Menudo pájaro está hecho el bueno de Burt Lancaster cuando es joven y nada ni nadie puede con él excepto los barrotes de una celda, o mejor, las 4 paredes del aislamiento al que es sometido, incapaz de convivir con otros presos a quienes no les aguanta ni la mirada.

Hasta ahí es una película sumamente entretenida, con un drama carcelario en el cine, que es de mis preferidos y con un actor top, Burt Lancaster está entre mis 10 favoritos de la historia.

Pero a partir de la media hora, más o menos, al bueno del preso Stroud le da por salvar la vida, en una tarde de tormenta, a una cría de gorrión. A partir de ahí el preso irascible, el nada comunicativo, se convertirá en el mejor ornitólogo del planeta Tierra. Se hace famoso y bla, bla, bla, hora y media más de este tema tostón, porque a mí la vida de los canarios, periquitos y pajarracos en particular, me la repanpufla.

La última media hora de nuevo recobra la acción con un motín, y con distintas situaciones que nos hacen olvidar un rato a las plumas. Sinceramente, me ha decepcionado el guión. Le doy un 5 porque mala no es.