, como la gran mayoría de títulos de la década de los 40, que si bien es cierto se salva gracias a su segunda mitad por su calidad y por sus maravillosas aventuras queda lastrado por una primera mitad aburrida y muy menor a pesar de su carencia de intenciones mayores.
Crítica completa: https://claquetadebitacora.wordpress.com/2016/08/07/critica-las-aventuras-de-bongo-mickey-y-las-judias-magicas-varios-directores-1947-diversion-a-medio-gas/
Lo que más destaca por encima de todo, más allá de una animación bien dibujada, es el tono porque sabe repartir muy bien los minutos para que nada se torne aburrido o cansino. En apenas un momento pasamos de la alegría a la tristeza, del drama al suspense incluso al terror y de ellos nos alejamos para adentrarnos por completo en la aventura más fantástica. Las habichuelas del título se transforman en una planta que crece y que asciende envuelta en una banda sonora milimétrica. Música y movimiento en perfecta simbiosis, como si hubiesen convertido a “Fantasía” en un episodio apto para todos los públicos. Una vez llegamos a nuestra próxima parada el juego de perspectivas y medidas son tan sólo la punta de un iceberg enorme [...].
Es el último tercio donde se presenta, en todo su esplendor, al villano de la función: Willie, el gigante tontorrón pero de carácter agresivo destructivo [...]. El momento donde el gigante se despierta consigue barrer de un plumazo todo el concepto entrañable para aparecer como el auténtico gigante despiadado que es. La interacción entre nuestros protagonistas y él es lo mejor hasta la fecha de todo el metraje. Los animadores vuelven a conseguir una plasmación de perspectivas perfecta como el momento donde Mickey escala por el hilo o cuando se mete en el bolsillo del gigante, algo que volvería a salir más adelante en casos como “La Cenicienta” y el personaje de Jack. El ritmo en la persecución, la sensación de peligro constante, la velocidad vertiginosa de los movimientos y las acciones al igual que la dirección para el conjunto hacen de este mediometraje todo un lujo y se convierte por derecho propio en el mejor de todos los respectivos a las películas paquete con permiso y ayuda de “La leyenda de Sleepy Hollow” [...]. Aún así, “Las aventuras de Bongo, Mickey y las judías mágicas” es un largometraje menor, como la gran mayoría de títulos de la década de los 40, que si bien es cierto se salva gracias a su segunda mitad por su calidad y por sus maravillosas aventuras queda lastrado por una primera mitad aburrida y muy menor a pesar de su carencia de intenciones mayores.
Crítica completa: https://claquetadebitacora.wordpress.com/2016/08/07/critica-las-aventuras-de-bongo-mickey-y-las-judias-magicas-varios-directores-1947-diversion-a-medio-gas/