Partiendo de una premisa interesante, como es esa "misión" de carácter religioso que un desconocido encomienda a un vagabundo, la película no tarda en hundirse.
Aburrida hasta lo insoportable, en gran parte debido al escasísimo diálogo (apenas hablan, y para decir cosas bastante insustanciales), avanza a ritmo de caracol, sin motivar al espectador, si dar alicientes. Ni siquiera transmite, como esperaba, algún tipo de mensaje, o idea filosófica o mística. Nada. Vacía.
Lo único que se salva es Rutger Hauer, que siempre es efectivo, aunque este no es ni de lejos un papel de lucirse.
Por lo demás, una basura. No se que más poner, porque de tan insípida que es no se le puede ni hacer una lista de desgracias, o de momentos especialmente desfondados. Es sosa, sosísima, casi imposible de aguantarla ya no atento, sino simplemente despierto.