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Voto de bogartiano:
10
Intriga. Drama Leonard Vole (Tyrone Power), un hombre joven y atractivo, es acusado del asesinato de la señora French, una rica anciana con quien mantenía una relacion de carácter amistoso. El presunto móvil del crimen era la posibilidad de heredar los bienes de la difunta. A pesar de que las pruebas en su contra son demoledoras, Sir Wilfrid Roberts (Charles Laughton), un prestigioso abogado criminalista londinense, se hace cargo de su defensa. (FILMAFFINITY) [+]
16 de octubre de 2009
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si eres un verdadero genio en la dirección de films de todos los estilos, tienes a los mejores guionistas y encima te rodeas de un elenco de actores prodigiosos, entonces los mortales espectadores sentimos que estamos asistiendo ante una verdadera obra de arte. Y en este caso es verdad. Una verdadera obra maestra es lo que es Testigo de Cargo.

Basada en una novela de Agatha Christie, con un guión agudo, sugestivo, brillante y con unos diálogos antológicos: "No voy a poder pagar tres abogados y las costas del juicio, no tengo dinero", dice Leonard Vole (Tyrone Power). Le contesta Sir Wilfrid (Laughton), de forma irónica, firme y a la vez afable: "No se preocupe. Contrataremos un cuarto abogado para demandarle". Que verdadero lujo, y menuda actuación de Charles Laughton. Pocas veces se puede ver a un actor, encarnando un personaje como este, con ese carisma, fuerza, personalidad y a la vez gracioso, cínico y corrosivo, con un personaje reuniendo todos estos calificativos, unidos a una profesionalidad sin tacha. Un abogado que vive para su profesión, a pesar de dejarse la salud en los grandes casos. Hasta la enfermera agobiante del principio, se convierte en su aliada, y le da igual si en el termo pone brandy o whisky, el caso es ganar el caso con maestría y aplomo. Esto es cine con mayúsculas.

Y luego tenemos a Marlene, la gran Marlene. Se te ponen los pelos de punta cuando al final aparece en la sala del juicio, casi linchada por la multitud de mujeres espectadoras, y entrando con esa elegancia, colocándose bien el cabello y el vestido de Edith Head, con ese porte, y esa manera de dirigirse al abogado. No existen actrices así ahora, ni existirán jamás.

También cabe destacar las escenas del juicio, que me parecen las mejor rodadas nunca en películas de este tipo. A pesar de ser una comedia de intriga, Wilder nos hace ver lo seria que es para nuestras vidas, la justicia, y que los que deben dirigirla, deben ser personas rectas, serias y con un toque de fino humor irónico. Y es a lo que asistimos: desde el juez hasta el último personaje, desprenden un saber estar y un sentido de la justicia perceptible por nosotros, aparte de una gracia educada y refinada, y con un evidente respeto máximo al contrario, pero defendiendo su profesionalidad contra viento y marea. Buenísimos gestos.

Aunque el final es un poco exagerado, la verdad es que te deja estupefacto y sin tiempo para respirar entre una sorpresa y otra. Jamás se lo cuenten a nadie que no haya visto la película y la vaya a ver, como dice Wilder al final del film. Tenía clase hasta para esto el gran Wilder. Por cierto, ¿he comentado de que iba el juicio o el caso? Es lo menos importante.
bogartiano
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